Néstor Rivero Pérez

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El 31 de julio de 2008 el espectrómetro de masas Tega, componente de la sonda espacial Phoenix, lanzada a Marte por la estadounidense Agencia Nacional de Investigaciones Espaciales (NASA), constató “que una muestra del suelo había tenido problemas para entrar en el horno, y de acuerdo a sus resultados, era hielo de agua, lo cual confirmó una vez más su presencia” (https://radio.perfil.com).

Phoenix

Arrojada con rumbo a Marte el 4 de agosto de 2007 desde el Centro Espacial John F Kennedy en Florida (EEUU), la sonda Phoenix tardó cerca de nueve meses en cubrir su trayecto e iniciar el envío a su base en la Tierra, de las primeras captaciones sobre Marte.

Construida con equipamiento robótico dicha sonda rastreó, durante su tiempo de actividad, distintos parajes de la superficie marciana y su subsuelo. Y a diferencia de las tres sondas que le antecedieron en la exploración del llamado Planeta Verde -Mars Pathfinder, Spirit y Opportunity-, Phoenix fue dotada “con pequeños cohetes similares a los que llevaban hace tres décadas las dos sondas Viking para posarse en el suelo marciano tras el inicio del descenso con paracaídas” (Wikipedia).

¿Vivir en Marte?

En lo que va del siglo XXI el “Planeta Rojo” ha estado en el centro de la aventura espacial de Estados Unidos, China, Rusia y otras potencias que, desde hace décadas, vienen examinando opciones como la eventual colonización de otros planetas y la extracción y traslado a la Tierra de riquezas minerales de valor estratégico para sustentar el desarrollo industrial.

Y todo proyecto de terrificación de Marte, o permanencia de hipotéticas misiones humanas sobre su superficie, requeriría como elemento primordial, de la obtención del agua, sustancia sin la cual la vida en los términos en que se conoce en la Tierra, se haría imposible en cualquier punto del universo.

Y a dicha posibilidad contribuye el descubrimiento del agua marciana, factor de primer orden para quienes desde el planeta azul observan que el Sistema Solar le ofrece un vecino que podría operar como hipotético “planeta de repuesto habitable una vez se hayan agotado todos los recursos de la Tierra y las condiciones de vida en ella debido a la contaminación la hagan inhabitable” (https://geoinnova.org).

En todo caso todavía la aventura del viaje y posterior colonización de Marte debe saldar aspectos como la fabricación de trajes acondicionados, equipamiento, hábitats artificiales y otros aspectos de orden tecnológico, que posibiliten a los seres humanos saldar dificultades extremas como la gravedad, la radiación solar, escasa atmosfera oxigenada y otros cataclismos climáticos.

Agua en Marte

De acuerdo a información suministrada por la geólogo planetaria Bethany Ehlmann, el agua detectada en Marte recorre unas “líneas oscuras que aparecen y desaparecen estacionalmente, llamadas “recurring slope linead” y que fueron descubiertas en 2010” (https://www.nationalgeographic.es).

“El agua gotea por las gargantas y las paredes de los cráteres de la superficie de Marte, generando intrincadas preguntas sobre si podría haber vida o no en el planeta. Los descubrimientos, a día de hoy, son la evidencia más grande de que el agua líquida es la causante del oscurecimiento de la superficie marciana; durante años hemos sabido de la existencia de flujos de agua en Marte hace mucho tiempo” (Ibídem).

¿Canales de Marte?

Y el descubrimiento de 2010 trae a la memoria de todo aficionado al telescopio, la leyenda de los “Canales de Marte” que en 1877 creyó haber contemplado desde su observatorio el italiano Giovanni Schiaparelli. Dicha percepción fue popularizada en 1908 por el estadounidense Percival Lowell, al dar crédito a la idea según la cual Marte se encontraba habitado por seres inteligentes con capacidad ingenieril para construir grandes canales.

Sinóptico

1914

Zumaque I

Este día fue declarado comercialmente hábil por la VOC, filial de la anglo-holandesa Royal Dutch Shell, el Pozo Zumaque I, iniciándose con ello la historia de la gran industria petrolera en Venezuela. En febrero de 1914, la VOC, filial Shell, perforó en el cerro La Estrella, a inmediaciones de Mene Grande (Zulia).

Según César Prieto Oberto “se perforaron otros -pozos- en las proximidades, se construyeron depósitos de almacenamiento y se tendió un oleoducto hasta la orilla del lago (de Maracaibo), en San Lorenzo, donde se comenzó la construcción de una pequeña refinería” (https://www.aporrea.org).

Confiados en el rendimiento de las primeras cabrias y balancines, la VOC contrató campesinos de la zona y sus utensilios agrícolas como herramientas. Por entonces, las adyacencias de Mene Grande formaban un área selvática, debiendo trasladarse las primeras maquinarias mediante tracción animal. Ya para el 25 de julio de 1914 “…el pozo alcanza una profundidad de 135 m y se inicia exitosamente la producción de crudo por flujo natural” (Wikipedia). Y el día 31 se declara “su utilidad comercial con una tasa de producción de 264 barriles diarios”.

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