Tal día como hoy muere Giles Corey, condenado a perecer aplastado por piedras
El autor es historiador, docente y abogado.
Néstor Rivero Pérez
El 19 de septiembre de 1692, tras dos días de intenso sufrimiento, al hallarse inmovilizado por el efecto de pesadas piedras colocadas sobre una tabla que cubría su cuerpo, expiró el granjero Giles Corey en la localidad de Salem (EE. UU.). Corey había sido condenado a tan cruel forma de morir, por el tribunal establecido por los puritanos que dominaban la vida del pequeño poblado de Massachusetts.
Días de padecimientos
Versiones de larga data sostiene que encontrándose aprisionado debajo de la tabla que le comprimía, merced al peso de las grandes rocas a solicitud de sus verdugos durante dos días, acerca de si se declaraba culpable o no, Corey solo se limitaba a contestar “más peso…”, privándosele de los alimentos y el agua [https://www.greelane.com/es].
Intolerancia
El nivel de exacerbación configurado en Salem y sus adyacencias en 1692, constituye uno de los episodios más penosos de la historia de la civilización, acaso equiparable al linchamiento del que se hizo víctima a Hipatia, la científica y lectora de la Biblioteca de Alejandría, o a la quema del matemático y astrónomo Giordano Bruno, quien controvirtió las tesis ptolemaicas acerca de la posición de la Tierra como un planeta más dentro del sistema solar.
Y recuerda otros pasajes oscuros de la historia universal, como la Noche de San Bartolomé, jornada que inauguró la sistemática persecución y asesinatos masivos de hugonotes, bajo el reinado de Carlos IX, rey católico de Francia.
En cada caso, los ejecutores de dichas prácticas de intolerancia religiosa, no reparaban en razones ni margen de error acerca de sus actos, sino que se guiaban por el dogma inculcado, cerrando toda opción a debatir, sobrellevar diferencias o dar espacio a la tolerancia en su relación con otras visiones del mundo y la dimensión de lo teológico.
Sociedades de credo cerrado
Así, el hecho de haberse constituido los primeros núcleos de puritanos que, durante la segunda parte del siglo XVII arribaron a Massachusetts en estructuras sociales de credo cerrado, creó una espiral que sin necesidad de que lo enunciasen normas explícitas en carteles de las calles, la población acataba el dogma de la unanimidad en materia de culto: Todos los habitantes debían identificarse en el modo de practicar su fe, todos debían ser “puritanos”. Y quien no respondiera a dicho patrón era factor extraño al que se debía extirpar del cuerpo social.
Personajes
Corey, por entonces de 80 años, se vio envuelto en un proceso contra su esposa, Martha Corey, condenada “por brujería” sin evidencias fiables. Y ello se produjo en un marco de atemorizamiento colectivo y fanatismo religioso, mitomanías que convierten al infierno en mal inexorable, cuya elusión requiere de que se liquide todo lo que luzca distinto a las convicciones propias. En todo caso Martha fue llevada a la horca el 22 de septiembre de aquel mismo año.
Figura central de los juicios de Salem fue el juez Samuel Sewall, quien habiendo sobrevivido 38 años a sus actuaciones judiciales de 1692, transcurrió sus últimos años en medio de profundos remordimientos, temiendo “haber cometido un error. Su familia sufrió una serie de desgracias que él interpretó como castigos divinos por su actuación” [Wikipedia], haciéndose leer por uno de sus hijos versículos de Mateo «Si hubierais sabido lo que esto significa… no habríais condenado a los inocentes» [Ibídem].
Sinóptico
José Félix Ribas
Este día nació en Caracas José Félix Ribas. Prócer fundamental en la primera etapa de la Guerra de Independencia de Venezuela. Habiendo combatido victoriosamente en 1813 en las batallas de Los Horcones y Taguanes, tendría su actuación más fulgurante en el terrible año de 1814 en las batallas de La Victoria, el Tuy, Urica y Maturín, entre las más recordadas de aquel tiempo de combate casi que diario, descollándose en tal grado que el Libertador le habría de designar jefe militar de la provincia de Caracas, responsable de la defensa de la capital y sus adyacencias, en los momentos en que aquel debía desplazarse hacia San Mateo, Valencia u otro punto del territorio en guerra. Rufino Blanco Fombona describe a Ribas militar, con una frase relativa a su indumentaria habitual: “Peleaba con el gorro frigio”, evidenciando uno de los propósitos del ‘Vencedor de los tiranos’: Inculcar al soldado, con el ejemplo, los valores de emulación, pundonor y arrojo que distinguieron a Dios vengador Mitra, quien combatía contra toros gigantes, con un gorro frigio sobre la cabeza.
La Revolución Francesa convirtió la pieza en emblema de libertad. “Vésele [a Ribas] en todas las reuniones… de julio de 1808… en la de don Ángel Álamo, donde se resolvió el golpe del 19 de abril . En este día solemne José F. Ribas se multiplicó por calles y cuarteles, animando en medio de la muchedumbre incierta, venciendo resistencias… llenando los pechos de entusiasmo” (Juan Vicente González, Biografía de José Félix Ribas).