Néstor Rivero Pérez

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El 28 de noviembre de 1821, la población del istmo de Panamá, dependencia que había mantenido su fidelidad a la Corona española de modo inalterable desde 1810, proclamó mediante acta la separación definitiva de la Península y su integración a la Gran Colombia.

 

Cierre de un ciclo

El día 28 culminó un ciclo de sucesos que había comenzado el 10 del mismo mes, cuando la Villa de los Santos da el primer grito hacia la emancipación del régimen peninsular en esta dependencia colonial. En los siguientes dieciocho días los demás ayuntamientos del istmo resolverán en el mismo sentido, hasta llegar a la confirmación de esta medida por el cabildo de Ciudad de Panamá el 28 de noviembre del mismo año.

 

De Cartagena al istmo

Previamente los panameños, que en el último año se habían mantenido en forma de provincia separada del virreinato de Nueva Granada, estuvieron expectantes ante los sucesos del puerto neogranadino de Cartagena de Indias, con el cual mantenían los nexos más estrechos de comercio y política.

Y siendo que después de la Batalla de Boyacá del 7 de agosto de 1819, el Libertador había ordenado el asedio de dicho puerto hasta su rendición, al producirse su capitulación ante los patriotas, las voluntades del istmo comienzan a fraguar la conjura.

Uno de los involucrados, el escritor Mariano Arosemena, escribe: “En 1820 se crea el primer periódico [de Panamá] La Miscelánea, su editor era José M. Goytía, quien fue el que introdujo la imprenta a Panamá, en ese mismo año” [https://www.laestrella.com.pa]. Y se inicia una breve fase de agitación que desembocaría en los sucesos del 10 de noviembre de 1821 en la Villa de los Santos.

Allí se resolvió organizar un batallón armado con machetes y palos. Al poco tiempo, y en connivencia con el capitán de la tropa local, el grupo miliciano rodeó y tomó el cuartel de la localidad sin derramamiento de sangre y proclamó la independencia. El ejemplo fue seguido de inmediato por los vecinos de Veraguas, Penonomé, Maracaras y Alanje en la provincia de Chiriquí, hasta que el 28 de noviembre de ese año se declara en Ciudad de Panamá la completa separación de España y la incorporación del istmo a la Gran Colombia.

  

Acto proclamatorio

Aunque se trató de un proceso sin interrupciones violentas, como había sucedido en las colonias hispanas del Caribe y Suramérica, el hecho tiene el alto significado de que Panamá se declara independiente de España y acto seguido sus autoridades disponen solicitar su anexión como una sección dentro de la Gran Colombia.

“El Istmo de Panamá fue proclamado libre e independiente el 28 de noviembre de 1821 en la Catedral en el corregimiento de San Felipe, donde se reunió una junta formada por el cabildo de la Ciudad de Panamá, autoridades militares, eclesiásticas y civiles, y luego que hablaron la situación existente terminaron proclamando, conforme al resto general de todos los pueblos, la independencia de Panamá, donde se declaró el Istmo libre e independiente de la Corona Española” [http://www.educapanama.edu.pa].

Regocijo de Bolívar

El Libertador Simón Bolívar, quien por esos meses dirigía la Campaña del Sur, manifestó al respecto: «No me es posible expresar el sentimiento de gozo y admiración… al saber que Panamá, centro del Universo, es… libre por su propia virtud. El Acta de la Independencia de Panamá es el documento más glorioso que puede ofrecer a la historia ninguna provincia americana».

Sinóptico

1911

Emiliano Zapata

Este día el general Emiliano Zapata proclamó el Plan de Ayala, mediante el cual se exige la restitución de la propiedad de la tierra a sus originarios propietarios, los campesinos, cuya titularidad procedía del tiempo del virreinato colonial.

Tres ingredientes sustantivos dan su carácter agrarista al Plan de Ayala. El primero, contenido en el artículo 6: la constancia de que los pueblos o ciudadanos -en referencia al peonaje rural- que tengan sus títulos entrarán en posesión de “los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal”.

En segundo lugar, el artículo 7, donde se indicaba que visto que la mayoría de los mexicanos “no son dueños más que del terreno que pisan”, se procede en consecuencia “a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”.

Y en tercer lugar, el artículo 8, que disponía la nacionalización de los bienes de quienes se opusieran al plan.

Carente de un plan estratégico que le hablara a todo el país, Zapata se recluyó en su región, al sur de México, y vio cómo pocos años después sus fuerzas perdían el ímpetu inicial. Zapata caerá en una emboscada en 1919, sin que ver la concreción de las reivindicaciones de Ayala.

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