Néstor Rivero Pérez

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El 10 de noviembre de 1799 (fecha que se identifica como “18 de Brumario” en el calendario aprobado por la Revolución Francesa) se materializó el golpe de Estado que entregó el poder al general Napoleón Bonaparte, quien gobernaría de modo personalista durante los siguientes 15 años.

  

Nuevo calendario

El 22 de septiembre de 1792 comenzó a aplicarse de facto el nuevo “calendario republicano”, cuya vigencia formal fue dispuesta por la Convención Nacional para el 25 de octubre del año siguiente. Fue diseñado por el matemático Gilbert Romme, con apoyo de los célebres astrónomos Lalande y Laplace.

Este sistema de división y medición del tiempo perseguía ajustar el funcionamiento institucional a criterios de racionalidad, con base en el sistema métrico decimal y soslayando cualquier referencia religiosa. “Para los revolucionarios el viejo calendario seguía normas irracionales, con meses irregulares, semanas de siete días que no encajaban en los meses” (https://revistadehistoria.es).

 

Los dos “Brumarios”

El nuevo calendario modificó el nombre de los meses y los días agrupándolos a partir de las cuatro estaciones. El lapso de Vendimiario incluía al mes de Brumaire (Brumario), del 22 de octubre al 22 de noviembre en términos del calendario gregoriano.

Así al día 18 de Brumario (que corresponde al 10 de noviembre gregoriano) se le denominó “dentelaria”, nombre de una flor otoñal.

A cincuenta y dos años de distancia de los hechos, su sobrino, Luis Napoleón Bonaparte, dirigió en Francia otro golpe de Estado, esta vez el 2 de diciembre de 1851, y se encumbró como Napoleón II. Carlos Marx estudió el suceso en su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

 

Los Quinientos

Napoleón Bonaparte, tras dejar sus ejércitos en Egipto, retornó secretamente en 1799 a Francia con el designio de asumir el poder.

Luego de acordar con los factores que en París repudiaban el régimen del Directorio, presidido por Paul Barrás, (banqueros, militares, antiguos jacobinos, girondinos y algunos integrantes del propio gabinete del Directorio, entre quienes destacaban Roger Ducós, Enmanuel Sieyes y el ministro de Policía, José Fouché) el futuro emperador, acompañado de su escolta personal, el día 18 de Brumario, se encaminó al edificio donde sesionaba la Cámara de los Quinientos y dio un breve discurso con el que pretendió infructuosamente disolver la corporación.

Ahogado por los gritos de los diputados Napoléon debió retirarse y a poco ingresa en el edificio su hermano, Luciano Bonaparte, junto a un piquete de soldados con bayonetas caladas que disgregan la asamblea: se consuma el Golpe de Estado.

 

Prestigio

Bonaparte impuso su nombre a partir de la aureola de sus triunfos militares en Italia entre 1796 y 1797 al tiempo que la burguesía mercantil y financiera gala, ante un Directorio envuelto en ineptitud e intrigas, quiso asegurar la estabilidad para sus negocios cuando se percibía la amenaza “de que Francia fuera invadida nuevamente por las tropas de la Segunda Coalición, Inglaterra, Austria, el Imperio ruso, entre otros” (https://nucleovisual.com).

Entre las medidas con que inició su gestión destacaron la disciplina en las finanzas, la construcción de caminos, la reorganización de la enseñanza y el control de la seguridad interior. Y contuvo las tendencias radicales jacobinas y protosocialistas desprendidas del ciclo revolucionario que entre 1789 y 1799 habían sacudido la tierra del Sena y los Alpes.

 

Sinóptico

1999

Ciencia para la paz

Este día la Conferencia Mundial sobre la Ciencia, celebrada en Budapest, Hungría, aprobó celebrar cada 10 de noviembre el Día Mundial de la Ciencia y la Paz. Los enunciados que se reivindican con esta efeméride pretenden crear una clara noción acerca del modo responsable en que debe ser gestionado el conocimiento científico, tecnológico e innovador, dado su poderoso impacto en la vida de las personas y comunidades.

Así, la Declaración de Budapest puntualiza la necesidad de que la “práctica de la investigación científica y la utilización del conocimiento deberían siempre orientarse al bienestar de la humanidad, incluida la lucha contra la pobreza, y respetar la dignidad y los derechos de los seres humanos, así como el entorno medioambiental global”.

Este magno cometido se conjuga con la grave responsabilidad que las actuales generaciones adquieren con el porvenir en lo atinente al ejercicio ético y a compromisos de resguardo de la naturaleza.

El Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2019-2025 ha dado continuidad a los grandes retos que en materia de “preservación de la vida en el planeta y salvación de la vida humana” contemplaba el plan anterior.

El objetivo 1.6 del Plan de la Nación consagra el desarrollo de “capacidades que hagan viable, potencien y blinden la atención de necesidades del pueblo y el desarrollo del país-potencia”. La concreción de este propósito requiere de paz.

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