VEA / Yonaski Moreno

Con el nombre de la artista y ciclista venezolana Julieta Hernández, fue bautizado un espacio para las artes circenses en la Casona Cultural Aquiles Nazoa. Un mural con el rostro sonriente de Julieta, iluminado por su colorida nariz de payasa, su bicicleta y el cuatro que ella misma elaboró para llevar la música venezolana al mundo recibirán a los ciclistas, malabaristas y artistas circenses.

Así lo dio a conocer el ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas, este domingo 14 de enero, durante un emotivo homenaje a la joven artista, celebrado en el recinto cultural.

«El mural con el rostro de Julieta que está pintando en este preciso instante un artista venezolano, Víctor Forastero y sus colegas, va a presidir un nuevo lugar de la Casona Cultural para las artes. Me refiero al espacio Julieta Hernández que nace hoy para ustedes, para las ciclistas y los ciclistas, para los malabaristas, para los practicantes de las artes circenses que tienen las puertas abiertas de este espacio, para lo que hacen cotidianamente en nuestras calles, que es luchar por los derechos culturales de las niñas y los niños», expresó Villegas.

Asimismo, colocó todas las instituciones del Ministerio del Poder Popular para la Cultura a disposición de los artistas circenses, «para que hagamos una agenda común de lucha».

Retrato de Julieta

Durante el acto, Sophía Hernández, hermana de la joven artista, pronunció un emotivo discurso que retrató a la alegre Julieta. «Mi hermana era completamente despegada a lo material y apegada a la vida, al amor profundo por los niños, por los animales, por los pueblos originarios, por la gente humilde (…) Julieta era muy brillante, no había cosa que no fuera capaz de hacer. Fue veterinaria, actriz, marionetista, poeta, ambientalista, músico, payasa, y podría decir que también fue lutier porque así fue como construyó su propio cuatro para ir de pueblo en pueblo a tocar un repertorio de música venezolana. Mi hermana pudo ser astronauta, si así lo hubiera querido, pero ella prefirió quedarse en la tierra, y no en cualquier tierra, sino en aquella que la gente olvida, esa que nunca vio llegar a una payasa en bicicleta con el único propósito de dar alegría y amor».

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