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Néstor Rivero Pérez

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El 26 de enero de 1739 nació en Cambrai (Francia) el General Charles Francois Doumorietz, quien entre 1792 e inicios de 1793 tendría a sus órdenes al Precursor Francisco de Miranda, y con quien sostendría una relación muy estrecha al comienzo, para trocarse al final en infame, debido a la negativa del venezolano, de secundarle en la trama de trasladar a París el Ejército del Norte, con el designio de derrocar la Revolución Francesa.

Algunos datos

A partir de 1750 Dumorietz comenzó su carrera militar que le llevaría a la cúspide del poder a partir de 1789 y hasta 1793, en las primeras fases de la Revolución Francesa y que concluyó con su deserción del Ejército Revolucionario para negociar con Prusia la invasión a su patria.

Francisco de Miranda sería la principal víctima de la traición de Dumorietz cuando al rechazar las ofertas del felón, y sin tiempo para desenmascararlo, fue acusado ante la Asamblea y el Ministerio de Guerra, de graves errores militares en la batalla de Nerwinden -la cual terminó en desastre para los galos- frente al Ejército austríaco.

Entre Luckner y Miranda

En medio del tumultuoso período que desde la Toma de la Bastilla en 1789 y la caída de los jacobinos -con la entronización del Directorio- en 1794, numerosos militares galos de prestigio, modifican su postura ante la radicalización que imprime el movimiento jacobino liderado por Maximilien de Robespierre y Georges-Jacques Dantón. Entre dichos altos oficiales se encontraba Nicolás Luckner, quien en 1791 había sido nombrado por la Asamblea revolucionaria que gobernaba la nación gala como Mariscal de Francia, y quien en 1792 recibió a Dumorietz como subordinado, tras la renuncia de este último al Ministerio de Guerra, en desacuerdo con decisiones políticas del momento.

En todo caso por entonces Dumorietz ponía sus talentos como hombre de armas al servicio de la causa revolucionaria en su fase moderada. Y será en este cuadro, dentro del cual habrá de recibir las credenciales que le presente Francisco de Miranda, cuando este llega a su cuartel general, con el nombramiento de Mariscal de Francia.

Miranda y Doumorietz

A poco de su arribo a París en marzo de 1792, en procura de apoyos a su proyecto emancipador en Hispanoamérica, el caraqueño Francisco de Miranda, ya reconocido por su aureola de todo absolutismo, recibe y acepta la propuesta de sumar su experiencia militar a favor de la Revolución Francesa. La Asamblea le otorga el grado de Mariscal, y de inmediato parte a incorporarse al Ejército del Norte, a las órdenes de Doumorietz. En los inicios, y en consideración de la importancia que uno y otro asignaban a la mutua trayectoria y desempeño de funciones, ambos sostuvieron una magnífica relación, que se acrecentó con la actuación brillante y moralizadora del Precursor caraqueño, que aseguró los primeros triunfos del Ejército Revolucionario, en la acción de Argonne y la Batalla de Valmy.

Hasta entonces, las tropas francesas en la frontera norte, con Bélgica, se venían caracterizando por retroceder y abandonar el terreno frente al avance de los enemigos. Sin embargo, Doumorietz, tras la deposición de los girondinos en la Asamblea y ante las medidas políticas que comenzaron a tomar los jacobinos, habría de seguir el mismo camino de desaliento de Gilbert de Motier (barón de Lafayette), quien de héroe militar de la Revolución, resolvió abandonar el Ejército y exiliarse en Bélgica -cayendo por cierto en manos de fuerzas enemigas que le mantendrán prisionero hasta 1797 en Austria.

Miranda en prisión

En todo caso, indistintamente de los móviles del General Doumorietz para abandonar el campo de la Revolución, sus credenciales como militar quedaron gravemente empañadas ante la historia, debido a la acción de desdoro y felonía en que incurrió poco antes de pasarse al territorio enemigo, cuando requirió de las autoridades de París que se investigase a Miranda, imputándole en forma malévola, incumplimientos en la derrota gala de Nerwinden, de la cual el propio Doumorietz era responsable.

Quería Dumorietz ganar tiempo frente a sus adversarios internos, visto que había fracasado en su complot para marchar con sus tropas sobre París, con el designio de deponer a los jacobinos. Y visto que Miranda fue de quienes mayor rechazo ofreció a dicha tentativa, no es otra la causa profunda de la malquerencia de Doumorietz hacia el venezolano.

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La valerosa caraqueña, esposa del insurrecto Juan Bautista Arismendi, fue víctima del maltrato realista, abortando una niña en el castillo de Santa Rosa de La Asunción en donde se le recluyó, como represalia contra su marido.

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