Eugenia Russian

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La conmemoración de las comunidades cristianas de América por los 43 años del asesinato del obispo mártir de El Salvador, Oscar Arnulfo Romero, se realiza en preparación a la Semana Santa, en este tiempo crucial para la vida de la gente y del planeta. “El corazón de El Salvador marcaba 24 de marzo y de agonía”, como lo menciona Pedro Casaldáliga, del Obispo Romero, a su acogida como Santo Latinoamericano, una canonización hecha ecuménicamente, por comunidades populares de todo el continente mestizo. El pueblo te hizo santo y los pobres te enseñaron a leer el evangelio.

La conversión de Romero lo llevó a convertirse en referencia ética para los movimientos populares de su país, oprimido por una oligarquía terrateniente.

Oscar Arnulfo Romero fue nombrado arzobispo de El Salvador, con amplio reconocimiento por sectores conservadores de la Iglesia. Sin embargo, la amplitud de espíritu lo llevó a una profunda conversión, al ver el sufrimiento de su pueblo y el martirio de sacerdotes de profundo compromiso con los pobres, como Rutilio Grande.

Hoy muchas comunidades cristianas y de buena voluntad del continente y del mundo, proclaman al igual que Casaldáliga, lo siguiente: “Estamos otra vez en pie de testimonio, San Romero de América, pastor y mártir nuestro. Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra. Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente. Romero de la Pascua Latinoamericana”. La espiritualidad encarnada y liberadora del mártir resulta un faro iluminador para la conformación de la conciencia planetaria; Romero seguirá presente como fortaleza espiritual muy necesaria en estos tiempos difíciles, para superar las amenazas y manipulaciones del sistema opresor imperial y avanzar hacia la Patria Grande con la alegría del Evangelio.

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