Néstor Rivero Pérez

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El 16 de febrero de 1936, en medio de una elevada tensión política que polarizaba la controversia política entre las fuerzas progresistas y de izquierda de una parte, y de la otra las tradicionalistas de la derecha y el fascismo, la primera obtuvo el triunfo.

La II República

Con una larga tradición de rebeldía frente al absolutismo, España dio con la Constitución de Cádiz de 1812, sus primeros pasos a un modelo de tolerancia. Sería en 1873 cuando tras la abdicación de Amadeo de Saboya se proclame la I República. Dos años después se reinstala la monarquía. Y en 1931 el rey Alfonso XIII, ante los desastrosos resultados que dieran para sus partidarios los comicios municipales de ese año, repetiría la escena: Tras abdicar marchó al exilio aunque con mayor precipitación que Amadeo. De inmediato Valencia, Madrid, Barcelona y otras capitales donde los republicanos habían triunfado, izaron la bandera del nuevo régimen. Quedó consagrada la Segunda República española, que se mantuvo hasta 1939.

 

Frente y elecciones

A lo largo de los ocho años de su existencia, la II República dejó aflorar profundas incoherencias en el seno de su liderazgo. Mientras que en 1934 el gobierno de derecha de Alejandro Lerroux se apoya en el general Francisco Franco, por entonces tenido como “partidario de la institucionalidad”, para reprimir la Comuna de Asturias –organización popular contra la cual movilizó unidades coloniales marroquíes, caracterizadas por la brutalidad de sus métodos-, de otra parte contendía en las Cortes las visiones más antagónicas, desde el fascismo hasta la izquierda radical. En 1935 Manuel Azaña, de la moderada Izquierda Republicana, ofreció al PSOE una alianza para mantener a raya a la derecha y alcanzar mutuos beneficios electorales. Dentro del PSOE el ala de Francisco Largo Caballero impuso la inclusión del Partido Comunista Español en la alianza. El PCE atendía a la política exterior de la URSS de impulsar “Frentes Antifascistas”. La coalición asume el nombre de Frente Popular. Y este ganará las elecciones del 16 de febrero de 1936.

Las dos Españas

Heredera de una tradición de violencia civil impregnada de fanatismo medieval, España manifestaba en el siglo XX la misma pugnaz intolerancia que en el siglo XV los partidarios de Isabel y Fernando contra los moros, judíos y “marranos”, y que en el siglo XIX los carlistas ultramontanos contra los liberales isabelinos. Así, a la constitución del Frente Popular, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) lanza su lema de guerra según el cual el FP constituía “un pacto revolucionario bolchevique que liquidaría a la nación a causa de las disputas regionalistas o la influencia de la nueva potencia comunista, la URSS”. A esta prédica, en una nación con mayoría confesionalmente católica se unirá José Antonio Primo de Rivera, auténtico ideólogo del fascismo peninsular e hijo del exdictador Miguel Primo de Rivera. J. A. Primo de Rivera organizó la Falange Española como cuerpos de choque de la derecha, ejecutores de atentados y asesinatos, contribuyendo de este modo a desestabilizar la II República.

República aislada

La falta de ayuda al bando republicano por parte de las democracias occidentales -al tiempo que el bando “nacionalista” jefaturado por Francisco Franco contaba con el abundante apoyo aéreo del III Reich alemán y tanques y tropas italianas de Benito Mussolini- derivó en la paulatina ocupación de España por los nacionalistas, no obstante que estos nunca obtuvieron el voto mayoritario de la población cuando sus voceros políticos se medían en las urnas, como lo testimonia la experiencia de José Gil Robles por la CEDA y José Antonio Primo de Rivera, de la Falange Española. Luego de insurgir en julio de 1936 desde las Islas Canarias, el general Franco para ponerse al frente de la conspiración, hizo a un lado toda convención política, incluso con la misma derecha y solo la asimiló cuando pudo asegurarse su comando supremo, a finales de la contienda.

Sinóptico

1985

Alí Primera

Este día falleció en un accidente de tránsito el cantautor falconiano Alí Primera, principal exponente del canto social con expresiones de identidad territorial e histórica venezolanas. La riqueza de sonoridades que brotaba de la garganta de Alí, así como del rasgueo del cuatro y la guitarra en manos del Cantor Necesario, dieron a sus interpretaciones una fuerza emocional que todavía hoy sorprende a las nuevas generaciones por su tesitura y mensaje social.

Alí invita a los latinoamericanos a elevar su tono cada vez que se topan en el camino de su dignidad, con las murallas del egoísmo construidas por los dueños del gran capital para detener el torrente de humanidad de quienes quedaron condenados a contemplar siempre del lado de afuera las vitrinas del bienestar. Se le verá fomentar con sus composiciones la unidad de la izquierda. El 16 de febrero de 1985, tras salir de su casa, Alí pierde la vida en desafortunado accidente vial.

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