Habla víctima de Bukele: Algunos oficiales sabían de nuestra inocencia (Ver video)

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José Gregorio Flores relató a Diario VEA los maltratos y torturas psicológicas que vivió en la cárcel construida en El Salvador. Fotos: Franklin Domínguez:

abridora cecot

VEA / Carlos A. Batatin

Cuando habla lo hace de «usted». Las «gracias» siempre están presentes en sus frases y cuando debe recordar los peores momentos que ha vivido en su vida, por culpa de Donald Trump y Nayib Bukele, se le hace inevitable -en algunos momentos- derramar lágrimas. Junto con otros 251 venezolanos fue víctima durante cuatro (4) meses de constantes humillaciones, golpes, tortura física y psicológica en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una prisión de máxima seguridad ubicada en Tecoluca, El Salvador.

Su nombre es José Gregorio Flores López, un hombre de 42 años que se fue a suelo yanqui buscando mejores condiciones de vida y lo que conoció fue las «pailas del infierno». En la cárcel construida por Bukele conoció el terror; atravesó por malos tratos, psicológicos, tortura, aun cuando custodios llegaron a admitir ante ellos que sabían que no eran delincuentes ni terroristas.

A pesar de lo vivido, José Gregorio, un hombre que en Venezuela laboraba como soldador no habla de sus torturadores con rabia ni rencor. Tampoco se refiere a ellos con malas palabras, dice que no le gusta emplearlas.

De hecho manifiesta que en su opinión no todos los custodios fueron malvados con los 252 venezolanos secuestrados. «Había oficiales que no nos maltrataron y ellos estaban consientes de que nosotros no éramos delincuentes. A otros no les importaba nada y nos agredían».

En Mantecal se reencontró con el amor

Son pasadas las 10:00 de la mañana cuando José Gregorio Flores llega a la sede de Diario VEA, ubicado en San Agustín del Norte, Caracas. Lo hace acompañado de su hermana Blanca Flores, una mujer que acudió a cada una de las marchas; que participó en reuniones con autoridades del Gobierno nacional, organismos Internacionales, buscando la libertad de su hermano y de los otros 251 secuestrados.

Tras su rescate, el 18 de julio por parte del gobierno del presidente Nicolás Maduro, y luego de días que estuvo en La Guaira, donde recibió atención médica y pasó por protocolos que aplicó el Estado para los migrantes salvados de las garras de EEUU y Bukele, José Gregorio partió a Mantecal a reencontrarse con su madre, su amor. Después de estar unos días allá, rodeado de la protección materna, llegó a Catia, Caracas, a la casa de su hermana Blanca.

Antes de describir las torturas que vivió en el Cecot relata sobre las afectaciones que han causado las recientes lluvias en Mantecal y en otras regiones de Apure. Muestra una foto de las inundaciones que se registraron en el lugar.

Buscando un mejor futuro

Compartiendo un café, previo a las declaraciones que concedió al espacio «Entrevistas Diario VEA» que transmite este portal en su cuenta en la red digital Tiktok, José Gregorio relata que en 2016 partió de la tierra que lo vio nacer rumbó a Colombia buscando mejores oportunidades de vida para él y su familia.

En el vecino país estuvo siete (7) años junto con sus dos (2) hijos menores, una niña y un niño de 12 y 13 años. Además de la madre de los menores. El primero de sus hijos, ya adulto, quedó en Venezuela.

De ahí decidió migrar rumbo a Estados Unidos, como miles de venezolanos, lo hizo por el Darién, selva que conecta Colombia con Panamá. Después atravesó varios países centroamericanos, hasta que finalmente llegó a la nación del norte. En un primer momento quedó detenido por migración por un lapso de 11 días. Luego fue liberado, y comenzó con su único plan, trabajar para mejorar situación económica de su familia. Por dos (2) años logró su objetivo.

Su pesadilla comenzó el 12 de marzo de 2025. Ese día fue detenido por agentes del FBI y la DEA cuando se dirigía a su trabajo. Relató que ni siquiera lo dejaron abordar el auto. Luego fue entregado a funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Tras su captura fue trasladado a un centro de detención para inmigrantes. Tres días después había sido trasladado de manera ilegal al Cecot.

Recuerda que entre las torturas que sufrió junto con cientos de connacionales, era costumbre de los custodios hacer «mucha bulla por las noches. Golpeaban las celdas para que no pudiéramos dormir».

Cuenta que cuando escuchaban a los custodios hacer ese ruido, él y otros compañeros, sentían terror. Considerada tortura psicológica.

Una vez terminado el café comienza la entrevista para la cuenta digital de Diario VEA, TikTok, una conversación que se extendió durante 40 minutos.

¿Cómo te sientes en estos momentos? ¿qué tiempo llevas con tu familia en Mantecal?

-Me siento bien y  doy gracias a Dios por estar nuevamente en mi país. Mi familia llevaba nueve (9) años que no me veía personalmente.

-¿Cómo calificas la experiencia vivida en el Centro de Confinamiento  del Terrorismo en El Salvador?

-Una tortura. Para un ser humano, en mi caso, nunca he estado preso ni detenido; caer en una cárcel de máxima seguridad ha sido lo peor para mí.

¿Estuviste en el primer grupo que llegó?

-Llegué en el primer avión que aterrizó en El Salvador el 16 de marzo de este año.

Te detienen el 12 de marzo en Dallas ¿Cómo se entera todo el grupo de venezolanos detenidos que irían al Cecot?

-Ese día me detienen funcionarios del FBI y de la DEA  y pasados algunos minutos llegó migración. Me comentaron que sería algo rápido y que además estaría asistido por un abogado, lo cual nunca ocurrió. El 16 de marzo llegué al Cecot.

¿Algunos de esos funcionarios te explicaron algo sobre tu detención o situación?

– Por estar en mi derecho les pregunté y ninguno me dio respuesta. Insistí sobre el motivo de mi arresto porque no estaba haciendo nada malo. Uno de ellos comentó «esa respuesta no te la tengo».

¿Se enteran que eran llevados al Cecot en pleno vuelo o cuando lo sacaron de prisión en Estados Unidos?

-Según nos dijeron que el vuelo vendría a Venezuela. Lo extraño es que en ese mismo vuelo venían personas de El Salvador. Creo que eran tres (3) presos salvadoreños. Entonces, si nuestro destino era Venezuela, ¿por qué venían ellos en ese mismo avión?

¿Cómo detectaron que eran salvadoreños?

– Por los tatuajes en sus cuerpos y cara. El avión hizo una escala en Honduras y desde allí directo a El Salvador. Todos quedamos sorprendidos porque al principio saldríamos de Estados Unidos a Venezuela.

¿Qué ocurrió cuando llegaron a El Salvador?

-Desde que bajamos del avión todo fue tortura para nosotros. Al llegar los aviones se subió un oficial salvadoreño y nos dijo «o se bajan o los bajamos». Al final de la escalerilla nos bajaban la cabeza lo más que se podía y nos llevaban corriendo a todos esposados. Si te caías te levantan a golpes.

¿En ese momento viste caer algún compatriota y ser maltratado?

-Yo me caí y me golpearon fuerte. Nos montaron en un autobús a fuerza de golpes y que bajo ninguna excusa podíamos levantar la cabeza, de hacerlo te golpean nuevamente. Al llegar te bajan del bus como a unos 100 metros del Cecot y nos hicieron llegar corriendo hasta allá. Una vez dentro nos pasaron por la barbería y nos raparon la cabeza. Te desnudan frente a muchas cámaras de video. Allí ocurre lo mismo, te golpean con cualquier excusa. No puedes hablar y si medio levantas la cabeza te maltratan (…) Luego de pasar por todo eso, un sujeto que se identificó como director de ese centro de reclusión nos ordenó hacer una fila india «y nos dio la bienvenida». Dijo, “aquí están ustedes por terroristas, «aquí (en el Cecot) se van a podrir».

¿A cuántos venezolanos metían por celda?

-En mi caso éramos 19. Yo estaba en la celda número 22. Luego de pasar 15 días  nos clasificaron por los tatuajes.

José Gregorio mostró su tatuaje, un corazón con espinas que se hizo en la adolescencia. Para los custodios salvadoreños eso no era un tatuaje de alto riesgo, por lo que lo dejaron en la misma celda. Señaló que los policías revisaban hasta el cielo de la boca y los labios, pues según lo que llegaron a comentar, en El Salvador, les vinculaban como miembros del Tren de Aragua, una banda criminal erradicada en Venezuela, con cinco (5) tatuajes específicos, entre ellos mecionó: La Rosa, la Corona, una K o la K47.

En tu caso ¿cuándo te señalan de terrorista?, ¿podías defenderte?

-No puedes hablar porque si lo haces te golpean. No puedes ni murmurar, siempre debes mantener la cabeza agachada y nunca verlos a la cara. No puedes hacer nada. Incluso se registraron dos motines porque casi mataron a un compañero con gas.

¿Por qué le lanzaron gas?

-Realmente no sé qué ocurrió por estar en celdas separadas. Lo cierto es que por uno pagábamos todos. Éramos golpeados por igual. Durante el primer motín hicimos una huelga de hambre por tres (3) días y se alargó a cinco (5) porque nos dieron dos (2) por castigo sin comida ni agua.

¿Qué tipo de alimentación tenían como reclusos?

-Diariamente nos daban lo mismo. Caraotas, pasta, un poquito de arroz y siempre «tortillas» (fajitas de harina de trigo).

¿Cómo eran las condiciones de las celdas?

-También como castigo nos dieron un medio tanque de agua y una taza. Con esa agua te bañas, la bebes y la utilizas en las necesidades fisiológicas.  Dormíamos sobre una lámina de acero. Era una situación horrible porque esa plancha maltrata el cuerpo sumado a las golpizas permanentes. Quienes acudían al servicio médico también eran golpeados. Por cierto, uno que fue muy golpeado por los guardias pidió asistencia médica. Lo revisó una doctora y le preguntó que si se había caído de la litera aun sabiendo lo que ocurre realmente en el Cecot.

¿Ese maltrato físico era también acompañado con maltrato psicológico y verbal?

– Sí (…) fue una experiencia muy desagradable. Me mantuve firme al pensar en mi familia, mis hijos, hermanos y mi madre.

Aunque toda esa experiencia fue realmente horrible, ¿cuál fue el peor momento vivido en el Cecot?

-Todos los momentos eran iguales. No había diferencia entre un día a otro con respecto a los maltratos. Sin embargo, en el segundo motín nos dispararon a mansalva a diestra y siniestra. Disparaban a quemarropa tan cerca que se podía oler la pólvora. Disparaban de la parte superior de las celdas y desde cualquier punto. No resulté herido físicamente, gracias a Dios, pero mentalmente sí.

¿En algún momento pensaste en la idea de escapar?

-En el Cecot no hay manera de hacerlo.

Ante la presión y angustia ¿pasó por tu mente quitarse la vida como le ocurrió a otros?

-En la celda donde estuve encerrado no se dio ningún caso. Había un joven de unos 20 años de edad, que manifestó algo relacionado con ese tema. Sin embargo, ahí estuvimos nosotros para apoyarlo.

¿Qué piensas de Bukele?

-Tal vez para los salvadoreños y su país es un buen presidente (…) Ahora bien, veo muy mal que él nos recibiera como si fuésemos delincuentes sin conocernos, sin serlo. Él tiene esa prisión y allí lo que se hace es torturar.

Para paliar la presión ¿buscaron alguna alternativa para distraerse y olvidar un poco lo que estaban viviendo?

-Sí. Jugábamos algo llamado parqués. Es algo que se juega con dados hechos con harina de las panquecas (…) En la celda teníamos un artesano e hicimos algunas piezas con ese material. Allá no había diferencia entre el día y la noche siempre estaba encendida la luz de las celdas.

¿Los dejaban salir para recibir algo de sol?

-Solo nos sacaban entre 10 a 20 minutos para hacer deporte. Grababan videos, tomaban fotos y de nuevo para el calabozo. Llevaban un registro con esas fotos y videos para hacer creer que todo estaba bien y que respetaban nuestros derechos. Era obligatorio bañarse a las cuatro de la madrugada, quien no lo hacía ese día tenía que hacerlo al dia siguiente.

¿Durante la permanencia en el Cecot presenciaron si alguna autoridad de peso visitó esas instalaciones? ¿por ejemplo algún ministro?

-Llegó una persona con muchos guardaespaldas. Hizo un recorrido por todas las celdas y se retiró.

Uno de los 252 secuestrados ya comenzó los trámites. ¿Has pensado demandar a Estados Unidos y al presidente Bukele por maltrato y tortura?

-Sí, lo he pensado. Pero no sé si se ganaría una demanda contra Estados Unidos. Donald Trump hace lo que le viene en gana. Él decide quien sale o se queda en el Cecot. Yo me enteré estando secuestrado que estaba preso por supuestamente ser del Tren de Aragua. Ese día casi me da un infarto.

¿Cómo fue el trato de los custodios previo a la liberación?

-Tres (3) días antes de salir del Cecot comenzaron algunos cambios. Nos dieron artículos de higiene personal.

Al cambiar las condiciones y trato de los custodios ¿cómo reaccionaron ustedes?

-Al principio pensamos todo lo contrario. Nos pareció muy extraño por no saber lo que estaba pasando. Honestamente eso nos preocupó y comenzamos a pensar que nuestra situación se alargaría. En esos tres (3) días nos despertaron a eso de la una de la madrugada para bañarnos. Luego nos dieron desayuno y ordenaron que nos cepilláramos los dientes.

¿Qué sentistes cuando les dijeron «se van»?

-Una gran emoción. Todos comenzamos a llorar. Los custodios nos informaron que nos iríamos y nos dieron ropa. Ellos comentaron «ya se van». Seguidamente no dieron zapatos y gorras, la que me tocó a mí se la regalé a un compañero, no me gustó.

Al salir del Cecot, ¿detallaron que tan grande era?

-Es realmente grande.

«Bukele es responsable del dolor de muchas madres venezolanas»

Nayib Bukele «es una de las peores personas que existen en el mundo. Es responsable del dolor de muchas madres venezolanas. Es un hombre desalmado y culpable de que muchas de esas madres se enfermaran al saber que sus hijos estaban en el Cecot siendo todos inocentes». La afirmación la hace Blanca Flores al ser consultada sobre cómo vivieron los familiares la injusticia de los 252 venezolanos recluidos en el Cecot.

Cuando Diario VEA entrevistó en abril de este año a Blanca, no paraba de llorar. Hoy la historia es otra, ríe, conversa con alegría. Comparte fotos de su hija, una adolescente que la acompañó en el camino de lucha para lograr la liberación de su hermano. Atrás quedó el dolor.

Durante el secuestro de José Gregorio, Blanca estaba muy angustiada por lo que estaba sucediendo con su hermano, pero también por su madre, quien tiene una condición médica delicada. «Mi madre tiene una neurona infartada», explica. Esta fue la razón por la que le ocultaron el secuestro de su hijo, pues temían que al enterarse le sucediera algo fatal.

Cada vez que la madre de José Gregorio preguntaba por su hijo Blanca desviaba el tema, llegó a mentirle diciendo que ella y el joven estaban molestos, que habían discutido. Luego que su hermano debía estar escondido por la persecución de Donald Trump contra los migrantes, hasta que llegó un momento en que tuvieron que decirle la verdad.

Blanca admite que la verdad de lo que pasaba con José Gregorio la dio a conocer, a la madre, otra de sus hermanas, que siempre ha sido más fuerte. Lo hizo faltando pocas semanas para que se lograra el rescate. Tras la noticia la mamá se puso muy triste, lo que afectó aún más su salud.

En ese punto José Gregorio menciona que desde que el migró de Venezuela siempre se comunicó con su madre, lo máximo que pasaron sin hablarse fueron dos (2) o tres (3) días.

Reitera Blanca que si para ella ya era muy duro conocer que su hermano estaba secuestrado, no imagina el dolor que sintió la madre.

Luego de ello revela que incluso ella llegó «a pensar que más nunca lo vería, pero mi esperanza jamás se desvaneció. Él es un muchacho inocente, luchador, una muy buena persona».

-En Venezuela representantes de la extrema derecha aseguraban que todos los secuestrados en El Salvador eran delincuentes y por ese motivo les correspondía estar en el Cecot. ¿Cuál es su opinión?

-Una de esa personas fue la señora María Corina Machado. Fue una postura inaudita por parte de esa gente. Ella es sinónimo de aberración, para mí es la nada. Mencionarla no vale pena.

¿Por qué esos representantes de la ultraderecha asumieron que eran delincuentes sin tener pruebas?

-No tengo pruebas del porqué tomaron esa postura pero lo cierto es que ese tipo de comentarios son inhumanos.

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