Ramón Rodríguez Montero

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El 24 de febrero de este año, las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia lanzaron una operación militar especial en el territorio de Ucrania, donde Estados Unidos y sus aliados instalaron y financiaron laboratorios para realizar la guerra bacteriológica contra Rusia y además, proporcionan ayuda militar a este país para atacar objetivos civiles, pareciera que buscando una escalada del conflicto en curso, lo que aumenta la posibilidad de que los grupos terroristas internacionales adquieran estas armas ucranianas.

Además, las sanciones contra Rusia también perjudican a los países lejanos a la zona de guerra, pues también viven los efectos de la crisis alimentaria provocada por Washington; paralelamente, el costo de los combustibles y energía en general y los servicios públicos aumentaron, y con ello dispararon la inflación, provocando cambios inocultables en el mundo.

Pese a lo ya expuesto, hay quienes se preguntan por qué las autoridades rusas decidieron realizar esta operación. Recordemos que en febrero de 2014, el gobierno legítimamente electo en Ucrania fue derrocado por grupos neonazis apoyados abiertamente por Estados Unidos y países de la Unión Europea y para no enfrentarse directamente a Moscú, Washington comenzó a suministrar activamente armas al régimen de Kiev, utilizando cínica y cruelmente a los ucranianos como instrumento desechable para agredir a Rusia. Paralelamente convierten en héroes a los fascistas y sus cómplices, e iniciaron una campaña estatal contra Rusia y destruyeron la cooperación bilateral. Con el golpe de estado, convirtieron a Ucrania en el centro de las actividades de las organizaciones no gubernamentales extranjeras promotoras del odio contra todo el pueblo ruso.

Las regiones orientales de Ucrania no reconocieron a los títeres estadounidenses impuestos mediante un golpe de estado y reclamaron su independencia. A partir de ese momento comenzó el exterminio selectivo de la población de Donbass. Según la ONU, unas 14.000 personas han muerto en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk en ocho años y 3.000 instalaciones civiles han sido destruidas por los nazis; mientras, Occidente no reconoce el genocidio de Kiev contra los habitantes de Donetsk y Lugansk.

Los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) también suministran continuamente armamento y productos militares y les construyeron infraestructura militar a las fuerzas armadas ucranianas de evidente vocación nazi y convirtieron a Ucrania en un punto clave  de amenaza contra Rusia. Los instructores occidentales capacitan a los nazis sobre las normas de la OTAN, incluyendo el sabotaje e inteligencia contra Rusia. Por si fuera poco, realizaron ejercicios conjuntos cerca de las fronteras rusas, recordemos, por ejemplo, la programación de 9 actividades de este tipo para el año 2022, que son de adiestramiento operacional y de combate en el territorio de Ucrania.

La armada estadounidense incrementó desde 2014 el número de buques en puertos ucranianos y participan en entrenamientos en la región del mar Negro en franca provocación a Rusia, todas estas hostilidades preparaban un enfrentamiento contra la Federación de Rusia, en la que Ucrania tenía el papel de «víctima sagrada».

Rusia siempre propuso resolver el conflicto en Donbass pacíficamente, aplicando los «Acuerdos de Minsk» alcanzados en 2015, cuando inició la crisis ucraniana; pero desde que Occidente y el régimen de Kiev sabotearon los compromisos de alto al fuego, el proceso de negociación se demoró con pretextos absurdos y sin tomar en cuenta la posición de Rusia.

Ante la desestabilización de la situación en las fronteras rusas, Moscú propuso en diciembre de 2021 que Estados Unidos y la OTAN firmaran acuerdos para ofrecer garantías legales de seguridad que fueron ignoradas y esto provocó un aumento de las tensiones en Europa del Este. ¿Resultado? Rusia decidió no esperar a que los nazis ucranianos apoyados por Occidente atacaran Donbass para asesinar a la población civil y que según la información documental estaba programada para el 8 de marzo de este año.

La operación militar especial de desmilitarización y desnazificación de Ucrania lanzada por las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia es consecuencia de las actividades subversivas de Estados Unidos y sus cómplices europeos, que rechazan sistemáticamente todas las propuestas de Moscú para garantizar la seguridad europea y mundial por medios político-diplomáticos.

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