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Néstor Rivero Pérez

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El 24 de agosto de 1780 nació en Puerto Cabello el prócer Bartolomé Salom, a quien Simón Bolívar ensalzó con los títulos de “justo y constante”, en atención a la firmeza con que supo dar cumplimiento a toda obligación que se le encomendó a lo largo de la Guerra de Independencia, así como por su capacidad de congeniar con los caracteres más dispares dentro de las fuerzas republicanas y en su trato con las poblaciones cuyo mando le era asignado.

Escuela de campamento

Subteniente de milicias en 1810, para 1812 ya ostenta el grado de capitán de artillería; interviene a las órdenes de Francisco de Miranda en las acciones de Valencia y La Victoria. Tras caer la Primera República, es apresado y se le remite a Cádiz, logrando escapar en Veracruz (México), al tocar allí la embarcación que lo trasladaba. Consigue llegar a Cartagena, donde contacta a Bolívar. Con este hará la Expedición de los Cayos de 1816. Tras el desembarco de Ocumare integra la “Retirada de los Seiscientos” -desplazamiento donde se librarán los combates de Quebrada Honda, el Alacrán y Juncal-, que le llevará a Guayana. Allí, primero con Manuel Piar y luego con Bolívar, hará la Campaña de 1817. En la Batalla de Carabobo de 1821 se desempeñó como subjefe de Estado Mayor General. En 1823 sustituye como Intendente del departamento de Quito al general Antonio José de Sucre, quien habrá de marchar a Perú como Jefe del Ejército Auxiliar de la Gran Colombia, en apoyo a los patriotas de la nación inca. Para febrero de 1826 se le verá recibir bajo capitulación la fortaleza del Callao, Perú, por parte del general español José Ramón Rodil.

¿Abulia o desprendimiento?

La confianza del Libertador en Salom obedecía al conocimiento fundado del carácter de este. En los días en que el hijo de Puerto Cabello dirigió el bloqueo del Callao (Perú), aquél le escribe: ““Es Ud de tal carácter que aunque se estuviese muriendo, nada me diría (…) Por Dios… cuídese Ud mucho: todo se puede hacer a un tiempo, cumplir con su deber, con Ud y conmigo (…) No sabe Ud el gusto con que yo recibo sus letras, ahora más que nunca, porque con ellas resucita Ud para mí”. A poco de terminada la guerra contra los españoles y con la toma del Callao en 1826, comienza a hacerse sentir en los distintos países recién independizados, el huracán de ambiciones personales, envidias y reagrupamientos oligárquicos, a los que tanto temía el Libertador y ante los cuales poco podía hacer. Ya a mediados de 1826, ante la inviabilidad de la Anfictionía de Panamá, Bolívar comienza a pensar, tal como escribe a Sucre el 18 de agosto de ese año, en una “unión, la cual formarán los tres grandes Estados de Bolivia, Perú y Colombia, bajo un solo pacto”. En su tablero continental hace venir a Salom de Perú y le designa intendente de Puerto Cabello y luego de Maturín.

Logística crucial

Sin duda, la mayor contribución a la causa emancipadora suramericana que pudo obsequiar Bartolomé Salom, fue la eficiencia con que dio cumplimiento a sus responsabilidades al frente del Departamento de Quito, y otras funciones secundando al Libertador Simón Bolívar y al general Antonio José de Sucre. Tanto en sus operaciones militares, como al frente de labores administrativas en distintas provincias o como Intendente de Quito.

“(…) en tan buenas manos”

“Haga Ud todo lo que pueda en el orden siguiente: 1° Por destruir a los pastusos.- 2° Construir equipos y fornituras de tropa.- 3° Levantar muchos depósitos de reclutas.- 4° Mejorar y equipar la marina.- 5° Levantar milicias.- 6° Reunir víveres y bagajes.- 7° Reunir caballos.- 8° Solicitar fondos con qué subvenir todos los gastos (…) Si Ud juzga necesario, publique la Ley Marcial, para que los paisanos sepan que el peligro es urgente (…) yo respondo del éxito de esta campaña [la de Perú] si el Poder Ejecutivo no olvida mi demanda y Ud hace (…) Del general Santander y de Ud está pendiente nuestro destino y mi gloria… yo me felicito de tener en tan buenas manos tan sagrado depósito” Simón Bolívar a Bartolomé Salom, Pativilca, 10 de febrero 1824.

Sinóptico

Tratados de Córdoba (México)

Este día los máximos jefes militares en la Guerra de Independencia de Nueva España (México), Juan O’Donujú por España, y Agustín de Iturbide por el Ejército Trigarante de los independientes, suscriben los Tratados de la Villa de Córdoba, cerca del puerto de Veracruz, los cuales proponían un avenimiento con mutuas concesiones para evitar derramamiento de sangre. O’Donujú había sido nombrado jefe de las fuerzas realistas de Nueva España por el gobierno liberal que entonces regía la Península Ibérica. Y de parte de los insurgentes estaba Iturbide, quien hasta el año anterior como oficial realista, había combatido a los patriotas mexicanos, ahora en el bando insurgente. De consecuencias controversiales los Tratados de Córdoba significaron un paso hacia la definitiva emancipación de la nación azteca.

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