Repatriación de cenizas de abuela de secuestrado en El Salvador plantearon al Gobierno (Ver video)

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«Logré hablar con ellos y gracias a Dios tuve una respuesta positiva, si me van a ayudar», declaró Yenni Rincón, tía de su sobrino cautivo, Jonathan Miguel Ramírez Ramírez. Foto Franklin Domínguez / Yenni Rincón

Repatriación de cenizas de abuela de secuestrado en El Salvador plantearon al Gobierno

VEA / Yuleidys Hernández Toledo

El jueves 29 de mayo Yenni Rincón llegó a Caracas procedente de Carabobo, cargada de esperanza en medio del tremendo dolor y la angustia en la que se encuentra desde el 16 de marzo cuando su sobrino, Jonathan Miguel Ramírez Ramírez fue secuestrado en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, Cecot.

Luchando para conseguir el pasaje y poder llegar, acudió a la capital venezolana para solicitar que el Gobierno nacional la ayude a repatriar a los padres del joven, que quedaron en Perú y también las cenizas de Marlene Josefina Ramírez, la abuela del muchacho, quien falleció el 18 de mayo de un infarte fulminante al no poder soportar la ausencia del nieto.

Rincón fue recibida después de las 2:00 de la tarde en la sede de la vicepresidencia de la República, ubicada en Carmelitas, junto a decenas de familiares de los 252 secuestrados venezolanos que se encuentra secuestrados en El Salvador. El encuentro con las autoridades del Gobierno nacional le dio un poco de sosiego, pues le dieron una «respuesta afirmativa» a su solicitud de ayuda, lo que quiere decir que la administración del Presidente Nicolás Maduro, la ayudará a repatriar a los padres del joven y los restos mortales de la señora Marlene Ramírez.

«Logré hablar con ellos y gracias a Dios tuve una respuesta positiva, si me van a ayudar (…) Gracias a mi Dios, y seguimos en la lucha», aseguró en un audio que compartió este viernes 30 de mayo con Diario VEA.

«Mi mamá murió por el sufrimiento»

«He vivido en carne propia que una persona por sufrimiento muera», expresó Yenni Rincón en medio de lágrimas al contar a Diario VEA, el sufrimiento y calvario que vivió su madre, Marlene Josefina Ramírez, luego que Jonathan fuese detenido en Estados Unidos y trasladado posteriormente de manera ilegal al Cecot, una prisión de máxima seguridad ubicada en El Salvador.

El jueves mientras esperaba la reunión en la sede de la vicepresidencia, narró a este portal que Jonathan más allá de ser su sobrino era como su hermano, porque su mamá Marlene lo crio como un hijo, no como un nieto.

«Nos criamos como hermano, ya que mi hermana sufre de discapacidad motora, mi mamá lo crio como su hijo. Desde el primer momento que él fue llevado a El Salvador mi mamá fue decayendo poco a poco. Ella era una mujer sana, trabajadora, joven porque mi mamá tenia 60 años, y a raíz de tanto sufrimiento le dio un infarto«, dice sin poder contener el llanto.

Desde la plaza Andrés Eloy Blanco, conocida popularmente como la plaza Lina Ron, explica que su mamá falleció en Perú, país a donde emigró en compañía de una hija y un nieto, que en aquella oportunidad tenía nueve (9) años. Hasta allá la siguió Jonathan en 2018, quien posteriormente se llevó a su papá y su mamá, ambos con condiciones de salud delicada, pues la madre tiene discapacidad motora y el padre perdió un ojo, «y tiene un problema en el cuerpo, él no puede andar a pie, no puede caminar. Por eso es que Jonathan se encargaba de sus papas».

«Tenemos ahora triple preocupación», dice Yenni, para señalar que por un lado está el secuestro de Jonathan, luego la «muerte de mi mamá, quedó en Perú, fue cremada allá», indica, para añadir que los padres de Jonathan y la abuela, se iban a regresar a Venezuela. Habían recaudados recursos para los pasajes; pero a raíz de la muerte de la señora Marlene «tuvieron que agarrar todo ese dinero para la cremación para la funeraria». Esto ocasionó que los padres del joven tuvieran que quedarse en la nación inca, en donde están siendo apoyados por una expareja del padre del muchacho.

De inmediato afirma que la situación de sus familiares en Perú fue una de las razones por la que este jueves 29 de mayo acudió a la convocatoria de los familiares de los secuestrados quienes solicitaron una reunión en Vicepresidencia para conocer cómo marcha los trámites que hace el Gobierno nacional para lograr el rescate de los 252 venezolanos retenidos de manera ilegal por los regímenes de Donald Trump y Nayib Bukele.

«Yo vengo con esa intención, para ver en que nos pueden ayudar porque el proceso es costoso, no estamos hablando de que se cremó y la vamos a traer y ya, hay que agilizar una serie de documentos (…) Hay personas que están ayudando con un granito de arena»; pero tomará «tiempo, porque es costoso, para poder reunir dos pasajes allá, aparte de sacar los papeles de mi mamá para traerla», argumenta con preocupación en su voz.

20 minutos antes de morir preguntó qué se sabía de Jonathan

Narra con dolor y en medio de las lágrimas, que 20 minutos antes de morir, su mamá le preguntó telefónicamente si no se sabía nada de Jonathan. «‘¿No has sabido nada?’ No mami, se echo fue a llorar».

Buscaba mejoría en EEUU

Yenni describe a Jonathan como un muchacho hogareño, que siempre estaba pendiente de su mamá, que para él fue su abuela, del papá y de «Jacque», su madre biológica. También ayudaba a sus sobrinos. Cuando la situación económica se puso difícil en suelo peruano, el muchacho oriundo de Carabobo y quien fue funcionario policial decidió escuchar a sus amigos que le comentaban que las cosas en Estados Unidos «estaban bien», por lo que decidió irse al norte buscando mejoría para él y su familia.

«Los amigos en Estados Unidos le decían: ‘La cosa aquí está bien, están dejando pasar, tienes que ponerte legal con los papeles y todo va a estar bien’. Él decide emigrar, se fue por el Darién, llegó a la frontera, espero su cita por ICE, le salió, y pasó. No quedó detenido en ningún momento. Él no tiene tatuaje, ya ahí sabían que había sido funcionario acá en Venezuela, tenían todo su historial, el entra tranquilo«, narra Rincón.

Se estableció en Nueva York, donde primero trabajó en una pescadería, que le permitió reunir recursos y tener un carro. En ese ínterin andaba con el proceso de obtener toda su documentación para estar legal en esa nación. Una amiga le ofreció trabajar como delivery. «Él tenía el carro y uno de sus amigos los papeles (…)» trabajaban juntos y se compartían la ganancia que le arrojaba dicho empleo, cuenta la hermana-tía. «Todo chévere (…) él estaba en su proceso, del TPS (…)».

ICE hizo redada y se llevó a todos los venezolanos

El 7 de febrero de 2025 comenzó la pesadilla para Jonathan y su familia. Ese día funcionarios del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos, conocido por sus siglas en inglés, ICE, entraron a la residencia donde vivía Jonathan.

«ICE tumbó la puerta, y que buscando una persona, mentira. Ahí vivían colombianos, peruanos y venezolanos, se llevaron a todos los venezolanos», resalta Yenni Rincón, quien agrega que Jonathan «estaba dormido, porque el trabajaba delivery en la noche. Se lo llevaron y él decía todo el tiempo, ‘oye mira aquí están mis papeles (…) Yo estoy en un proceso legal de migración, no tengo tatuaje». Remarca con dolor: «Se lo llevaron nunca le dijeron nada».

El tiempo que estuvo detenido su familia se pudo comunicar con él, «no todo el tiempo porque eran costosas las llamadas para Venezuela; pero el se comunicaba con una amiga de él que fue policía aquí en Venezuela. Ella nos mantenía al tanto». La muchacha le depositaba para comida, «porque no le daban buena comida».

«No me dicen nada, no dicen qué pasa», les decía Jonathan

Yenni cuenta que cuando hablaba con él le preguntaba: ¿Qué te dicen? y Jonathan le respondía: «No me dicen nada Yenny, ya me tienen harto. Yo les digo que me expliquen porque tengo mi corte y no me llevan (…)».

Tras su detención, Jonathan fue trasladado a varios centros de detención, pasando por Nueva York, Pensilvania y Texas.

Sigue narrando Rincón, «en una de esas le dijeron que iba para Nueva York porque tiene su corte, lo engañaron porque lo llevaron para Texas». Cuando se pudo comunicar con él le preguntó si lo iban a deportar a Venezuela, le respondió: «No Yenni, lo único nuevo fue que me pusieron bragas rojas, él tenia braga azul. Entonces cuando empiezo a buscar por internet, veo que esas son para persona de alta peligrosidad. Yo decía: ¡bueno que está pasando!».

Yenni preocupada le insistía sobre que explicación le daban y él respondía insistentemente: «No yenni. no me dicen nada».

En una oportunidad le comentó: «Yo voy a pedir mi deportación para Venezuela, si tengo que volver a la policía allá, vuelvo, porque para estar así y solo aquí, yo prefiero devolverme para mi país. Vende ese carro, le envías los pasajes a mami, papi y a Jaque, que es mi hermana, porque él le dice es Jacque. Que se vayan para Venezuela y le echaremos bo.. allá, y saldremos adelante; pero yo no puedo estar así. Yo voy a pedir mi deportación«.

Voy saliendo a Venezuela, nunca llegó

En medio de esa angustia tanto para Jonathan como para Yenni y demás familiares de no saber que estaba pasando jurídicamente, llegó el 14 de marzo, día en que el joven en horas de la mañana llama a su amiga, y le pide que avise a su familia que ese día saldría deportado a Venezuela. En la tarde se comunica con Yenni, y le señala que suspendieron el vuelo porque supuestamente el avión tenía una falla y había mal clima, que al día siguiente salían.

El 15 de marzo, Jonathan llama a la amiga y dice: «Vamos saliendo para Venezuela, ya nos llamaron». Nunca llegó.

Dice Yenni que el domingo 16 de mayo cuando vio a los venezolanos secuestrados en El Salvador, ella buscó a su hermano; pero no lo logró ver. Algo le decía que estaba en la nación centroamericana. «No dormí toda esa noche. El lunes revisando, logré verlo. Mi pregunta fue ¿por que?». Agrega: «Él no tenia problema con la justicia, ni una multa (…) Él no tiene tatuaje (…)».

Mi mamá vivía llorando por su hijo

Indica Yenni que cuando Jonathan estuvo detenido en EEUU, su mamá estuvo un poco tranquila porque logró hablar con él en una oportunidad. «Por lo menos lo escuché está bien», decía la mamá-abuela; pero después que lo llevaron a El Salvador, «no supimos nada», y ahí fue donde la señora Marlene cayó en depresión, en angustia. «Ella vivía llorando».

-¿Sufría del corazón o alguna otra enfermedad?

-Nada, ella era diabética, pero mantenía sus controles, no se inyectaba insulina. Trabajadora. Voy a echarle bo.., decía.

Minutos después con lágrimas recorriendo su rostro, Yenni se pregunta cómo le dirá a Jonathan cuando sea liberado, que su mamá murió.

«Yo esperaba a mi mamá, no en una cajita» como la traerán, manifiesta con dolor. «¿Cómo le digo a él cuando venga, mi mama murió? ¿Cómo hago? Él se va a echar la culpa, aunque él no tiene culpa; porque él no quiere estar allá en El Salvador», expresa sin poder contener el dolor.

Pide a Nayib Bukele que libere a esos muchachos y al Gobierno nacional que lidera el jefe de Estado, Nicolás Maduro, que haga todo lo que pueda para liberarlo.

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