Néstor Rivero Pérez

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El 28 de diciembre de 1829, una asamblea reunida en Valencia organizada por sectores antibolivarianos y antigrancolombianos del entonces Departamento de Venezuela, que se erigieron como representantes de la nación, dispone la separación definitiva de Venezuela de la Gran Colombia. Para esos días también en Nueva Granada y Ecuador la corriente bolivariana se venía debilitando, por cuanto los círculos de opinión de las capitales provinciales aducían derechos regionalistas de los jefes políticos y militares surgidos de las guerras de independencia, para dominar en sus territorios.

 

Centrífuga continental

Tal fue el ingrediente de ambiciones políticas que nutrió, en el marco histórico de una sociedad feudal que despertaba del régimen colonial, el ambiente de ambiciones políticas que condujo a la desintegración. Se trataba de una onda disgregacionista surgida años atrás y que si bien en Caracas fue sofocada en 1827 con el retorno del Libertador desde Perú en 1827 y su entrevista con el general José Antonio Páez, jefe de facto del Departamento de Venezuela, haría de nuevo eclosión a finales del año siguiente en términos de cuasi tragedia, cuando Antonio José de Sucre se ve obligado a renunciar a la Presidencia de Bolivia tras un motín en la capital, Chiquisaca (actual Ciudad Sucre). Muchos amigos de la primera ola de anfictionía continental que patrocinó Simón Bolívar y que ayudaron en la verificación del Congreso Anfictiónico de Panamá se habían visto desplazados del gobierno de su respectivo país, o colocados en segundo plano, como el general mexicano Guadalupe Victoria, quien había presidido su país hasta marzo de 1829, y su canciller Lucas Alamán. U otros habían muerto, como el peruano José Sánchez Carrión y el argentino Bernardo Monteagudo.

Visión positivista

Sin haber falsedad en ningún sentido en las afirmaciones respecto a las causas profundas de la disolución de la grande nación grancolombiana, el positivismo limita su examen a circunstancias como el extenso y accidentado territorio de la República, que dificultaban su administración. Igualmente esta escuela expone como circunstancias de disolución del gran Estado creado por Bolívar, la ruina de las provincias tras la guerra emancipadora, la parálisis del agro y el comercio, el descontento de venezolanos y quiteños “con la supremacía de Bogotá” y la ausencia del Libertador durante las campañas “del Sur, mientras que los separatistas, como Santander en Colombia y Páez en Venezuela, impedían la consolidación republicana” [http://culhis.blogspot.com]. De otra parte la Constitución de Cúcuta de 1821 recogió propósitos de las élites territoriales, y algunas propuestas del Libertador. El historiador Armando Rojas califica dicha Carta Magna como “cuna y sepulcro” de la unión trinacional. Y la ausencia de una sólida élite impulsora del proyecto de la gran “Nación de Repúblicas” -como pedía el Libertador-, que actuase como consecuente sostenedora de la opinión anfictiónica, explica en mucho el fracaso por entonces del proyecto integrador.

Páez contra Bolívar

En su Autobiografía José Antonio Páez dará su versión acerca de la desintegración la Gran Colombia. Tras cerrar el tomo II loando su amistad con el Libertador, Páez da inicio al Tomo III, sosteniendo que, respecto a la unión de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, “Ningún plan más difícil de llevar a cabo que el de la confederación de las tres secciones bajo un sistema anfictiónico”. Aduce como razones la penuria del tesoro, las distancias entre provincias y diferencias de los pueblos. Olvidaba el héroe de Carabobo que todo país de extenso territorio -China, EE. UU. o Brasil- confrontó a su momento tales dificultades. Y admite el Centauro su respaldo expreso a la prohibición de que Bolívar entrara a territorio venezolano, aunque no aclara si la idea surgió de su cabeza u otro de su círculo “En cuanto a la exigencia que entonces se manifestó de que Bolívar… no penetrase Venezuela, por duro que sea decirlo… era el mejor medio de evitar una guerra civil”.

 

Sinóptico

1816

Expedición de Jacmel

Este día el Libertador Simón Bolívar arribó al puerto margariteño de Juan Griego al frente de su Expedición de Jacmel, con pertrechos suficientes para dotar un ejército de varios miles de efectivos proporcionados por Alexandre Petion, presidente de Haití.

Esta segunda travesía armada colocaría al Jefe Supremo en el camino de la gloria continental, puesto que tras tocar en Margarita, pasará a Barcelona y de aquí a Guayana, para libertar en 1819 a Nueva Granada, en un ciclo que culminará, en 1825, en el Potosí. Poco antes de partir de Jacmel, Bolívar en sendas cartas, informa a Luis Brion, a Arismendi y a Mariño, del equipamiento para su viaje: “Tenemos víveres bastantes, y aun sobrantes (…) armas, municiones vestuarios (…) Además tendremos cartucheras, shakos y otros efectos” [Paul Verna, Bolívar y Petion, Cs, 1980].

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