Néstor Rivero Pérez

El 18 de julio de 390 aC, Brenno, al frente de los galos tras varias semanas de asedio, toma la ciudad de Roma, y luego de pronunciar la frase Vae victis (¡Ay de los vencidos!) dio aquiescencia a sus hombres para que ejecutasen el primer gran saqueo conocido en contra de la urbe del Lacio.

Siete saqueos
En el curso de su historia y desde los primeros días de su consolidación y atracción arquitectónica, las riquezas de Roma concitaron la codicia de otros pueblos, tanto adyacentes como distantes, adonde llegaba el rumor de una ciudad amurallada en cuyo interior de concentraba un esplendor muy superior al que se conocía en la Europa entre los siglos IV aC y finales de la Alta Edad Media. Así, además de la incursión depredatoria de Brenno, Roma sintió la acometida y violentos despojos en seis ocasiones: en 410 DC, cuando Alarico y los visigodos entraron a saco al interior de sus murallas. 45 años después otra invasión de los llamados pueblos bárbaros conquistó y saqueó la ciudad. La cuarta penetración con despojo tuvo lugar en 472, cuando Ricimero, aspirante al trono imperial de occidente reunió un ejército de germanos, quienes saquearon la capital del Tíber. El quinto saqueo acaeció en 846, cuando corsarios sarracenos si bien no lograron saltar las murallas, sí asolaron las basílicas de Pedro y Pablo. Y en 1527 las tropas de Carlos V hicieron el último asalto de Roma, y que fuere permitido por un monarca cristiano, quien por esta vía procuraba la sumisión de los Estados Pontificios.

¡Ay de los vencidos!
De acuerdo a una tradición que no ha podido ser confirmada ni desmentida -dado que por la época apenas los testimonios referenciales han podido dar fe del modo y detalles en que Roma cayó en poder de los galos- habiendo recibido un cuantioso rescate de los habitantes de la ciudad, Brenno procedió a desenvainar su espada, colocándola encima de la balanza que pesaba las piezas de oro con que los romanos pagaban su paz, y que debían totalizar 327 kilogramos, pronunciando las terribles palabras “¡Vae Victis!”. En adelante dicha expresión ha sido repetida por aquellos vencedores sin escrúpulos, quienes, sin dar cuartel, sacian toda índole de apetitos a expensas de los conquistados. La exclamación también ha sido empleada como arma de intimidación por fuerzas conquistadoras para doblegar la resistencia de pueblos inabordables y cuya voluntad se pretende debilitar mediante la propagación de los hipotéticos daños que causaría la imposición militar de los invasores.

Marcio y los galos
Detrás de la despiadada actuación de los galos se encontraba la humillación que les infligió Anco Marcio, caudillo sabino a quien se vinculó con la naciente urbe del Lacio, una de cuyas colinas colonizó Marcio. Tras conquistar Roma en 390 los hombres de Brenno cometieron todo tipo de tropelía, y cuando los pobladores se les resistían saltaban sobre estos para abrazarles y arrojarse en pareja, sobre las hogueras que acompañaban el saqueo de Roma, tal era el odio de los galos contra la naciente Roma. Tan drásticas pasiones afloraron es esta oportunidad que la romana Camma, viuda de Sinato, finge ante el invasor Sinorix, quien desea desposarla y le ofrece una copa de vino donde ha vertido veneno, bebiendo ella de primero e invitando a Sinorix a ingerir de la copa, tras lo cual le dice “bárbaro…desciende conmigo a la tumba que he abierto a nuestros pies” (https://books.google.co.ve).

Sinóptico
1817
Independencia de Margarita

Este día el general Francisco Esteban Gómez en nombre de los patriotas, de la isla de Margarita, contestó al jefe realista Pablo Morillo la violenta intimación de rendirse que este dirigiera a los margariteños. Margarita se rebelará en 1813, bajo el mando Juan Bautista Arismendi. Viéndose, este caudillo, sobrepasado en abril de 1815 por los 15 mil hombres que llegaron a la isla a las órdenes del español Pablo Morillo, depone sus armas. Empero el 15 de noviembre de 1815 Arismendi insurrecciona de nuevo la isla, en respuesta a los desmanes del gobernador peninsular Joaquín de Urreiztieta. Así, armados “de piedras, palos, y rústicos objetos de labranza” (Rosauro Rosa Acosta), los margariteños liberarán una franja de la isla, a la cual llegará, en mayo de 1816, Simón Bolívar con armamento al frente de la Expedición de los Cayos. Para julio de 1817, encontrándose casi toda la isla en manos patriotas, retorna a sus costas el jefe español Pablo Morillo y expide el día 17, de dicho mes, una intimación a rendirse, acusando a Luis Brión de ser un pirata que pretende “saquear la isla” y tacha de “despreciable, cobarde y ruin” a Arismendi. En todo caso, la contestación de Francisco Esteban Gómez del 18 de julio de 1817, redactada en los viriles términos del patriota irreductible, dejaba muy en claro, tanto la imposibilidad de la rendición, como de la entrega de Juan Bautista Arismendi, inspirador de los distintos levantamientos de la isla, y por quien Morillo desesperaba de capturar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!