Tal día como hoy murió Nicolo Tartaglia: Innovador de las matemáticas
El autor es historiador, docente y abogado.
Néstor Rivero Pérez
El 13 de diciembre de 1557 murió en Venecia (Italia) el matemático e ingeniero Nicolo Fontana, mejor conocido por el apelativo de Tartaglia. A sus doce años y en el marco de una invasión francesa a la República de Venecia, encontrándose alojado en la Catedral de la ciudad, recibió varias heridas en el rostro, una de las cuales le impactó en la mandíbula y la boca, afectándole para siempre su forma de hablar; de allí el sobrenombre con el cual se le conoce en la historia de la ciencia, “Tartaglia”.
Tartamudo genial
Hijo de un hogar muy pobre, Nicolo supo elevarse en conocimiento, dando singular impulso al desarrollo del álgebra y las ecuaciones de tercer y cuarto grados, en los comienzos del Renacimiento” [https://revistasuma.fespm.es].
Mucho deben los matemáticos de los cinco siglos subsiguientes a las contribuciones de Tartaglia, quien en una de sus obras, Quesiti et inventioni diverse, se define a sí mismo como un autodidacta. “Nunca volví a tener un profesor (…) Continué trabajando por mi cuenta sobre las obras de autores fallecidos, acompañado tan solo por esa hija de la pobreza que recibe el nombre de trabajo” [Íbídem].
Celeridad de un aprendiz
Habiendo nacido en 1499, ya a sus diecinueve años Tartaglia ejercía en Verona como maestro de ábaco, artefacto este, como se sabe, que se emplea en la facilitación de “operaciones aritméticas sencillas, sumas, restas y multiplicaciones. Consiste en un cuadro de madera con barras paralelas por las que corren bolas móviles, útil también para enseñar estos cálculos simples” [https://www.uv.mx/cienciauv]. Así, su vida transcurre como docente y solucionándole problemas de cálculo a ingenieros y arquitectos, debiendo progresar de manera bastante rápida en sus estudios matemáticos.
“Triángulo de Tartaglia”
Será en tiempos de Tartaglia cuando avances matemáticos como el “cero”, que regían desde siglos antes en India, penetren -con retardo, respecto al resto de Europa-, en la Península Itálica (…) Los griegos cultos que huyen de la invasión otomana, dan a conocer al occidente europeo los originales de las obras de los grandes matemáticos de la antigüedad” [Ibídem]. Era la época en que Europa avanzaba con la imprenta de tipos móviles y la teoría copernicana, hacia nuevos paradigmas en astronomía, geografía, náutica y comercio colonial, demandando comprensión de las ciencias exactas. Tartaglia fue el primero en representar números enteros, en forma de diseño trigonal, ofreciendo “una representación matemática de números enteros ordenados en forma de triángulo”. Dicha configuración, empleada en los cálculos matemáticos, se identifica como Triángulo de Tartaglia; también se le conoce como Triángulo de Pascal, con amplio uso en el cálculo.
Cuadrar el círculo
Respecto a la ecuación de tercer grado, o cúbica, Luca Pacioli -un contemporáneo suyo- veía tal complicación en su solución, expresando que esta equivalía a obtener “la cuadratura del círculo”, lo que nadie había conseguido. Y el método lo dio Nicolo Tartaglia, con antecedente en Scipione del Ferro, siendo que la publicación de la solución la hizo Girolamo Cardano en su Ars Magnae: el modo “tradicional de resolver una ecuación cúbica es reducirla a una ecuación cuadrática y luego resolverla mediante la factorización o fórmula cuadrática.
La ecuación cúbica, “igual que una ecuación cuadrática, tiene dos raíces reales y puede tener posiblemente tres raíces reales. Pero, a diferencia de una ecuación cuadrática, que puede no tener solución real, una ecuación cúbica tiene al menos una raíz real. Siempre que te den una ecuación cúbica o cualquier ecuación, tienes que ordenarla primero en una forma estándar. Por ejemplo, si te dan algo como esto, 3×2 + x – 3 = 2/x, lo reordenarás en la forma estándard y lo escribirás como, 3×3 + x2 – 3x – 2 = 0. Entonces puedes resolverlo por cualquier método adecuado” [https://euclides.org].
Sinóptico
Simón Bolívar instó a Bartolomé Salom a viajar a Perú
Tal día como hoy, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar escribió una epístola al general Bartolomé Salom, instándole a que apurase su paso al cuartel general que el héroe caraqueño había establecido en Lima (Perú). Salom venía de combatir en Pasto contra la facción monarquista que había dominado dicha región al sur de (la Gran) Colombia.
Aclárese que en atención a las distancias entre el campamento del general Antonio José de Sucre -quien por estos días proseguía sus operaciones para el completo sometimiento de la densamente poblada cordillera peruana y la capital Lima-, aún no llegaban a manos del Padre de la Patria noticias sobre el triunfo de Ayacucho obtenido tres días antes. Y ello hace comprensible el hecho de que Bolívar esperase a Salom para reforzar el envío de nuevos soldados a la Sierra. Cierto es que a la llegada de Salom, ya conocido en Lima el triunfo de Sucre, Salom es destinado al sitio del Callao.