Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 4 de febrero de 1945, los mandatarios de las tres grandes potencias aliadas que se encontraban a punto de dar la estocada final al Tercer Reich de Adolfo Hitler, se reunieron en la ciudad de Yalta, región de Crimea y a orillas del Mar Negro, franja que integraba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Tres grandes

Siendo inminente -como ya lo indicaban las últimas operaciones del cerco en contra de la Alemania nazi-, Franklin Delano Roosevelt, presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Yosif Stalin, máximo dirigente de la URSS, y Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña, se dieron cita para decidir aspectos determinantes del mundo que surgiría luego del derrumbamiento del poderío imperio nazi. Y no obstante las divergencias estructurales entre los modelos que representaban Roosevelt y Churchill de una parte, con su sistema parlamentario capitalista, y Stalin de la otra, como expresión del socialismo, el trío coincidía en la necesidad de contrarrestar cualquier nueva amenaza en contra del orden convivencial que debía suceder a la Segunda Guerra Mundial. Y ciertamente por entonces, cada uno de los tres grandes necesitaba de los otros: Inglaterra sabía que solo con apoyo de EE. UU. no se hubiese podido someter al III Reich, resultando imprescindible la URSS en el Frente Oriental y su subsecuente contraofensiva sobre Berlín. Y del mismo modo, la URSS comprendía que necesitaba de los suministros proporcionados por las fábricas norteamericanas de armamento, jeeps y otros equipamientos.

 

Antes de Yalta

Antes de Yalta, los tres grandes ya habían celebrado tres encuentros; el primero en agosto de 1942 en Moscú (Rusia), el segundo en enero de 1943 en Casablanca (Marruecos) y el último en diciembre de ese mismo  año 1943,  en Teherán (Irán). Dos días antes del arribo del mandatario de la URSS a Yalta, Roosevelt y Churchill  “se habían reunido en La Valetta, capital de Malta, con el objetivo de acordar una postura común frente a las posibles peticiones de Stalin” (https://historia.nationalgeographic.com).

La Cumbre

Y del mismo modo que meses después haría Harry Truman -sucesor de Roosevelt en la Casa Blanca-, al presentarse en julio de 1945 en Postdam, a poco de concluida la contienda en Europa, informando a Churchill y a Stalin que EE. UU. ya poseía el arma atómica, la cual haría detonar días después sobre Hiroshima y Nagasaki, el jefe soviético arribó a Yalta con un as en sus manos: ese mismo día el Ejército Rojo se situaba a 70 kilómetros de Berlín, la capital de Alemania y cuya toma habría de finiquitar tres meses después cuando, tras ardua batalla calle por calle, con tanques y artillería, el Ejército Rojo haga ondear, el 2 de mayo, la bandera de la URSS en lo alto de la Cancillería de Berlín.

 

Acuerdos

El principal punto acordado por los tres gobernantes, aparte de la coyuntura bélica que estaba ya en sus postrimerías, fue la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), nombre acuñado por F. D. Roosevelt el 1° de enero de 1942, así como el carácter paritario de todos los miembros, cada uno de los cuales tendría un voto de igual valor dentro de la ONU. Del mismo modo se acordó la reconstrucción de las vidas económicas en los países liberados del régimen nazi. Igualmente, que los “tres gobiernos darán asistencia conjunta a los pueblos de cualquier Estado europeo liberado o ex Estado del Eje en Europa donde a su juicio se requieran condiciones (a) establecer…para la paz interna” (https://www.dipublico.org). Y en correspondencia con lo anterior, designar en lo inmediato autoridades interinas “comprometidas con el más pronto establecimiento de gobiernos representativos de la voluntad popular mediante elecciones libres” (Ibídem).

 

Sinóptico

1992

Insurrección militar bolivariana

Este día el país se enteró del levantamiento cívico-militar capitaneado por el Comandante Hugo Chávez Frías. El líder bolivariano insurgió al frente de un amplio espectro de oficiales y tropas, denunciando la entrega de la nación, por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, a los intereses del FMI. En el fondo de la acción estaba asimismo el reclamo contra la deplorable función que se hizo cumplir al ejército, como agente de represión contra el pueblo en febrero de 1989. Chávez gustaba recordar un pensamiento del Libertador: “el ejército es pueblo que quiere, pueblo que puede y pueblo que obra”. La acción cobró vitalidad tras la salida de varios autobuses con soldados de Maracay hacia Caracas; y con la toma del aeropuerto de Maracaibo, Casa del Gobernador y Guarnición del Zulia, así como instalaciones militares de Valencia; y, en Caracas el control de La Planicie (Cuartel de la Montaña). En discurso de 2002, a propósito del décimo aniversario del levantamiento armado, el Presidente Chávez formuló precisiones de valor historiográfico respecto al origen de la frase “Por ahora”: “¿Fue premeditada?”, respondiéndose de seguidas “No (…) salió de lo más profundo del alma de un soldado acostumbrado a dar batallas”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!