Néstor Rivero Pérez

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El 27 de marzo de 1818, hace 205, falleció Genaro Vásquez, insigne lancero de la Guerra de la Independencia, quien junto a Francisco Aramendi, Leonardo Infante, Ramón Nonato Pérez, Juan José Rondón y Lucas Carvajal, entre otros, formó parte de la escuela de lanceros que mostró a lo largo del continente americano, el camino de la victoria en la punta de sus lanzas.

Escuela de combates

De acuerdo al biógrafo Leonidas Scárpeta, la carrera de Vásquez comenzó en 1814, cuando bajo las órdenes de José Antonio Páez intervino en la jornada de Los Estaques. Y ya no cesaría hasta su última acometida en Ortiz, la víspera de su muerte. Así se verá a Vásquez cargar en Chire, Mata de la Miel, Paso del Frío, el Yagual, Achaguas, Calabozo y Semen. Numerosos cronistas sostienen que fue Genaro Vásquez quien en la acción del Semen de 1818, dio el terrible lanzazo que incapacitó por varios meses al español Pablo Morillo.

Vuelvan Caras”

El general José Antonio Páez asumió el “Vuelvan Caras” como técnica regular de sorpresiva acometida al enemigo que le perseguía. Sin embargo, en su Autobiografía, el Centauro no llegó al punto de arrogarse la paternidad. Tanto el “Vuelvan Caras”, como la lanza larga de nueve pies, así como la técnica del “Ternejal” -que consistía en picar apenas con la punta de la lanza al primer realista que el llanero veía al frente en el combate, sin introducirla a profundidad para luego retirarla y “picar” a otro y otro, inutilizando al mayor número de contrarios en una misma operación, y que Páez explica al detalle en su libro-, pudieron muy bien ser creadas por alguno de los audaces y valientes jinetes de la primera línea de combate que secundaron al Centauro, y entre quienes descolló hasta 1818  Genaro Vásquez.

Ayax criollo”

El general Páez, en quien el comedimiento no era distintivo a la hora de acometer en un combate, confiesa que en varias ocasiones debió llamar la atención de Vásquez por las temerarias maniobras que ejecutaba, encontrándose en distintas ocasiones en evidente inferioridad ante el enemigo. Tal era la estirpe de quienes el propio Páez califica como “los Campeones del Apure” y quienes siempre le secundaron en las operaciones más arriesgadas, tales como la Toma de las Flecheras, las Queseras del Medio y otras que se inscriben a la altura de los hechos que recoge la pluma de Homero sobre la Guerra de Troya.

En Ortiz

Dos actores de la batalla de Ortiz, D. F. O’Leary y J. A. Páez, legaron a la posteridad lo acontecido en el combate de Ortiz el 26 de marzo de 1818, y donde Vásquez resultó mortalmente herido, para expirar al día siguiente. Tratando varias veces de tomar una altura al suroeste de la población de la cual dependía el triunfo o la derrota, Vásquez y sus 200 hombres, a punto de quedar encerrados, reciben ayuda del propio Páez; y Vásquez herido sale del sitio en brazos de los suyos con una lesión fatal.

 

Reconocimientos póstumos

En el parte de este sangriento combate de Ortiz, Carlos Soublette, jefe del Estado Mayor, dijo en el parte escrito el día 28: “En la acción de las alturas de Ortiz recibió cinco heridas el bravo coronel Vásquez (…) Formidable contra los españoles, siempre se señaló por su valor, subordinación y su constancia”. Páez, quien fue su jefe en la guerra, escribirá en 1867 que a Vásquez no se le ha hecho el reconocimiento que la patria le debe, y que él dio el nombre del lancero a un huerto dentro de su hato en San Fernando de Apure. Sin embargo, Páez ocupó en tres oportunidades la Presidencia de la República y en ninguna recordó levantar una estatua u honrar con el epónimo del campeón de la lanza, alguna vía pública, plaza o escuela del país. Aún hoy es tiempo de reparar la grave omisión.

Sinóptico

1960

Gregorio Marañón

Este día murió en Madrid (España) Gregorio Marañón, galeno, catedrático, ensayista e introductor en la Península Ibérica de la endocrinología y la práctica humanista de la Medicina. Su rigor ético y generosidad con pacientes, estudiantes y colegas, indujo a biógrafos suyos a denominarle el “Hipócrates de la Medicina Española”, como se titula uno de los libros que honran su memoria. Marañón, quien había nacido en Madrid en 1887, innovó en la práctica docente y en su exigencia acerca de dar un tratamiento humanizado al paciente, siendo el autor de las primeras publicaciones científicas que se conocieron en idioma castellano sobre endocrinología, temas sexuales y etiología. Y no obstante, su actuación en el campo de la política pasó por dos momentos: El de promotor de primera línea de la II República en 1931; y, luego de 1936, el de quien dio apoyo al bando nacionalista de Francisco Franco, cambio debido a su apego al “orden”. Marañón sostenía que la II República había incurrido en excesos que desvirtuaron su proyecto original. Como otros letrados, el eminente hombre de letras y médico, se distanció de un proceso con yerros, empero también con aciertos.

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