Néstor Rivero Pérez

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El 21 de diciembre de 1965 fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la cual, tras un laborioso ciclo de ratificación por la mayoría de los países agrupados en la ONU, entró en plena vigencia el día 5 de enero de 1969.

Principio universal

En el Artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas se enuncia como propósito de la magna organización estimular el respeto “a los derechos humanos y libertades fundamentales de todos, sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”. La Carta, concebida sobre las ruinas morales del III Reich ario y sus campos de concentración y sus políticas de exterminio a grupos humanos considerados “inferiores”, dio motivo para la elaboración de normas destinadas a la superación del fenómeno de la discriminación, que acompaña al mundo moderno al menos desde el tiempo en que Cristóbal Colón implantó la esclavitud en la isla La Española en 1495.

Discriminación

Y la artificiosa separación de los seres humanos derivada del fenotipo, sus rasgos observables, o pigmentación de la epidermis, genera efectos de disociación, expandidos y magnificados por modernos medios de difusión que facilitan la masificación de códigos de orden moral, prejuicios, miedos y las exclusiones que el capitalismo transmitió a lo largo del planeta en el curso de los últimos doscientos años.

WASP y supremacismo

Y en el caso de EEUU dominado por los intereses de megacorporaciones y un poderoso complejo militar industrial, financiero y comunicacional de proyecciones globales, la segregación de los grupos aborígenes, afroamericanos y latinos, se ha acompañado de un discurso según el cual el destino histórico de esta nación es atributo exclusivo del sector poblacional que se autoidentifica con el acrónimo de WASP (blanco, anglosajón y protestante) que repele toda tradición etno-cultural distinta a la suya. Y dicho sector está capitaneado por banqueros y dueños de grandes empresas que poseen poder económico suficiente para financiar la “compra de cerebros” a nivel planetario con el objetivo de perpetuar la supremacía de EEUU sobre el resto del mundo, y con ello su modelo discriminatorio.

La Convención

La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación define como discriminación toda exclusión “basada en la raza, color, linaje u origen nacional” que anule o menoscabe “el goce o igualdad de los derechos humanos…en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera”. Dicha Convención propone “eliminar la discriminación racial en todas sus formas y a promover el entendimiento entre todas las razas”, ardua tarea en la cual los avances siguen siendo magros como se visibilizó en actos de persecución colectiva contra las comunidades originarias de Bolivia, en el marco del golpe de Estado que en 2019 depuso al presidente constitucional Evo Morales. Así, la aplicación y cumplimiento de la Convención requiere la activa gestión de entidades como la Oficina del Alto Comisionado para los DDHH que en ocasiones guarda silencio ante las violaciones masivas de DDHH en países gobernados por regímenes hereditarios y proveedores de materia prima a las grandes potencias de Occidente, escandalizando a la opinión pública mundial.

Falsedad del supremacismo

“(…) toda doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta y peligrosa, y…nada…permite justificar, en ninguna parte, la discriminación racial (…) a existencia de barreras raciales es incompatible con los ideales de toda la sociedad humana” (https://www.ohchr.org).

Sinóptico

1956

Lewis Terman y los test de inteligencia

Este día falleció a los 79 años en Palo Alto, California (EEUU), Lewis Terman, quien con base en los estudios originales Binet-Simon organizó una prueba que perseguía configurarse como técnica para la medición de la capacidad cognitiva y “diagnosticar deficiencias en el desarrollo intelectual de los niños” (Wikipedia). Esta prueba pondera cinco factores: conocimiento, razonamiento cuantitativo, procesamiento visual-espacial, memoria de trabajo y razonamiento fluido” (Ibídem). Terman, quien concebía la inteligencia como “la capacidad para pensar de manera abstracta” (https://psicologiaymente.com) aplicó en 1916 el primer test de inteligencia, instrumento que se aplica en la actualidad con los correspondientes ajustes surgidos de la experiencia y nuevas investigaciones sobre la personalidad humana. Como antecedente de dicho test se identifica la prueba que en 1904 elaboraron Alfred Binet y Theodore Simon, incorporando Terman instrumentos verbales y no verbales a los que en 1916 diera a conocer como “prueba Stanford-Binet” en homenaje tanto a la Universidad de Stanford, donde Terman se desempeñaba, como al pionero Alfred Binet.

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