Néstor Rivero Pérez

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El 31 de mayo de 1911, seis días después de haber renunciado de forma definitiva la Presidencia de México partió de Veracruz con rumbo a Francia, el general Porfirio Díaz, dando inicio a un exilio que se prolongó hasta su muerte en París, cuatro años después.

Durante tres décadas y media, y guiado por el lema “Orden y progreso”, propio del ideario positivista -que por entonces impregnaba el desempeño de numerosos círculos académicos y políticos del continente-, Díaz mantuvo control político sobre México, como Presidente directamente, o influyendo de alguna manera sobre los mandatarios interinos Juan Nepomuceno Méndez y Manuel González Flores, quienes precedentemente le habían apoyado en su camino al poder.

En sus inicios

En 1854 Díaz formó parte del movimiento político que dio soporte armado al Plan de Ayutla, mediante el cual los liberales confluyeron con los conservadores para poner fin a la dictadura de Antonio López de Santa Anna.

“Ayutla hizo escuchar el malestar, tanto del bando liberal como del bando conservador, contra el gobierno dictatorial que se había impuesto” (https://www.gob.mx). Así al año siguiente, tras la salida del poder de Santa Anna, Porfirio Díaz -quien de joven supo alcanzar un elevado nivel de instrucción y cursar estrategia y táctica en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca-, fue nombrado responsable militar y subprefecto de un distrito en su natal Oaxaca.

Entre 1862 y 1867 tendrá una brillante actuación como oficial de las fuerzas que acompañaron al Presidente Benito Juárez en contra las tropas de ocupación francesas. Bajo su mando se organizaron guerrillas en Oaxaca; y en 1867 Díaz tomará Puebla, para avanzar sobre la capital, Ciudad de México, recuperándola, para facilitar el regreso de Juárez como Presidente de la República.

Así, Porfirio Díaz saldrá de la contienda contra los franceses como una de las principales figuras de la nación azteca.

“Orden y progreso”

Inspiradas en el ideario positivista de Augusto Comte, quien postulaba a Ley de los tres Estados y según la cual la humanidad ha recorrido tres períodos: teológico, metafísico y positivo, grupos de letrados en la América Hispana procuraron una explicación para el atraso de la región, que se centraba en la contradicción civilización y barbarie, brindando su apoyo a regímenes autoritarios.

En Argentina se vio justificar la guerra de exterminio contra los indios, entablada por Domingo F Sarmiento, al tacharlos de bárbaros. Durante la segunda parte del siglo XIX y comienzos del XX, estuvieron en boga nociones como “Una República debe ser autoritaria para evitar el desorden” (https://bibliotecanacional.gov.co), del político neogranadino Rafael Núñez, quien entre 1881 y 1894 presidió su país en cuatro ocasiones.

Su gestión

Y tal enunciado guió en distinto grado la gestión de figuras como Antonio Guzmán Blanco en Venezuela, quien gustaba de que se caracterizase como “Regenerador”. De la obra administrativa de Díaz destacan la red telegráfica a lo largo de su país, el tendido de 19 mil kilómetros de vías férreas, construcción del Palacio de Bellas Artes, Bosque de Chapultepec, Gran Hotel, Monumento a la Revolución y Palacio de Bellas Artes.

“Porfirio mata llorando”

Actuando de forma hábil y valiente en la guerra contra la intervención militar francesa de 1862 a 1867 sobre el territorio azteca, Porfirio Díaz supo ganar la confianza del Presidente Benito Juárez.

Años después el propio Díaz justificará en sus Memorias el recurso a los drásticos castigos “desgraciadamente, el corazón humano se guía del miedo más que de otros sentimientos y cuando era preciso influir eficazmente en el ánimo del enemigo para desmoralizarlo, se hacían indispensables actos ejemplares de rigor y energía, aun cuando después tuvieran que lamentarse” (https://www.memoriapoliticademexico.org).

Se cuenta que en 1876, poco antes de morir Benito Juárez, este comentó “Porfirio es un hombre que mata llorando” (Ibídem).

Sinóptico

Tabaquismo, enemigo de la vida

Este día se celebra el Día Mundial Sin Tabaco. Esta efemérides pretende ampliar los márgenes de conciencia de la población respecto a “los peligros que supone el consumo de tabaco, las prácticas comerciales de las empresas tabacaleras…la epidemia de tabaquismo, y lo que las personas de todo el mundo pueden hacer para reivindicar su derecho a la salud y a una vida sana, y proteger a las futuras generaciones” (https://www.who.int/es).

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud “El tabaco mata cada año a más de 8 millones de personas y destruye nuestro medio ambiente, perjudicando aún más la salud de las personas debido al cultivo, la fabricación, la distribución, el consumo y la eliminación de los productos de tabaco” (https://www.who.int/es). Entre varios centenares de componentes químicos dañinos del humo de tabaco, han sido identificados como los más perjudiciales “el cianuro de hidrógeno, monóxido de carbono y amoníaco” (https://www.cancer.gov).

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