VEA/ Carlos Batatin

En la lejana Islandia, remoto territorio insular ubicado  en el Atlántico Norte de Europa, los jueves la población acude “en masa a la noche de karaoke en el centro de Reikiavik, la capital, gritando en el micrófono interpretaciones de todos los clásicos. Se abrazan y se besan, mientras gotitas de saliva vuelan por el aire”.

De acuerdo con un trabajo  escrito por  el corresponsal de BBC News, Jean Mackenzie,y publicado en el portal https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-56492228, “solo hay 20 casos confirmados de coronavirus al momento de redactar este artículo. Una persona está siendo tratada en el hospital y solo ha tenido un total de 29 muertes, lo que equivale a 8,5 por cada 100.000 personas”.

Su población está cercana a los 500 mil habitantes y están bastante orgullosos de su éxito, entre ellos,  el doctor Thorolfur Gudnason, el epidemiólogo jefe de Islandia, quien precisa  que se venía preparando para esta pandemia durante 15 años”. «Decidimos de inmediato lo que haríamos: realizar pruebas, rastrear contactos y aislar a todos los diagnosticados. Hicimos esto de manera agresiva, desde el primer día».

Relata Mackenzie, que Islandia su primera ola del virus estuvo  bajo control rápidamente y, en mayo de 2020, la gente había comenzado a declarar al país libre de coronavirus.

“Las cosas siguieron así por un tiempo, pero a fines del verano, Islandia fue golpeada inesperadamente por otra ola más feroz, después de que dos turistas que dieron positivo rompieron las reglas de su aislamiento”, indica el escrito.

Posteriormente, luego de erradicar el virus internamente,  las autoridades de Islandia, tomaron nuevas medidas desde junio del año pasado, porque en el único aeropuerto que tiene ese país,  todos los pasajeros que llegan han sido puestos en cuarentena y hay pruebas obligatorias. «Siguiente, grita una enfermera antes de meter un hisopo en mi nariz y bajar por la garganta, todo antes del control de pasaportes”.

Para el corresponsal de BBC News, “algo que algunos países tardaron casi un año en descifrar, Islandia lo descubrió en unos meses. Si la sociedad tenía alguna posibilidad de reabrirse, el virus tenía que ser contenido al entrar”.

En la ciudad de Reikiavik, funciona una de las principales empresas de genética humana del mundo, dirigida por Kari Stefansson, quien acordó poner en manos de los científicos sus laboratorios de última generación para rastrear la propagación.

«Al principio, esto parecía la extinción de la humanidad, así que nos lanzamos con toda nuestra fuerza», dijo Stefansson, al tiempo que agregó que “somos una pequeña comunidad. Todos sabían que podíamos hacer esto, así que estaba claro que teníamos que hacerlo».

Desde entonces, sus equipos han secuenciado cada caso positivo para comprender cómo se está propagando y cambiando. Señala que como el virus muta con cada cuarta transmisión, el 25% de las veces, ellos pueden averiguar quién se lo ha transmitido a quién. «¿Se lo transmitió Juan a Pedro o Pedro a Juan?».

Antes de concluir su reportaje resalta Jean Mackenzie, que durante semanas, Islandia ha experimentado un serie de miles de terremotos al día y ha quedado claro que la pandemia es solo otra catástrofe que manejar. La primera ministra Katrin Jakobsdottir, incluso admitió que tenía los mismos equipos trabajando en ambos frentes.

En la actualidad, las piscinas de aguas termales están abiertas y a los restaurantes les va muy bien. Islandia ha sufrido mucho menos que otros países durante la pandemia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!