Néstor Rivero Pérez

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El 15 de noviembre de 1280 -de acuerdo al calendario juliano- falleció en Colonia (Alemania) Alberto Magno, doctor de la Iglesia y quien se adelantó a muchos de los sabios del Medioevo, promoviendo y cultivando con logros específicos del conocimiento, en ramos como la música, economía, entomología, geografía, botánica y química. Del mismo modo ejerció con talento la docencia; su afición y contribuciones le han acreditado como el Santo Patrono de la ciencia química, reconociéndose en varios países su natalicio como Día de la Ciencia Química. Alberto Magno es venerado por la Iglesia católica, además por los seguidores del luteranismo y los anglicanos.

 

Querella y acompañamiento

En el curso de los siglos la relación entre religión y ciencia ha conocido capítulos ora trágicos, ora luminosos. En la querella entre el credo católico que  predicaba el obispo Cirilo contra los paganos del puerto de Alejandría en 466 dC, fue linchada Hipatia, eximia investigadora de las postrimerías de la antigüedad. Durante la generación europea que antecedió a Gregorio Magno, el papa Lucio III estableció en Francia el Santo Oficio, con el fin de enjuiciar, bajo el cargo de herejía, a quienes se involucraran con la rebelión cátara. Y de este origen, la Inquisición extendería en los siguientes siglos su acción a otros países del Viejo Continente, como se constata en la incineración con vida en 1600, de Giordano Bruno, en Roma, y Cayetano Ripoll. Los calvinistas de Ginebra reproducirían dicho castigo, llevando a la hoguera a Miguel de Servet. No obstante, de otra parte, la Iglesia Católica produjo figuras que prohijaron de forma resuelta el avance de la ciencia y el conocimiento, entre quienes destacan el monje franciscano Roger Bacon, contemporáneo de San Gregorio Magno y a quien se reputa como creador del método científico. Es irrefutable la transformación que en todo orden de paradigmas a que dio lugar la obra Sobre las revoluciones de los orbes celestes, de Nicolás Copérnico, aldabonazo de la modernidad y antecedente directo de la Revolución Científica, que entre los siglos XVI y XVII, habrían de capitanear Galileo Galilei e Isaac Newton, respectivamente. En todo caso, en el extenso período de los diez siglos de la Edad Media europea, casi únicamente en las bibliotecas y repositorios de los monasterios, se conservó y transcribió por copistas y monjes los manuscritos heredados de Grecia y Roma, en tiempos en que se desconocía la imprenta de tipos móviles: He allí la explicación del dual desempeño de la Iglesia respecto a ciencia y humanismo.

 

Alberto Magno

Este devoto ingresó en Padua a la orden de los dominicos, doctorándose en cánones en 1245. La orden había sido creada veinte años antes por Domingo de Guzmán. Sin embargo, al margen de las lecciones del fundador, Gregorio Magno supo cultivar desde temprano su inclinación de polímata, adentrándose en campos ajenos al propiamente teológico. Así, se iniciará como traductor de textos de Aristóteles, con comentarios propios e incluyendo experimentos. En 1250 Alejandro Magno lograría aislar el arsénico, elemento cuyo estudio había iniciado Galeno diez centurias atrás, aunque con las imprecisiones derivadas de la época. Por esos años Gregorio Magno ya defendía la noción acerca de la esfericidad de la Tierra. “Sus obras, recogidas en 21 volúmenes, fueron publicadas en Lyon en 1629” [Wikipedia]. Este Santo Patrono de la Química escribió en algún momento, una firme defensa de la filosofía, sosteniendo que esta se veía atacada por predicadores, a quienes califica como “bestias brutas que blasfeman lo que ignoran” [https://akifrases.com].

 

La química en su obra

“[Gregorio Magno] no descubrió ni realizó experiencias importantes en el laboratorio, pero como filósofo especulativo supo descubrir procesos y aparatos que estaban ocultos para otros, en textos de Aristóteles (…) los pasajes sobre hierro y acero “se han considerado como precursores de Biringuccio, Agrícola, Porta y otros escritores y metalúrgicos”. Sus obras, Liber ignium y Mappae clavicula, incluyen instrucciones para extinguir los fuegos con arena, barro, alumbre, orina y vinagre” [Manuel Castillo Martos / https://cgquimicos.com].

Sinóptico

1873

Este día nació en Valencia (Carabobo), Joaquín Pérez Mujica, cuya obra escultórica reivindica el pasado nacional, destacándose la estatua ecuestre de José Antonio Páez, de 1903, referida a la escena del “Vuelvan Caras”, en la Plaza de La República, en El Paraíso (Caracas). Creación especial suya es el bronce Guaicaipuro Combatiente, impresionante estatua que identifica la principal plaza de Los Teques, capital del estado Miranda. Pérez Mujica recoge la postura del magno cacique patrio en su momento más gallardo, cuando armado de la pica se apresta a asestar el golpe sobre el adversario que invadía su tierra. Otras obras suyas fueron los bustos de Ambrosio Plaza y Manuel Cedeño en la plaza Carabobo, de Caracas.

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