Tal día como hoy Simón Bolívar ponderó a Cúcuta como capital de la Gran Colombia
El autor es historiador, docente y abogado.

El 5 de octubre de 1821, el Libertador escribió al general Carlos Soublette, quien ejercía como Vicepresidente del Departamento de Venezuela dentro de la naciente Gran Colombia, expresándole su deseo respecto a que la capital de la Gran Colombia quedase en Cúcuta, donde a la sazón se reunía el Congreso Constituyente, que mediante la unión de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, había aprobado la creación del gran Estado suramericano.
Equidistancia
Desde temprano en su vida pública el Libertador habría de mostrar elevado sentido de perspicacia respecto a la necesidad de resguardar los equilibrios entre territorios y población, tomando en cuenta las distancias, la densidad de población y las preeminencias y divisiones lugareñas y de cacicazgos regionales, y que habrían de configurar un nuevo cuadro una vez que las colonias emergiesen victoriosas en su contienda contra la Corona española. En su epistolario, el héroe caraqueño razonó sobre la conveniencia de ubicar a Panamá como centro de congregación para la federación de las naciones que debían surgir tras la contienda. La ciudad de Istmo, con su equidistancia entre los extremos sur y norte de los países hispanoamericanos y acceso a los dos océanos, Atlántico y Pacífico, ofrecía la mejor ubicación como sede de negociaciones anfictiónicas. Y tal como lo asomó en su célebre Carta de Jamaica del 6 septiembre de 1815, habría de suceder en julio de 1826, cuando los nuevos Estados enviasen a sus plenipotenciarios para acordar las primeras bases del “pacto americano”, en palabras del héroe.
Ciudad de Las Casas
Ya en la Carta de Jamaica, al insinuar que Venezuela y Nueva Granada debían formar una sola nación, indicaba que su capital debía quedar situada en la zona fronteriza de ambos países y como nombre sugería el de Ciudad de Las Casas, en homenaje al autor de Breve historia de la destrucción de las Indias, el fraile Bartolomé de Las Casas.
Cúcuta
Y habiendo palpado los matices de convivencia y hostilidad entre venezolanos y neogranadinos desde los días de la Campaña del Magdalena entre diciembre de 1812 y enero de 1813, así como en el curso de 1813 durante la Campaña Admirable, e igualmente desde los finales de 1814 y los primeros meses de 1815, cuando se le designó -a poco de su segundo arribo a Cartagena como exiliado-, para la suprema jefatura del Ejército de Nueva Granada, Bolívar quiso siempre reducir los márgenes de inconformidad por la preeminencia que la capital de algunos de los grandes departamentos de la Gran Colombia, despertasen celos regionalistas en las otras porciones de un Estado que se integraba con extensiones dilatadas y grandes dificultades para la comunicación entre una y otra región, incluso dentro de cada uno de los departamentos.
Por qué Bogotá
En su epístola del 5 de octubre de 1821 al general Soublette, el Libertador escribe “(…) probablemente la capital se trasladará a Bogotá, porque dicen que aquí [en Cúcuta] no hay medios ni hombres con qué gobernar, que Venezuela está tranquila (…) la mayor parte de esto es verdad. Yo no he querido decir al Congreso mi opinión sobre este particular, pero todos lo saben”. Y detrás del traslado de la capital de la Gran Colombia desde Cúcuta, la sede del Congreso Constituyente de aquel año hasta Bogotá, en el fondo se encontraba el interés del vicepresidente Francisco de Paula Santander, de asegurar su liderazgo sobre la región central de Nueva Granada, Cundinamarca, en cuyo asiento principal, Bogotá, ejercía gran influjo el general Antonio Nariño.
Cúcuta
El Padre de la Patria, si bien había sido nombrado Presidente de la Gran Colombia, se veía de otra parte imposibilitado para ejercer el Poder Ejecutivo, por estar próximo a marchar al Sur con miras a ponerse al frente del Ejército Republicano en la Guerra de Independencia del Sur. Así, escribe a Soublette: “Si yo quedase mandando pediría que fuese aquí [en Cúcuta] la residencia del gobierno. Santander necesita atender a Bogotá y a Nariño, que tiene sus partidarios”.
Sinóptico
1935
Pío Tamayo
Este día murió en Barquisimeto (Lara) Pío Tamayo, quien entre 1928 y 1934, como prisionero político en el Castillo Libertador de Puerto Cabello, se dedicó a formar los primeros círculos para el estudio científico del marxismo en el país. Pío había sido detenido por su participación en la manifestación de calle de la Semana del Estudiante de 1928, jornada de rebeldía juvenil que sorprendió al gobierno de J. V. Gómez. Ese día, al llegar la movilización al Panteón Nacional, leyó su extenso poema Homenaje y demanda del indio, directo reclamo a las condiciones dictatoriales del país, aludiendo al pasado aborigen [“Sangre en sangres dispersa / almagre oscuro y fuerte estirpe Jirajara”], denunciando el “anacrónico cesarismo”, lo que le malpuso con el gomecismo. Muy aquejado de males respiratorios, le liberaron en 1934, para que fuese a morir con los suyos, tal día como hoy.