¡Un cuento de terror que fue cierto! Sociólogo denuncia emboscada de efectivos de Policaracas

0

Luis Rangel salvó su reputación, y tal vez su vida, al decidir escapar de sus «captores oficiales». Fotos Internet / YM.

VEA / Yonaski Moreno

A casi cuatro horas de humillaciones, agresiones verbales y vejaciones, fue sometido el sociólogo Luis Rangel, funcionario al servicio del Ministerio del Poder Popular para las Comunas, abordado por funcionarios de la Policía de Caracas, en la avenida Lecuna, de la ciudad capital.

La denuncia la realizó Rangel a través de un mensaje que difundió vías redes digitales (RR. DD.), luego del hecho registrado el pasado miércoles 30 de marzo. En visita realizada posteriormente a Diario VEA, relató con indignación la actuación de los integrantes del órgano de seguridad ciudadana, quienes con amenazas -y lo que calificó de presión psicológica-, intentaron “matraquearlo”.

Con la intención de aumentar sus ingresos, y usando las referidas RR. DD., Rangel ofreció sus servicios como taxista a través de Marketplace, en Facebook. La publicación pronto le brindó resultados, siendo contactado por un caballero quien pidió acudir a la señalada avenida a objeto de retirar unos cauchos que luego debería llevar hacia el sector La Bandera.

En el intercambio, el solicitante preguntó el costo del traslado, que el prestador del servicio fijó en 15 dólares. Una grata sorpresa recibió cuando el usuario ofreció pagar 20 dólares en agradecimiento.

“Me pareció entusiasta la primera llamada. Le digo que me pase la dirección para buscar los cauchos y me pasa el nombre de una persona que me los va a entregar; hago contacto con esa persona y me pasa la ubicación en la avenida Lecuna. Cuando llegó al lugar están unos Policaracas”, relató.

Apenas llegó al lugar fue abordado –sorpresivamente– por los dos funcionarios. “Me dicen: ‘Deme su cédula, señor’. Yo le doy la cédula y dicen ‘este es el estafador’…”. En medio de la confusión, Luis pregunta a los oficiales a qué se refieren y explica que se encuentra en el lugar buscando unos cauchos. “No, tú eres un estafador”, fue la respuesta inmediata de uno de ellos, y lo acusa de hacer un pago por Zelle y pasarse por otra persona.

Para despejar la duda, Luis decide mostrar los mensajes intercambiados con la persona que lo contactó por Marketplace. En ese momento le quitan su teléfono celular y comienzan a revisar sus estados, contactos, fotos y toda la información personal ahí contenida.

Le preguntan además si ha estado preso alguna vez, a lo que Luis Rangel responde que sí, pues participó en la rebelión cívico-militar del 27 de noviembre de 1992. “Ah, tú eres de los guerrilleros” –respondieron– y en eso “comienza el maltrato, los gritos, todo el tema que tiene que ver con la humillación”.

Los funcionarios de Policaracas le aseguraron que lo iban a detener y trasladar a una sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), donde iba a durar 45 días en averiguaciones. Asimismo le preguntaron: “¿Cuánto tienes ahí?, ¿no tienes ni 100 dólares?”, y ante la respuesta negativa de Rangel continúan intentando “sacarle” algo de valor.

“Sigo parado ahí, me revisan el carro, me quitan la cartera, la cédula, y en eso llegan cuatro (4) funcionarios más y comienzan de nuevo los gritos, la humillación. ‘Vamos para tu casa, vamos a ver qué tienes de valor para quitártelo, porque tú eres un estafador’, me dicen”, relató.

Ante las amenazas, Rangel sugiere, “si yo soy estafador, llévame para los tribunales, para la Fiscalía y yo veré qué hago ahí”, pero los oficiales ignoran su petición.

Como si de una película de acción se tratara, “a las 3:00 de la tarde, después de tanto darle, tanto pedir plata, me dicen: ‘Síguenos, que vamos para un sitio’. Me dan la llave del carro y me dicen: ‘Nos sigues despacio’, y bueno, vamos por Parque Central por la Lecuna. Cuando van a subir para la avenida Urdaneta, un carro se atraviesa, los tranca a ellos y me tranca a mí, y aprovecho y me escapo”.

Nervioso ante una posible persecución, toma la avenida Bolívar. En su escape se plantea dirigirse a la Alcaldía de Caracas para denunciar la situación, pero cambia de opinión y decide dirigirse al Comando de la Cota 905, pero había mucho tráfico, por lo que al final se dirige a la Inspectoría de la Policía de Caracas ubicada en San Martín.

Antes de llegar, estaciona el carro en la Ferretería EPA, “porque si me venían siguiendo me iban a ubicar rapidito”, se quita la camisa y se queda con una franela que tenía debajo y se dirige a la sede policial. Ahí denuncia que un grupo de policías lo mantenía secuestrado y relata los hechos. Preguntan qué patrulla era. “La 0270, recuerdo clarito”, dijo el denunciante, añadiendo los funcionarios que «vamos a mandarlos a buscar».

Tras una hora más de espera, “llega una de las funcionarias de ahí de Inspectoría y me dice: ‘Si pones la denuncia no va a pasar nada, no van a hacerle nada’”. Para ese momento, su teléfono, cartera y llaves de la casa estaban en poder de los efectivos que lo abordaron en el centro de la ciudad.

Más tarde se presentó un inspector con sus pertenencias, pide que nuevamente relate los hechos y le muestre las conversaciones. “Esto lo hacen desde las cárceles, caíste tú como un bolsa”, dice el inspector sobre el contacto recibido por Marketplace, pero sin explicar el accionar de los policías. Además, asegura que no hay delito, más allá “del asunto del chantaje”.

El inspector llama a los funcionarios implicados y le pregunta a Rangel si desea denunciar. “Yo le dije: ‘bueno’, pero me dijeron que si los denunciaba no iban a hacer nada y más bien el teléfono, los documentos y el carro quedarían como evidencia para una eventual investigación. Así que usted decide” –respondió el inspector–, por lo que Rangel decidió no denunciar ante las autoridades.

Una vez en la inspectoría, los efectivos ofrecieron sus disculpas y prometieron que no volvería a suceder. Rangel salió y así quedó “zanjado” el asunto, “pero después de pasar casi cuatro horas vejado, secuestrado, pidiéndome plata, el hostigamiento, los gritos, sé que esto no puede ser, por lo que hice una denuncia pública, redacté el texto y lo pasé por muchos grupos”, explicó.

Añadió que no se trata solo de una denuncia moral contra los funcionarios, sino de un llamado de atención para que se produzca un cambio profundo en la institución, y que este y otros cuerpos de seguridad ciudadana estén conformados por “un policía honesto, solidario, dado para la atención y el cuido del pueblo, no dado para la matraca y el agavillamiento”.

Precisó el sociólogo que algunas de las personas enteradas del hecho, han señalado la posibilidad de que el contacto por Marketplace lo hayan realizado los mismos funcionarios “para ver quién caía y tener una excusa para agarrarlo y matraquearlo”.

Aunque no puede asegurar que haya sido el caso, el hecho de que los funcionarios lo hayan abordado nada más llegar al lugar, como si estuvieran esperándolo, deja grandes dudas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!