Néstor Rivero Pérez

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El 25 de octubre de 1647, a sus 39 años, falleció en Florencia (Italia) Evangelista Torricelli, quien se labró un puesto en la historia debido a la invención del barómetro de mercurio, instrumento que hizo posible medir la presión atmosférica. Torricelli murió víctima de fiebre tifoidea, una de las epidemias que periódicamente diezmaban a la población del Viejo Mundo, en tiempos en que se desconocía la vacuna y otras técnicas de salubridad colectiva.

 

Principio de Bernoulli

Torricelli se había inspirado en los estudios del matemático, físico y médico holandés Daniel Bernoulli, quien honraba la tradición de una familia cuyos miembros ya habían dado valiosos aportes a la investigación pura y en ciencias aplicadas y quien estableció el principio físico que lleva su nombre y según el cual “para un fluido ideal a lo largo de un conducto cerrado, la energía permanece constante” [https://www.fisicapractica.].

Con este y otros antecedentes que conoció en los libros de Galileo Galilei -quien sería su mentor académico entre 1641 y 1642-, el investigador faenzano experimentó con el mercurio, mineral que si bien tiene efectos nocivos al llegar en forma gaseosa a la atmósfera, o las aguas, su característica de asumir un estado licuoso a temperatura ambiente, le concede una función de auxiliar de primer orden para medir la presión atmosférica.

El aire pesa

Y esta característica fue confirmada por Torricelli, quien en 1644, empleando un tubo de un metro de longitud que contenía mercurio en sus dos terceras partes, con una boca cubierta y la otra despejada, procedió a voltearlo para introducirlo por la boca abierta en un recipiente repleto de mercurio.

Ello le permitió constatar que el mercurio que reposaba en el envase dentro de la boca abierta del tubo, recibía presión hacia abajo del aire que circulaba en la habitación, obligando a “parte del metal empujar hacia arriba en el tubo.

Cuando disminuía la presión del aire, el mercurio en el tubo volvía a caer en la taza” [https://www.pasionporvolar.]. De este modo Torricelli descubrió el principio de la presión atmosférica.

Entre las conclusiones de Torricelli, tras repetir varias veces su experimento, está la de que cuando el aire está húmedo pesa más que el seco, debido al vapor de agua que contiene, lo que repercute en su presión sobre cada unidad de superficie en la que actúa, así como que dicha presión atmosférica se expande en todas las direcciones.

Conviene indicar que en el origen de dicho experimento no estaba la preocupación del físico por la presión atmosférica, sino el muy rupestre deseo de encontrar un modo de elevar “el agua de un pozo con la ayuda de una bomba” [https://juperez.webs.ull.es].

¿Horror vacui?

En todo caso, Torricelli en su siglo -el XVII-, dio un paso decisivo en el estudio de la atmósfera, contribuyendo al descifrado de distintos enigmas durante las décadas subsiguientes. En 1824, Sadi Carnot enunció el primer principio de la termodinámica, también conocido como Ley de Conservación de la Energía, de acuerdo a la cual “la energía total de un sistema aislado permanece constante, o que la energía no se crea ni se destruye, únicamente se transforma” [https://www.ecured.cu].

Se respondía de este modo a la suposición aristotélica, según la cual la naturaleza teme al vacío, idea derivada de la incomprensión de los fenómenos atmosféricos.

Hoy

En el último siglo la prosecución de la revolución científica iniciada en el siglo XVII, entre cuyos adalides destacó Torricelli, planteó nuevos retos.

Así, una mejor caracterización de la atmósfera la define como “mezcla de gases en la que predominan el nitrógeno y el oxígeno, con trazas de otros gases como argón, dióxido de carbono, hidrógeno, metano, monóxido de carbono, vapor de agua y ozono” [https://www.lifeder.com]. Y como atractor de dicha capa gaseosa opera la facultad gravitatoria del planeta, que obliga a dicho conjunto a permanecer en torno a la geósfera y orbitar con ella alrededor del Sol.

Sinóptico

1983

Invasión de Grenada

Este día, cuerpos de marines estadounidenses, por instrucciones del presidente Ronald Reagan, y sus aliados Jamaica, Barbados y otros Estados-islas del Caribe oriental, tomaron control de la isla de Grenada, gobernada por un liderazgo progresista y de izquierda establecido por Maurice Bishop, quien había sido asesinado semanas antes de la invasión. En los últimos 80 años las intervenciones armadas y desestabilizaciones geopolíticas de países por parte de EE. UU., tomaron como objetivo a Nicaragua en varias ocasiones, República Dominicana, Panamá y la casi minúscula de Grenada.

Durante la invasión, los siete mil efectivos estadounidenses y 300 aliados de otros países, encontraron resistencia patriótica en Grenada. Al segundo día de combate, EE. UU. envió refuerzos para someter a los granadenses, lográndolo por la superioridad de hombres y medios. La ocupación se mantuvo hasta diciembre de ese año.

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