Néstor Rivero Pérez

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El 29 de mayo de 1948, el presidente de la República, don Rómulo Gallegos, dictó el decreto mediante el cual se declara al Araguaney como “Árbol Nacional”, contribuyendo con dicha iniciativa a dotar al país de la integralidad de sus símbolos y significados e identidad de la población, con sus paisajes, recursos naturales, cultura e historia. El Maestro Gallegos definió la ocasión como “día de primavera dorada».

Nacionalismo cultural

El nacionalismo cultural ha sido una corriente hispanoamericana que busca en las huellas del pasado cultural, étnico y territorial de una nación, elementos de cohesión espiritual y emocional para el impulso de un proyecto de independencia nacional e integración regional. Y en este sentido, la Administración del novelista había comenzado bajo el signo del nacionalismo cultural, con una gala de arte y manifestaciones del folclor nativo, que bajo la dirección del poeta Juan Liscano, se llevó a cabo en el Nuevo Circo de Caracas, el 17 de febrero de 1948 día de la toma de posesión. Allí se escenificaron pasajes, danzas y cantos de las distintas regiones del país. Y este inicio gubernamental, que expresaba una sensibilidad y conciencia del ser y querer venezolanos, operó a manera de gran preludio para el decreto que tres meses después elevaría al Araguaney a la categoría de portaestandarte de la vegetación nacional.

Autor de la propuesta

La idea de la propuesta formal nació en forma conjunta durante la gestión de Luis B. Prieto Figueroa como ministro de Educación, y Ricardo Montilla como titular de Agricultura y Cría. En la solicitud se sostiene que dicha especie, botánicamente clasificada como Handroanthus chrysanthus, constituye llamativa expresión del bosque nacional. Sus flores, que alcanzan el mayor esplendor entre mayo y junio con un intensísimo tono amarillo, atrayendo la atención del más distraído ante los paisajes, por el tipo de coloratura tan propia y que se ve de trecho en trecho en la franja intertropical, entre los 1.700 m de altitud y el nivel del mar.

Descripción

En algunas regiones del país se le denomina “guayacán, roble amarillo, cañahuate, zapatillo, zapito y tajibo (una variedad de él puede observarse desde México hasta Ecuador)” [Fuente: https://www.ivenezuela.travel].

El decreto

Desde 1905, por decreto del general Cipriano Castro, se debía celebrar la Fiesta del Árbol en todos planteles educativos del país cada 23 de mayo. La fecha se verá en 1909, trasladada al 15 de mayo; estas actuaciones dan inicio a una loable tradición de identidad paisajística y floral del país. Y para 1948, ocupando el solio presidencial Rómulo Gallegos, debía resultarle corolario de su obra, la rúbrica de un decreto sobre el Día del Árbol. Tres años después la Junta de Gobierno, presidida por Germán Suárez Flamerich, “dispone celebrar la Semana del Árbol, tomando como día el último domingo de mayo” [http://www.mincultura.gob.ve]. Al lado de especies de la fauna en peligro, como la danta, el murciélago y pumas y vegetales, caso del chaparro y la bromeliácea, el araguaney engalana con su encendido amarillo por esta temporada, el Parque Nacional Henry Pittier. En Caracas se pueden observar especímenes en Los Palos Grandes, en el Waraira Repano y hasta en el liceo Andrés Bello, en la avenida México.

El Araguaney

“(…) no fue fácil su escogencia como Árbol Nacional. Existen otros de gran prestancia, pero se impuso la realidad de su florecimiento llamativo y esplendente durante los meses de enero a abril. El poeta Jorge Schnmidke le cantó un día al Araguaney: “En la alta cumbre, en la cañada honda / en el valle feroz y en la pradera, / para hospedar la núbil primavera / alza el Araguaney su tienda blonda. / Su copa de amarilla vestidura / prende de la catedral de la espesura / su calendro de doradas flamas / porque la magia que su tronco encierra / chupa el oro de la tierra / y lo presenta en flor sobre las ramas” (Fuente: Américo Fernández (1983). Cronología de Venezuela – En: https://viceacademico.uc.edu.ve).

Sinóptico

1815

Simón Bolívar planeó viaje a Inglaterra

Este día el Libertador Simón Bolívar, exiliado en Kingston (Jamaica) solicitó al gobernador de dicha posesión británica, le diese pasaporte para viajar a Londres, donde pensaba gestionar apoyos para la causa patriota en la Guerra de Independencia contra España. Bolívar transmitió su idea de viajar a la capital inglesa a Sir Richard Wellesley, titular británico de Relaciones Exteriores y a quien conoció en 1810 en la misión diplomática que, a nombre de la Junta Suprema de Caracas, cumplió Bolívar.

A Wellesley le indica: “Iré en su busca a esa soberbia capital; si fuere preciso marcharé hasta el Polo”. A Maxwell Hyslop, su benefactor de Jamaica, le escribe para pedir un préstamo para el viaje, pidiendo que se le evite “la cruel humillación de implorar auxilios a hombres más insensibles que su oro mismo”.

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