Eugenia Russian

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Desde América Latina y el Caribe, los movimientos sociales y diversos tipos de comunidades, impulsan una toma de conciencia colectiva que influye en los cambios sociales que se perciben como de trascendencia histórica. Parte de esta toma de conciencia es sentir la necesidad de reorientar la percepción que los pueblos tienen sobre su propia historia, aquella sumergida, ignorada o manipulada ampliamente por quienes precisamente la registran, es decir, los vencedores.

Para ello, el movimiento cristiano ecuménico liberador, ha venido haciendo su aporte desde el punto de vista de quienes son considerados no-personas. Desde el lugar de los oprimidos, asumido para la reflexión desde la fe liberadora, no opresora del mensaje de Jesús.

Y desde la Espiritualidad Liberadora, las comunidades ecuménicas mantienen vivo el legado del obispo profeta y Poeta de la Patria Grande, Pedro Casaldáliga, a 4 años de su Pascua, de quien traemos su canto que dice así: Esta Patria Grande, más que una Patria ya hecha, es una Patria utópica, el Continente de la Utopía.

Somos la tierra de aquella “Flor Nuestra” defendida por el pueblo maya, somos el “Quilombo” de Zumbí, la Patria Grande de Bolívar, la “América Nuestra” de Martí y Sandino, el “Alma Matinal” de Guevara, el “Gracias a la Vida” de Violeta Parra, la “Cantata Sudamericana” de Mercedes Sosa, la “Cantata Bolivariana” de Juan Vives, la utópica colectividad con nombres luminosos y anónimas muchedumbres de esos 532 años de resistencia indígena, negra y popular herencia de los ancestrales cincuenta mil años de historia abiayálica.

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