Lic. Ylenia Estrada

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¡Claro que sí..!  Nuestros soldados son de la Patria, no son ni serán jamás mercenarios; su traje verde oliva es la piel de la Patria, van al combate con el morral lleno de sueños libertarios, de ilusiones, mucho compromiso pasión y fervor patrio.

Aquí no se les ahoga en drogas ni se les practica la lobotomía moral para que vayan a cumplir la misión de ser expresión de la sevicia imperial. Son hijos de la Patria paridos en el vientre de las madres procesadoras, de las jefas de calle o comunidad, de las madres del barrio, de las milicianas, de las docentes o enfermeras, etc.

Nuestros muchachos huelen a guayoyo tempranero, a arepa tostada o a mastranto, llevan en el pecho el canto de la paraulata, del turpial y del saucelito; el azul de sus ojos es el que surge de tanto mirar cielo llenos de esperanza o a nuestro mar Caribe, genética espiritual, no biológica; sus madres acostumbran a amamantar a los niños cuyas madres por cualquier circunstancia no pueden hacerlo, y dice José Garcés, colega y cantautor ¡que lo hacen con carburo..!

¿Será de allí que les viene lo de inusuales y extraordinarios..? Así somos, nos compartimos los hijos, la leche y el amor por ellos, que luego serán soldados de la Patria en la trinchera que les corresponda, según su vocación profesional.

Somos maravillosos, no hay duda, es imposible no amar a nuestro pueblo, y qué decir del gesto amoroso del personal del Periférico de Coche cantándole cumpleaños a una anciana con Covid-19.  Llanto colectivo.

Y así, ustedes siguen alucinando con que un día van a venir y comenzarán a cargar toneladas y toneladas de oro, bauxita, hierro, petróleo, gas, aluminio, maderas, y pierdo la cuenta de cuántas cosas más. (Como si no hubiese pueblo digno, alzado y expectante), porque por culpa de Chávez hubo una interrupción importante, que ustedes han logrado recuperar con creces, porque tuvieron la suerte de encontrar otro mutante, un ser sin alma, que parece gente pero no lo es, Alí-Guaidó y sus cuarenta ladrones; son poquiticos, pero cuánta maldad albergan.

Entretanto continuamos bajo la sentencia del director de esta trinchera, Ildegar Gil: “Los derrotaremos con la paz”, pero para que estén alertas les contaremos que tenemos una amiga “mil-anciana”, 69.8 años, cabo segundo del estado bolivariano Miranda, que en su haber tiene dos artroscopias de rodilla, una prótesis allí mismo, una fractura del trocánter mayor y otra de la primera vértebra lumbar; además es diabética, hipertensa y tiene una catarata en el ojo derecho, soportado todo con informes médicos, pero la última vez que fue al polígono, de 10 pegó 6.

Como diría Diosdado: “Dale pues”.  Ante la pregunta: ¿y cómo..?, responde: “La culpa es de mi comandanta, que nos da instrucciones perfectas y además cada munición lleva un nombre y un apellido, que las convierten en municiones inteligentes como el Iglas”… Impelable, además de alinear bien el alza y el guion, ustedes verán; nosotros preferimos hacerle caso a Ildegar aunque ante la terquedad que siempre muestran Diosdado les recomienda: “No se equivoquen, puede que entren pero vamos a ver cómo salen”.

¿Y ustedes saben cosa peligrosa?, cuando los venezolanos perdemos la paciencia, no les queremos ni contar. Para mayor precisión, parafraseamos a Capriles; cuando nos “arrechemos”, los oiremos huir despavoridos gritando: “¡Maisanta, que son bastantes!”, como en Vietnam, ¿se acuerdan? Porque de milicianos nada más, van sobre los cuatro millones y medio; pero tampoco es tan preocupante porque los venezolanos tenemos una forma mágica en la química sanguínea: “Miel y chirel”, que se reparten según los méritos acumulados… ¿Y será que a ustedes van a darle chirel? Según Ildegar no; vamos a esperar, pero nosotros creemos que miel tampoco.

No se vuelvan a confundir creyendo que nos han provocado cuatro pérdidas; tenemos cuatro nuevos gigantes que se inmortalizaron, su sangre fertiliza nuestra tierra, de donde continuarán germinando patriotas. ¡Horror a la oligarquía!, de toda la Patria Grande.

 Cuando las guarimbas de 2014, parábamos a los guardias nacionales para decirles con la mano en el pecho y agarrando la manga de su uniforme: “Dios bendiga a mi pueblo vestido de Patria; nosotros contamos con ustedes, pero ustedes saben que cuentan con nosotros”; a algunos les brotaban lágrimas. Esto fue evolucionando hasta que se convirtió en la “Bendición del Miliciano”, para luego generalizarse a los cuerpos uniformados, bomberos, policías, etc. Dice así: “Dios bendiga a mi pueblo vestido de Patria, Patria hermosa de donde eres tú, tus padres, tu esposa, tus hijos, maestros, profesores e instructores, y todas aquellas personas que con su palabra  y su ejemplo han hecho de ti el hombre bueno y noble y que ahora eres capaz de dar la vida por la Patria”.

Hemos comprendido con Alí, el padre cantor, que la “Patria es el hombre” y con Chávez que además es el territorio, la población, sus recursos y sus instituciones, hecho que está muy claro en la conciencia de nuestros soldados; ellos saben qué es lo que hay que defender, de quiénes, cómo hay que hacerlo y cuándo.

No lo olviden: “El velo se rasgó y hemos visto la verdad”, sobre todo después que Chávez terminó de romperlo.

“Ana Karina rote aunicon paparoto mantoro itoto manto”, que significa “Solo nosotros somos gente, aquí no hay cobardes ni nadie se rinde, y esta tierra es nuestra”. Después no vengan a llorar, porque verdugo no pide clemencia.

Nosotros no usaremos el argumento de que nos faltó tiempo, porque además, como les dijo el Comandante Eterno, lo que nos sobra son cojones -desde que llegaron los primeros saqueadores- para sacar a los de ayer y a los de hoy con los mismos cojones, pero más fortalecidos.

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