Néstor Rivero Pérez

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El 31 de octubre de 1941 nació en Coro (Falcón), Alí Primera Rosell, cuya voz y calidad autoral le ha consagrado como el Cantor del Pueblo. El Padre de la Canción Necesaria falleció en Caracas a sus 43 años, víctima de un accidente vial.

Primeras canciones

Huérfano de padre a sus tres años, Alí le heredó la inclinación a tocar cuatro, pues según decía el Cantor del Pueblo, su padre “era cuatrista y cantador de salves en las festividades de la Cruz de Mayo”, teniendo además un tío también músico popular. Y al concluir la primaria en su región natal, Alí se viene a Caracas en 1960 con su familia, graduándose de bachiller e ingresando a la Escuela de Química de la UCV. Y en medio de la efervescencia universitaria de los años ’70, de inmediato se hace partícipe en las tenidas culturales, animando encuentros con su guitarra y su voz como intérprete de canciones de protesta. Paulatinamente se aboca a la actividad musical, cantando y componiendo, siendo sus primeros éxitos Humanidad y No basta rezar, este último constituyó un llamado a la conciencia de muchos sacerdotes y feligreses que hacen a un lado sus miradas cuando se tropiezan con el drama de la pobreza, desligándose de cualquier compromiso moral de filantropía o responsabilidad social.

Un fondo social

Buscando cursar Ingeniería de Petróleo en Rumanía, consigue el respaldo del Partido Comunista de Venezuela, al cual se había afiliado. Y en Europa comenzó a darse a conocer como cantautor con una de las piezas emblemáticas de su repertorio, Gente de mi tierra. Con una cadencia pletórica de sugerencias y armonías, Alí denunciaba el abandono y el engaño a que se veía sometida la población humilde de su país, haciendo su llamado “Vamos gente de mi tierra / Que llevas a cuesta / Una gran decepción / Vamos gente de mi tierra / Luchemos, luchemos / Por un mundo mejor”.

Casas de cartón

Su elevada sensibilidad y sentido de acompañamiento a los que más sufren -drama este que padeció en carne propia durante su infancia falconiana-, lo supo recoger Alí Primera en gran número de sus composiciones. Y la pobreza que se padece en las barriadas humildes como expresión de una relación campo-ciudad que distorsiona el carácter civilizador de la metrópoli, quedó reflejado con nitidez en su pieza Casas de Cartón, en la cual dice Alí: ”Qué triste se oye la lluvia / en los techos de cartón. / Que triste vive mi gente / en las casas de cartón… / Viene bajando el obrero / casi arrastrando sus pasos / por el peso del sufrir…”.

¿Canto Comercial o Necesario?

Poseedor de un torrente vocal, y don para el fraseo, debe destacarse en Alí lo melodioso de su timbre. Y de habérselo propuesto, bien hubiese cosechado éxito rotundo, de haberse ajustado a los cánones del espectáculo de las grandes disqueras del continente. Sin embargo, Alí nunca consintió en plegarse al desempeño de quienes disponiendo de tesitura excepcional, se lucran mediante la difusión de contenidos que desarraigan al individuo de toda criticidad respecto a su marco social, seduciéndole con mensajes del despecho como fin en sí mismo, u operando como instrumentos de evasión de su realidad y energía  espiritual y transformadora.

Música endógena

De otra parte resáltese en Alí Primera el permanente tributo que hizo a los motivos venezolanos, la tierra y sus hombres, su río Cunaviche y su Mamá Pancha. Solidaridad en toda hora con el dolor humano de la patria, ayer maniatada por los agentes locales de la Cuarta República, y hoy victimizada por medidas coercitivas unilaterales tramadas desde centros imperiales. Así, el Cantor del Pueblo fue autor de piezas como  Tin Marín y Canción Bolivariana, dedicando con su guitarra creaciones propias a Luis Mariano Rivera y a Cruz Salmerón Acosta.

Sinóptico

1958

Pacto de Punto Fijo

Este día, los dirigentes Rómulo Betancourt, por Acción Democrática; Rafael Caldera, por Copei, y Jóvito Villalba, en nombre de URD, suscribieron el llamado Pacto de Punto Fijo, mediante el cual dichas organizaciones habrían de asegurar durante cuarenta años el modelo democrático-representativo de la Cuarta República. Dicho modelo, si bien reconocería -de acuerdo al artículo 4 del Texto Constitucional de 1961- que la soberanía residía en el pueblo, aseguraba de otra parte, que dicha soberanía sería ejercida “por los órganos del Poder Público”, maniatándose de este modo todo potencial participativo, de inclusión y coprotagonismo de los ciudadanos, el pueblo en las grandes decisiones del país. Del mismo modo, las políticas de represión adelantadas por el gobierno de Rómulo Betancourt demeritaría de un Pacto que según sus suscriptores, pretendía servir de plataforma frente a las tentativas desestabilizadoras del perezjimenismo y otras tendencias regresionistas. Y en el marco de la Guerra Fría, este Pacto impuso la adscripción geopolítica de Venezuela como obsecuente peón de los intereses geoeconómicos de EEUU.

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