Néstor Rivero Pérez

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El 30 de enero de 1648, Felipe IV de España y representantes de las Provincias Unidas de los Estados Generales (Países Bajos) firmaron el Acuerdo de Paz de Münster, el cual junto al Tratado de  Paz de Osnabrück, rubricado el 24 de octubre del mismo año, definieron las bases del orden internacional que desde entonces ha sustentado jurídicamente la figura del Estado Nacional y que ha pasado a la historia como Tratado de Westfalia.

Monarquía universal

Desde el tiempo de Roma y quizás con el antecedente del macedonio Alejandro Magno durante el siglo IV aC, las élites que acompañaban en el poder a los monarcas, estimularon en estos últimos el propósito de encarnar un gobierno que debía concebirse como único y universal. Dicha idea absolutista se correspondía con las estructuras agrarias de territorios en los cuales las fuerzas productivas se estancaron en torno al azadón, la yunta de bueyes y la rueca de hilar. Y quizás los últimos reyes absolutos que se veían a sí mismos como “gobernantes universales”, fueron Carlos V de Alemania y España, y luego Luis XIV de Francia.

 

Fuerzas económicas

En todo caso, en 1648, al tiempo de la “Paz de Westfalia”, cuando las casas comerciales de Génova, Venecia y Florencia, concurrían con las especias y la seda de Asia y con el cacao de América, a la configuración de grandes mercados continentales en Europa, que rebasaban la frontera de los feudos, y se imponía con el mercantilismo la acumulación de los metales preciosos como medida del valor de los bienes, el naciente capitalismo financiero se preparaba para el salto sorprendente en la producción de riquezas, derivado de la máquina de vapor y su subsecuente Revolución Industrial, la que habría de comenzar a mediados del siglo siguiente en Inglaterra, transformando al artesano en proletario asalariado.

Burguesía y Estado Nacional

Y dicha concurrencia de factores -examinada por historiadores marxistas, como el inglés Maurice Dobb-, constituye “un proceso en el que alternan evolucionismo y revoluciones. Estas últimas se desprenden de los cambios estructurales. Los fabricantes provincianos de paños, que necesitaban mercados, entraron en conflicto con los monopolistas de Londres” [https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar]. De este modo la figura del Estado Nacional surgido de los acuerdos de Westfalia, se aviene a plenitud con la mutación de los aparatos productivos, basada en las máquinas, y con el nacimiento de una nueva clase opulenta, la burguesía, que colidirá de modo frontal con los intereses de la nobleza feudal. De allí la inexorable consagración del Estado Nacional, con su corolario social plasmado en la Revolución Francesa, con su guillotina y su ataque a la gran propiedad feudal.

 

Consecuencias de Westfalia

“(Con la Paz de Westfalia) Tuvo lugar… una secularización de la política internacional, en la medida en que, de una comunidad armónica de naciones liderada por el Papado y el Imperio se pasó a una estructura europea integrada por estados nacionales laicos y soberanos. (…) la resolución de los conflictos internacionales se llevaría a cabo a través de una serie de acuerdos multilaterales fundamentados en principios de soberanía, igualdad y equilibrio entre las potencias. En palabras de J. Vicens Vives: “En lugar de un orden tradicional, se propendió a un orden racionalista (…) Al cosmopolitismo medieval sucedió la fragmentación nacional moderna. A la influencia religiosa y sutil del Papado y del Imperio, como jerarcas de la cristiandad, la falta absoluta de un poder que regulara, en suprema instancia, los intereses particularistas de dos estados antagónicos” [https://dehesa.unex.es].

Sinóptico

1818

Bolívar y Páez

Este día el Libertador Simón Bolívar y el general José Antonio Páez se conocieron en el hato Cañafístola, cerca de San Juan de Payara (Apure). El encuentro habría de tener consecuencias decisivas en el futuro de la Guerra de Independencia, pues significaba un avance indiscutible en el combate unificado contra los españoles por las fuerzas republicanas. Los patriotas hasta entonces operaban en distintas regiones al arbitrio de oficiales que actuaban sin un plan nacional de operaciones, ni autoridad unificada- en un solo ejército. Y ello era consecuencia de las dramáticas derrotas propinadas a los independientes, por José Tomás Boves en 1814 y Pablo Morillo entre 1815 y 1816. Así, tras la toma de Angostura y luego de afirmarse como jefe supremo de las fuerzas que reconstituían la República, el Libertador inició los preparativos para llevar la guerra al centro de Venezuela, remontando el Orinoco, y por vía de los llanos buscar a Morillo y dar una batalla que definiese el destino del territorio. Consecuencia de la actuación unida del Libertador Simón Bolívar y José Antonio Páez, fue su triunfo sobre el jefe español Pablo Morillo el 12 de febrero de 1818 en Calabozo, hecho que por poco no liberó definitivamente a Venezuela.

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