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Néstor Rivero Pérez

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El 12 de julio de 1825, hace 200 años y a su paso por Cuzco (Perú), con rumbo al Altiplano o Alto Perú, en medio del período de mayor gloria y reconocimiento recibido de parte de sus contemporáneos, hizo un aparte reflexivo como crítico literario, al contestar correspondencia que le enviare el poeta ecuatoriano José Joaquín Olmedo, y que contenía el célebre poema Canto a Junín, mediante el cual el vate tributó la jornada del 6 de agosto del año anterior, que junto a la de Ayacucho, dieron su plena independencia a Perú.

Olmedo y Bolívar

Si bien uno y otro tenían conocimiento referencial de las respectivas trayectorias, sería tras el arribo del Libertador a Guayaquil, el 11 de julio de 1822, cuando se conocieron personalmente, en momentos en que el principal puerto de Suramérica se debatía entre anexarse a Perú, a la Gran Colombia o regirse como Estado independiente, tesis esta a que adhería Olmedo, designado presidente de la Junta de gobierno, tras el grito separatista de 1821.

A poco ambas grandezas, la poética y la del guerrero-estadista, se avinieron hasta anudar una amistad que no concluyó sino con la muerte del Padre de la Patria en 1830, en tiempos en que Olmedo como intelectual y diplomático, acompañaba la obra de aquel.

Poemas épicos

En su Canto a Junín y la oda A Bolívar, y dentro de los cánones del neoclasicismo que dominaba las corrientes literarias de la América recién independizada de España, Olmedo inaugura un estilo de brioso verso con su potente capacidad de elaborar imágenes portentosas, que recogen el drama y la grandeza de los hechos de armas, cuando los dos contendientes que se miden ajustan cada acometida a las leyes del honor y la hidalguía.

Bolívar clasicista

El neoclasicismo, que la Hispanoamérica de las postrimerías del tiempo colonial heredó de las academias y bibliotecas que la Corona hizo trasladar al Nuevo Mundo para su difusión en el seno de las élites ilustradas del período, contaría en este continente con figuras como Andrés Bello, eximio hombre de las letras americanas, diplomático, periodista y catedrático, y también con  Olmedo, quien ya amigo de Bolívar le escribe el 31/01/1825: “Siento que V. me recomiende cantar nuestros últimos triunfos. Mucho tiempo ha que revuelvo en la mente este pensamiento. Vino Junín y empecé mi canto” (https://prodavinci.com). En dos siglos el texto sigue concitando la lectura crítica. Así, un escritor ecuatoriano, Raúl Vallejo Corral, emplea como parangón de exquisitez literaria el símil según el cual “Aquiles critica a Homero” [http://acoso-textual], dando a entender que el héroe de la guerra responde con ideas, desde la arena de combate, a quien ha de transmitir su nombre a los siglos, y los hechos que le inmortalizan.

Aquiles vs Homero

Y el poeta-novelista ciego, autor de La Ilíada y La Odisea, se vería en el símil contrastado por quienes colidieron ante las murallas de Ilion, siendo tal su elevación de las imágenes, que Aquiles se aparece por encima de su coraza y espada, y, haciendo receso en la persecución a Héctor y a los suyos, vira hacia el escritor, como Bolívar, con su pluma como espada ante Olmedo, procediendo a enmendarle.

Tal es la escena que se pinta en la contestación que da Bolívar, a Olmedo. Por su parte, Mariano Nava Contreras examina la incursión literaria del Libertador: “Pero volvamos a Olmedo. Bolívar llega a darle consejos estilísticos basados en nociones de ritmo y de eufonía. “Vd. me perdonará que me meta tras Horacio para dar mis oráculos (…) así que, amigo mío, lima y más lima para pulir las obras de los hombres”. Está claro que Bolívar se divierte. Al final de su carta exclama: “Perdón, perdón, amigo: La culpa es de usted, que me metió a poeta” (https://prodavinci.com).

¿Para qué Ud me ha hecho rey?”

“(…) ya Ud sabe que Voltaire tenía sus títulos a la indulgencia y sin embargo, no escapó de la crítica. (…) La introducción del Canto (a Junín)… es el rayo de Júpiter que parte a la Tierra a atronar a los Andes, que deben sufrir la sin igual hazaña de Junín. Aquí, de un precepto de Boileau, que alaba la modestia con que empieza Homero su divina Ilíada, promete poco y da mucho (…) yo no sé si me equivoco; y si tengo culpa ¿para qué me ha hecho Ud rey? (…) Confieso a Ud humildemente que la versificación de su poema me parece sublime… Ud conserva en la mayor parte del Canto un calor vivificante y continuo” [Simón Bolívar a J J Olmedo 12/07/1825].

Sinóptico

1839

Sucre, nombre de la capital

Este día, el presidente de Bolivia José Miguel Velasco, promulgó la Ley que designa a la capital Chuquisaca (Bolivia), con el epónimo de Antonio José de Sucre. Velasco decretó a su vez el uso en la insignia presidencial, de la medalla de oro y rubíes donada a Bolivia por el Libertador Simón Bolívar. Durante la Colonia, la otrora Chuquisaca ejerció como centro político del Altiplano.

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