Néstor Rivero Pérez

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El 28 de diciembre de 1816, el Libertador Simón Bolívar arribó al puerto margariteño de Juan Griego la Expedición de Jacmel, conducida por él. Con decenas de voluntarios y pertrechos suficientes para dotar un ejército de varios miles de efectivos, siete meses antes había desembarcado en Margarita tras la Expedición de Los Cayos, siendo que en agosto se vio obligado a marchar de nuevo a Haití tras el fracaso de Ocumare de la Costa. Esta segunda travesía armada, la de Jacmel, colocará a Bolívar en el camino de la gloria continental, puesto que al regresar de Margarita marcha a Barcelona, y de aquí a Guayana, para iniciar su periplo continental hasta el Potosí.

“Véngase”

Un grupo de próceres entre quienes destacaban Juan Bautista Arismendi, José Tadeo Monagas, los oficiales que con G. McGregor marcharon desde Ocumare de la Costa hasta Barcelona en julio de 1816, además de civiles, al tanto de que el Libertador había sido desconocido en Güiria por Mariño y Bermúdez, y disgustados con la jefatura de Mariño y Piar, acordaron enviar a Haití al intendente Francisco Antonio Zea para que instase al Libertador a regresar y retomara el mando supremo de la República.

Petión Protector

Bolívar llegó a Haití esta vez el 4 de septiembre de 1816, tocando en Jacmel, y escribió al presidente Petión. Pese a la campaña cruel que por todo el Caribe le responsabilizaba del desastre de Ocumare, recibirá tres días después palabras de aliento del Presidente “…una fatalidad misteriosa tuerce los planes más sabios…S.E. acaba de experimentar esta cruel verdad (…) venga a esta ciudad (Puerto Príncipe). Deliberaremos juntos”. La grandeza de Bolívar se reveló ante Petión con sus decretos abolicionistas de Carúpano y Ocumare. Ningún otro patriota a quienes dio cobijo en la isla osó tomar tal medida.

Pertrechos

Poco antes de partir de Jacmel, Bolívar en sendas cartas informa a Luis Brion, Arismendi y Mariño del equipamiento para su viaje. “Tenemos víveres bastantes, y aun sobrantes (…) armas, municiones vestuarios (…). Además tendremos cartucheras, shakos y otros efectos” (Paul Verna). Dos o tres goletas se emplearon únicamente en el transporte del cuantioso armamento. Las otras naves -4 según las versiones más confiables, y 9 según espías realistas-, además de carga parcial del parque trasladaban “un gran número de marinos y militares” alistados.

Juan Griego

En Juan Griego, el 28 de diciembre, el Libertador es acogido por J B Arismendi. Al día siguiente escribe a Santiago Mariño “tenga Ud presente la posteridad que debe juzgarnos sin cábalas…solo por los hechos; Ud tiene pasión por la gloria…el mayor esplendor de este adorno le viene más de la moderación que del poder”. Luego, Bolívar se encamina con el voluminoso armamento a Barcelona para tomar el pulso de la guerra. En abril cruza el Orinoco, asumiendo el liderazgo de las tropas que lo vitorean en Guayana.

“Armas…para libertar la América”

“Los arsenales de Haití por segunda vez se vaciaron para llenar las embarcaciones libertadoras” (Paul Verna, Bolívar y Petión, Cs, 1969, Pág. 288). Con razón Bolívar, pocos días después de su llegada a Barcelona, escribirá…a (Pedro Antonio) Zaraza “ya tengo en mi poder las armas y municiones que tanto necesitábamos para armar nuestros ejércitos…ya tenemos elementos con qué libertar toda la América”.

 

Sinóptico

1829

Separación de Venezuela

Este día una asamblea reunida en Valencia organizada por sectores antibolivarianos y antigrancolombianos, arrogándose la representación de la Nación, dispone la separación definitiva de este Departamento como parte de la Gran Colombia. Para esos días también en Nueva Granada y Ecuador se imponía una onda disgregacionista que eclosionó con fuerza en el segundo semestre de 1829. Ya en 1828 Antonio José de Sucre se vio obligado a renunciar a la presidencia de Bolivia tras el Motín de Chuquisaca (actual ciudad Sucre). Muchos amigos de la primera ola de anfictionía continental que patrocinó Simón Bolívar y que ayudaron en la verificación del Congreso Anfictiónico de Panamá se habían visto desplazados del gobierno de su respectivo país, o colocados en segundo plano, como el general y expresidente mexicano Guadalupe Victoria, y su canciller Lucas Alamán. Otros habían muerto, como el peruano José Sánchez Carrión y el argentino Bernardo Monteagudo. En su autobiografía José Antonio Páez dará su versión acerca de la desintegración la Gran Colombia. Tras cerrar el tomo II, loando su amistad con el Libertador, da inicio al tomo III, sosteniendo que, respecto a la unión de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador “ningún plan más difícil de llevar a cabo que el de la confederación de las tres secciones bajo un sistema anfictiónico”. Aduce como razones la penuria del tesoro, las distancias entre provincias y diferencias de los pueblos. Olvidaba el glorioso lancero de las Queseras del Medio que todo país de extenso territorio -China, EEUU o Brasil- confrontaron a su momento tales dificultades.

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