Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 17 de enero de 1793, la Convención, cuerpo colegiado que gobernaba, dictaba las leyes e impartía justicia en nombre de los franceses, condenó a morir bajo la guillotina al monarca Luis XVI o Luis Capeto, como preferían llamarle los convencionales. El dramático acuerdo se inscribía dentro del proceso de cambios sociales y políticos conocido como Revolución Francesa, cuyo influjo se mantendrá a lo largo del mundo, a diverso ritmo, durante los siguientes 150 años.

Del ‘Terror’ a la II Guerra Mundial

Así, a partir de medidas como la abolición de la esclavitud, aprobada en 1792 por la Convención, pasando por el Código Civil, decretado por Napoleón Bonaparte en 1804, hasta los procesos revolucionarios burgueses de 1830 y 1848 en el Viejo Mundo, e igualmente el ciclo de las Independencias Nacionales en los países de América Latina y el Caribe en la primera parte del siglo XIX, hasta la Revolución Rusa, a partir de febrero de 1917, así como el proceso de descolonización de África, Oriente Medio y Asia, derivado de la II Postgtuerra Mundial a partir de 1945, no hay manera de desconocer la huella de la Revolución Francesa como antecedente de dicho extenso horizonte histórico.

La idea de felicidad

A propósito de la publicación de la monumental Enciclopedia, cuya primera publicación data de 1751, una fracción de la élite de letrados en la Francia de las últimas décadas del siglo dieciocho, y que de alguna manera se conectada con los estamentos del Estado Llano -campesinos, burguesía, artesanos y el emergente proletariado urbano-, comenzó a pregonar ideas como el derecho de todos a alcanzar la dicha. Y ello chocaba directamente con el código de valores de la sociedad estamental francesa de aquel tiempo. “Existe en todas las situaciones un atractivo irresistible que lleva a todos los seres humanos hacia el mejor estado posible” (Marqués de Chastellux, De la felicidad pública, París, 1772 / En: Jacques Pirenne, Historia Universal, Tomo IV, Pág. 189). Se iniciaba una nueva era del pensamiento político y social. Y a los cambios en el imaginario colectivo se sumaban otros procesos que habrían de incidir en el surgimiento de la pólvora social para la revolución.

Crisis fiscal

Para 1789, la base social de Francia, como recuerda Jacques Pirenne, eran los campesinos, que reclamaban se les librase de las pesadas cargas impositivas que sobre sus hombros recaían. De otro lado, la nobleza y el clero, que representaban 3 por ciento de la población, estaban exentas del pago de impuesto territorial; y 4 mil familias nobles presentadas ante la Corte consumían remuneraciones por un monto de doce por ciento de los ingresos del Estado. Y a ello se aúna que los grados militares, privativos de la nobleza, requerían emolumentos que alcanzaban nueve por ciento del ingreso público. Y a lo anterior se agrega el malestar social ocasionado por el acaparamiento y especulación con los alimentos. La falta de pan condujo al ajusticiamiento de funcionarios y comerciantes tachados por la población de acaparadores.

Luis XVI

En algunos momentos el monarca dictó medidas a favor de las clases mayoritarias. Se cuenta que ante las propuestas del ministro Jacques Turgot, de eliminar cargas insoportables para el campesinado, y de imponer a los nobles y el clero el impuesto territorial, el rey, ante la coalición de clases opuestas a toda reforma, expresó “veo que solo Turgot y yo amamos al pueblo”. Sin embargo, consciente como era, al parecer, de las profundas reformas políticas y sociales de que urgía la Nación, Luis XVI careció de voluntad para sostener las iniciativas de Necker, Calonne y Turgot.

Sinóptico

1961

Patrice Lumumba

Este día fue asesinado Patrice Lumumba, quien había ejercido como Primer Ministro de la República Democrática del Congo. Sus magnicidas servían a las élites coloniales locales y grandes potencias, especialmente Bélgica y EEUU. El territorio congolés, excolonia de Bélgica posee 80 por ciento de yacimientos conocidos de coltán del planeta, y es uno de los principales reservorios de uranio y cobalto. Así, de la mina congolesa de Shinkolobwe se extrajo el uranio con el cual se fabricó la bomba atómica que habría de explotar sobre Hiroshima en 1945. En su discurso de declaratoria de la Independencia del Congo, del 16 de junio de 1961, Lumumba narró las condiciones crueles en que vivían los negros en su relación con la población de origen europeo en el Congo. Fusilado en presencia de los jefes militares Mobutu, Moisés Tshombe “y de militares belgas y de la CIA que dirigieron su fusilamiento”, habría de pasar varias semanas antes de que se hablara públicamente de la muerte. El horrendo hecho conmovió la sensibilidad de los revolucionarios y hombres honestos de todo el mundo. El 11 de diciembre de 1964, el comandante Ernesto Che Guevara, en discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, denunció que “Estados Unidos estuvo implicado en asesinado del líder congoleño Patricio Lumumba”. (https://carlosagaton).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!