Néstor Rivero Perez

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El 22 de enero de 1958, el componente de la Marina de Guerra dentro de la FANB, se suma al alzamiento en contra de Marcos Pérez Jiménez. Este venía gobernando desde el 2 de diciembre de 1952, tras desconocer el triunfo electoral de URD en elecciones de esa fecha.

De Gómez a Pérez Jiménez

En el seno de la Fuerza Armada Nacional, y con la creación de la Academia Militar de La Planicie en 1908, cohabitaron y colidieron de modo abierto o subterráneo dos grandes corrientes en el desempeño castrense, una tradicionalista que apuntaló al caudillo de La Mulera y que en el curso del siglo XX adhiría las doctrinas geopolíticas de la Guerra Fría -patrocinada por el Pentágono y Dpto. de Estado de EE. UU.-, y otra, guiada por un nacionalismo de corte antiimperialista y bolivariano, aunque carente en muchos casos de cohesión y definiciones teóricas; empero, defensora de la dignidad patria. En abril de 1928 esta última corriente tomaría las armas contra el régimen entreguista de riquezas nacionales encabezado por J. V. Gómez. Y en los años cincuenta conspiraría contra Marcos Pérez Jiménez.

 

1° de enero

Precisamente el movimiento insurreccional uniformado más sorprendente por su vitalidad durante los años del perezjimenato fue el orquestado por el coronel Hugo Trejo, un oficial de artillería con estudios de Estado Mayor en España. En su libro La Revolución no ha terminado, Trejo relata que desde 1956 venía tejiendo los hilos para deponer un régimen usurpador que humillaba la dignidad nacional. Así al frente del Motoblindados, entre la medianoche del 31 de diciembre de 1957 y el 1° de enero de 1958, sale del Cuartel Urdaneta de Propatria con propósitos de tomar Miraflores; sin embargo la carencia de municiones le lleva a tomar el camino a Maracay, vía Los Teques, para obtener pertrechos.

 

La Huelga General

Hugo Trejo, por fallas de comunicación en esos momentos, ignoraba que Martín Parada, de la Aviación e integrante del complot, dominaba Aragua y aviones a sus órdenes ametrallaban Miraflores. Trejo y Parada, con oficiales como Manuit Camero, Juan de Dios Moncada Vidal y Roberto Useche, entre otros, se inscribían en la defensa de la soberanía nacional y eran eco de las críticas que en la calle se hacían al dictador. Sin embargo el fracaso de la tentativa del 1° de enero no desmovilizó a los factores conspirativos que en todo ese mes en la calle, capitaneó la Junta Patriótica presidida por el periodista Fabricio Ojeda. Este contactó a los principales gremios del país, gráficos, transporte, universitarios, prensa e intelectuales entre otros, para decretar una Huelga General indefinida, que estalló el 21 de enero.

 

Se suma la Marina

Así, en un ambiente insurreccional con los enlaces entablados por la Junta Patriótica, es contactado el vicealmirante Larrazábal, proclive a un cambio en los destinos del país y por entonces el oficial de mayor antigüedad en la FAN. De este modo, en la noche del 22 de enero para la madrugada del día 23, al recibir desde Miraflores una llamada del propio Pérez Jiménez, requiriendo su lealtad, Larrazábal contesta “yo estoy con la Marina”, lo que determina la ida del país del gobernante tachirense, rumbo a Santo Domingo.

 

Dos figuras

Las dos figuras claves para la configuración del bloque cívico-militar que da el puntillazo final a la dictadura, son sin duda Fabricio Ojeda, presidente de la Junta Patriótica y Wolfgang Larrazábal, comandante general de la Armada, y con quien confluyeron distintos factores militares que a partir del 20 de enero reinsurgían contra el hombre de Michelena. Al año siguiente, 1959, Fabricio dirá en acto de la Plaza O’Leary de Caracas: “Que este primer aniversario de la huelga insurreccional… con apoyo de la Fuerza Armada, sea propicio para reafirmar nuestra fe en el pueblo… en el largo camino de la recuperación nacional”.

 

Sinóptico

1869
Rasputín
Monje ruso cuya vida adulta se acompaña con capítulos de abstinencia,  entremezclados con sombras y excesos, especialmente cuando tras ser invitado a Palacio, en Petrogrado, para atender con sus tratamientos de sanador al zarevich, se vio  catapultado a la cima de la política, como verdadero “poder detrás del trono”.

Su milagroso influjo en la personalidad del heredero logró que se detuviera la hemorragia que este padecía debido a su hereditaria hemofilia. Y tanto el zar Nicolás, como la zarina consorte, Alejandra, depositaron en Rasputín una confianza virtualmente “ciega”, puesto que de sus “poderes” dependía la vida del heredero del trono. Sin embargo su vida personal, así como la injerencia en el nombramiento de ministros del gabinete y que el zar ratificó, contribuyeron a que la alta nobleza se indispusiese contra el monje.

Tras varias tentativas de liquidación, Rasputín ingirió una bebida con veneno, suministrada por sus enemigos; y ante la resistencia física que mantenía, fue abaleado y arrojado moribundo al río Neva. Su cadáver sería hallado a los dos días.

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