Néstor Rivero Pérez

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El 18 de septiembre de 1812, se extinguieron las últimas llamas del pavoroso incendio que, en el marco de la invasión orquestada por Napoleón Bonaparte contra la patria de Pedro el Grande, asoló por cuatro días la ciudad de Moscú, teniendo como su principal efecto, detener la invasión napoleónica a la patria rusa.

Modernidad e imperio

Habiéndose erigido en 1804 como “Emperador de los Franceses”, Napoleón Bonaparte venía adelantando operaciones militares que transformaron el mapa político a lo largo de Europa, con el designio de someter a su voluntad las monarquías del Viejo Mundo y a la vez reformar muchas de sus instituciones feudales. Así, al tanto ceñía la diadema real sobre la testa de sus hermanos y allegados -a la vez que pactaba alianzas con los monarcas de Austria y Prusia-, mantuvo en vilo el orden mundial al eliminar la servidumbre de la gleba e imponer el Código Civil en los territorios conquistados, y reivindicaciones sociales y democráticas en el marco de sociedades cuyas estructuras se atenían a relaciones medievales.

Yerros en la Península

Sin embargo de las reformas sociales que acompañaron su expansión imperial personalista, Napoleón incurrió en varios desatinos estratégicos que darían al traste con un poder que al comienzo lucía incontrastable. En 1808 acometió una invasión que significó el inicio del declive: La guerra en España, tierra cuyo pueblo constituyó un enemigo que empleaba una táctica hasta entonces desconocida en la historia militar convencional: El alzamiento popular en forma de guerra de guerrillas. Si bien el corso acertó en Bayona en cuanto al modo de despojar a Carlos IV y a Fernando VII de la corona española, no ponderó la resistencia que habría de ofrecer el pueblo íbero. Y su ejército, la Gran Armée, no estaba preparado para la táctica de emboscadas y desgaste de largo plazo que en la Península encabezaron caudillos como Juan Martín Díaz (El Empecinado), Francisco Espoz y Mina,  el Cura Merino y José María de Torrijos y Uriarte, entre otros. Así, percatándose desde 1811 de los desastrosos resultados que cada nuevo  día arrojaban en España las operaciones de su Gran Armée, Bonaparte reorienta el escenario principal de sus esfuerzos bélicos hacia la Europa oriental.

Invasión a Rusia

De este modo prepara y acomete la invasión a la Rusia dominada por Alejandro I, poniéndose él mismo a la cabeza. Napoleón sustentaba su imponente expedición con 700 mil efectivos, alegando el desconocimiento del zar a los acuerdos de 1807 suscritos en Tilsit, los que incluían el reparto de Polonia y la cooperación de Prusia. Dividiendo sus fuerzas en tres agrupamientos, él mismo se pone al frente de 250 mil hombres; al tanto que las otras líneas las hace comandar por Eugene de Beauharnais, Jérome Bonaparte y J. MacDonald, entre otros de sus mariscales. Contaba además con una reserva aproximada de 300 mil soldados: Una fuerza jamás reunida en la historia de las guerras hasta entonces.

Incendio en Moscú

Los rusos respondieron a la invasión francesa con la táctica de “tierra arrasada”. El general Mijail Kutúsuv, al frente de las tropas que defendían la patria de Catalina la Grande, resolvió la evacuación de la capital, destino de la irrupción francesa. Bonaparte quiso tomar Moscú para hacerse de los abastecimientos que ofrecía dicha ciudad; empero a medida que se acercaba veía acrecentarse en el horizonte, llamaradas que salían del lugar en que se asentaba Moscú. Como móvil del incendio se ha supuesto la resistencia contra la invasión, aunque León Tolstoi sugiere un accidente como causa [La Guerra y la Paz]. El Kremlin y otras edificaciones se salvaron; empero tres cuartas partes de la ciudad ardieron, obligando a Napoleón a emprender su regreso, para entrar a París derrotado.

Sinóptico

1783

Euler, el más grande matemático

Este día murió en San Petersburgo (Rusia) Leonardo Euler, para muchos el más grande investigador en el campo de las matemáticas en la historia conocida. Euler dio a conocer el llamado número “e”, que se aplica en cálculos de altas matemáticas; también hizo innovaciones en la teoría de anillos de números, cálculo, análisis matemático, mecánica y astronomía. Descubrió “la conexión entre la función zeta de Riemann y los números primos”. A él se debe el hallazgo del concepto denominado “Característica de Euler del Espacio”, según el cual geométricamente los cuerpos poseen propiedades inalterables, como conectividad, proximidad, continuidad, tipo de consistencia y conectividad entre otras. Para sus hallazgos Euler examinó al detalle las ideas de Newton, Leibniz y Bernoulli. Genio analítico como casi no se conoce otro para extraer conclusiones, así como para formular hipótesis que coloquen el conocimiento matemático en un nuevo estrado, Euler dio el paso de la geometría euclidiana a una simbólica, empleando coordenadas y ecuaciones, que hasta entonces se ignoraban en dicho campo.

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