Néstor Rivero Pérez

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El 15 de noviembre de 1907 nació en Jetinggen (Alemania) Claus von Stauffenberg, principal organizador del atentado del 20 de julio de 1944 contra Adolfo Hitler, acción que ha pasado a la historia como la “Operación Valquiria”, la cual estuvo muy cerca de quitarle la vida al Fuhrer; todos los involucrados directos terminaron fusilados o ahorcados.

El régimen nazi

Con un programa cuyas líneas había trazado en sus años de presidio entre 1923 y 1925 y que daría a conocer con su libro Mein Kampf (Mi Lucha), Hitler lograría ensoberbecer con un habilidísimo aparato de propaganda entre 1933 y 1945, el orgullo germano, constituyendo su proyecto político en la encarnación de una “raza superior”, los arios, que debía imponerse en Europa mediante procedimientos despóticos y con fundamento en tesis como el espacio vital, la eugenesia, un antisemitismo furibundo y la intolerancia respecto a doctrinas políticas y sociales como el marxismo, así como repeliendo todo libre debate de las ideas. Contrario a la marcha histórica de encuentro común de la humanidad, Hitler pregonaba que “la mezcla de sangre aria con la de pueblos inferiores tuvo por resultado la ruina de la raza de cultura superior”.

 

La vía de los complots previos

Sin embargo, ya desde los inicios del gobierno nacionalsocialista en 1933, sectores políticos moderados y revolucionarios, aliados con familias de la aristocracia germana, intelectuales y sacerdotes con base de vocación democrática, quienes expresaban entre sí distintas posturas acerca de cómo entender la democracia, comprendieron el peligro que se cernía sobre su país y Europa con la aventura de fanatismo del nuevo canciller alemán.

Nobles que conspiran

Buen número de los principales atentados que se orquestaron contra Adolfo Hitler entre 1933 y 1944, tuvieron entre sus principales organizadores a figuras provenientes de los círculos aristocráticos de Alemania. Jóvenes de familias pudientes que hacían carrera militar, prestigiosos banqueros o sacerdotes de vocación democrática, destacan en las acciones que pretendieron liquidar a Hitler. Y entre quienes tramaron o condujeron los complots sobresalen Georg Elser, carpintero que en noviembre de 1939 intentó quitarle la vida al Fuhrer colocando una bomba en una cervecería de Munich adonde aquél debía llegar. Otro sería Fabián von Schlabrendorf, quien el 13 de marzo de 1943 fijó una bomba en un avión en el cual debía viajar Hitler; sin embargo, este último se salvó por cuanto la baja temperatura afectó el dispositivo del artefacto. Y así como este conspirador temerario, también fraguaron el estallido de sendas bombas, en 1944, para hacerse matar al lado de Hitler, los capitanes Axel von dem Busche y Ewald von Kleist, así como el teniente Eberhard von Breitenbuch, todos ellos a las órdenes del coronel Claus von Stauffenberg.

 

Quién era

Valeroso e inteligente como pocos, a raíz de un ataque aéreo inglés sobre su vehículo en Túnez (África) en 1943, von Stauffenberg sufrió la pérdida del ojo izquierdo, así como su “mano derecha y los dedos meñique y anular de la mano izquierda”. Tras recuperarse, fue designado coronel del Estado Mayor en Berlín, con acceso a reuniones de planificación a las cuales asistía el propio Hitler. A tiempo que se vinculaba con oficiales que operaban en la resistencia contra los nazis, von Stauffenberg preparó el atentado del 20 de julio de 1944, trasladando una bomba dentro de un maletín, y colocando este último debajo de un escritorio justo al lado de la silla que debía ocupar el Fuhrer. Cumplida la tarea, von Stauffenberg sale del cónclave, con la certeza que ese día Hitler desaparecería y con él su tenebroso régimen. Sin embargo la onda expansiva del potente explosivo solo produjo heridas leves a Hitler, y de gravedad a otros oficiales, iniciándose de seguidas la cacería contra von Stauffenberg, quien será capturado a las pocas horas y fusilado al día siguiente.

  

 

Sinóptico

 1873

Joaquín Pérez Mujica, el tallador de Guaicaipuro

Este día nació en Valencia (Carabobo), Joaquín Pérez Mujica, cuya obra escultórica reivindica figuras y episodios singulares del pasado nacional. De su producción destacan la estatua ecuestre del general José Antonio Páez, de 1903, referida a la escena del “Vuelvan Caras”, que identifica la Plaza de La República en El Paraíso, Caracas, así como bustos de los próceres Ambrosio Plaza y Manuel Cedeño para el Parque Carabobo. Y de manera muy especial, su creación al bronce “Guaicaipuro Combatiente”, que identifica la principal plaza de Los Teques, capital del Estado Miranda. De acuerdo a la web www.monografias.com, “El área ocupada en nuestros días por la ciudad de Los Teques, fue poblada por varios grupos indígenas, los cuales contaban cada uno con su propio cacique. La tribu de Guaicaipuro, abarcaba un área desde Turgua al este, hasta donde hoy se encuentra San José de los Altos”. La estatua en honor al gran cacique que supo unir a los tarmas, mariches, teques y caracas, fue vaciada en la plaza epónima en 1924.

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