Néstor Rivero Pérez

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El 23 de mayo de 1899 Cipriano Castro, a la cabeza de 60 hombres, cruzó el río Táchira, por la región fronteriza de Cúcuta, para dar inicio a la “Revolución Liberal Restauradora”, que daría al traste con el gobierno de Ignacio Andrade, para gobernar el país hasta diciembre de 1908.

Con dicho movimiento, el país vería instaurar en el poder político, además de la administración de Castro, los sucesivos gobiernos de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita.

En décadas posteriores asumirían a su vez la Presidencia de la República el dictador Marcos Pérez Jiménez. y, por vía electoral, Carlos Andrés Pérez, ambos tachirenses.

Campaña armada

Castro obtiene pequeños triunfos en los sitios de Toconó, las Pilas y el Zumbador, Tovar y Valera. En Cordero enfrenta contingentes gubernamentales sorteando la disparidad en el número para abrirse camino hacia el Centro.

Así, cuando arriba a Tocuyito, donde libra combate el 14 de septiembre de 1899, todavía no sobrepasaba los varios centenares de efectivos, frente a tropas experimentadas y conducidas por curtidos generales como Luciano Mendoza. Este último se plegará a Castro -quien recibió herida en el combate de Tocuyito-, escoltándole en su entrada triunfal a Caracas el 22 de octubre de 1899.

Caudillos y flotas imperiales

En el curso de su mandato Cipriano Castro debió dar cara a dos graves conflictos armados: el primero fue la autoproclamada “Revolución Libertadora” encabezada por el banquero y general Manuel Antonio Matos, y con patrocinio de la asfaltera estadounidense “The New York Company”.

Este movimiento, armó a muchos viejos caudillos opuestos que aspiraban suplantar al gobernante tachirense. Sin embargo, el levantamiento de los viejos caudillos termina en derrota por dos factores: uno, la fractura de su liderazgo en diciembre de 1902 a raíz del bloqueo anglo-ítalo-alemán contra Venezuela, que determina a José Manuel Hernández (el Mocho) y otros caudillos a dar su apoyo a Castro; y dos, la consistente respuesta armada de Castro contra los focos que se mantuvieron en armas luego de la derrota de los insurrectos en La Victoria, plaza que se vio rodeada por 14 mil seguidores de Matos contra 9 mil de Cipriano Castro.

Las fuerzas gubernamentales, aunque de menor número, contaron con un mejor plan de operaciones y armamento moderno, fusiles de repetición máuser y cañones Krupp de tiro rápido, que por primera vez se empleaban en Venezuela.

El segundo gran conflicto que confrontó el gobierno de Cipriano Castro fue precisamente el bloqueo naval por potencias europeas contra Venezuela -entre diciembre de 1902 y primeros meses de 1903-, con pretensiones de hacerse pagar de modo compulsivo con sus acorazados y cañones, deudas que el país no estaba en condiciones de cancelar de modo instantáneo. Al final la agresión se contuvo por mediación de EEUU.

Primeras concesiones

En 1905 comenzó, en pleno mandato de Castro, el otorgamiento sin control de concesiones para la exploración de petróleo en Venezuela. Para ese tiempo, la demanda del oro negro en el mercado mundial comenzaba a sustituir al carbón como principal energía de la industria, y su derivado la gasolina, resultaba indispensable para la movilidad de vehículos automotores, rama que se iniciaba en Francia y EEUU.

¿Desconocimiento de Cipriano Castro en materia de concesiones? Pudo suceder, por cuanto su vocación nacionalista fue indiscutible, llevándole a enemistarse con las potencias europeas en 1902 y al año siguiente con el gobierno de EEUU. En todo caso en su oficio de historiador Federico Brito Figueroa reconoce su vena patriótica ante las “agresiones armadas del imperialismo, a las cuales se enfrenta con decisión el dictador Cipriano Castro, haciendo gala y exaltando un nacionalismo bárbaro y primitivo que en la práctica obstaculiza la rapaz penetración de los colonizadores contemporáneos”.

Sinóptico

1819

Campaña sobre Nueva Granada

Este día en el Caserío El Setenta (Apure), en consejo de guerra conformado por José Antonio Anzoátegui, Pedro Briceño Méndez, Cruz Carrillo, Juan Guillermo Iribarren, Ambrosio Plaza y Manuel Manrique, el Libertador Simón Bolívar expone su audaz plan de llevar la guerra a Nueva Granada para sorprender a los realistas y dar la independencia a dicho territorio.

En esos días esta idea constituía un hecho inesperado para los monárquicos: el traslado de las hostilidades a territorio de Nueva Granada, puesto que Morillo se retiraba del Apure vía Barinas hacia el Guárico y los cuerpos españoles del vecino país tenían como centro de operaciones los valles centrales, desde Sogamoso y Tunja, hasta Bogotá. La reunión de El Setenta tuvo como sede una choza carente de techo y de asientos, las calaveras de algunas reses.

Debían vencer obstáculos de la naturaleza, como el ascenso del Páramo de Pisba. Ya el año anterior Bolívar había dotado de armamento a Francisco de Paula Santander, ascendiéndolo a general de brigada, para que operase en Casanare.

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