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Néstor Rivero Pérez

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El autor es historiador, docente y abogado.

El 9 de agosto de 1929, los expedicionarios del buque Falke, al mando del general Román Delgado Chalbaud y situado cerca de playas de Güiria (Sucre) transbordan a la goleta “Ponemah”, pertrechos de guerra para su entrega al grupo de revolucionarios que desde Güiria, proyectaban marchar a Cumaná y tomar parte en el ataque conjunto desde tres flancos, previsto para el día 11, y que debía deponer a las autoridades de la capital del estado Sucre.

La trama perseguía detonar la caída del general Juan Vicente Gómez, quien desde Maracay ejercía su poder sobre los distintos puntos del país, valiéndose del telégrafo, la intimidación y el Ejército nacional de la época.

Los objetivos

La expedición del Falke -navío alemán que tras su adquisición por los revolucionarios antigomecistas, fue rebautizado como General Anzoátegui– había sido planificada en detalles por Delgado Chalbaud, a quien la Junta Suprema de Liberación de Venezuela, había designado Director de Guerra de las operaciones que debían abrirse en el país, una vez desembarcadas dichas fuerzas e iniciadas las acciones para derrocar al gobierno del Benemérito.

Las acciones debían iniciarse en Cumaná y según lo planeado, una vez tomada dicha capital, coordinar con oficiales comprometidos de otras guarniciones, para avanzar hacia Maracay y Caracas, con el designio de establecer un mandato de transición, convocar una Asamblea Constituyente y elecciones para un gobierno democrático.

Las acciones del Falke constituyeron la iniciativa más coherente que en los términos de acción armada se adelantaron contra el régimen del Benemérito, aunque limitaciones en la sincronización para los ataques sobre Cumaná, dieren al traste con dicho movimiento.

Manifiesto y Proclama

Ya el 5 de julio de aquel año, venezolanos comprometidos con el derrocamiento del general Gómez, ofrecían desde Ginebra (Suiza) un Manifiesto informando de haberse constituido la Junta Suprema de Liberación de Venezuela, con el compromiso de “(…) sustituir el despotismo por un régimen de libertad y de justicia, en armonía con la Constitución y las leyes, y convocar una Asamblea Constituyente” [Fuente consultada: El pensamiento político venezolano del siglo XX, Tomo II, Volumen II, Nº 4; Ediciones Congreso de la República, Cs, 1983, 628 págs (pp 343)].

Dicho Manifiesto estaba firmado por el presidente de la Junta, Santos Aníbal Dominici, médico y exrector de la UCV, y los otros miembros, Alberto Smith, Rufino Blanco Fombona, Rafael Pocaterra y P. J. Jugo Delgado.

El 7 de agosto el general Delgado Chalbaud dictaba, a bordo del Falke, una  Proclama titulada  A los pueblos de Venezuela, donde sostenía: “En medio de toda suerte de vejaciones durante catorce años de secuestro, presencié la muerte de centenares de mis conciudadanos, sacrificados cruelmente con los horribles suplicios del hambre, la sed y las torturas”.

9, 10 y 11 de agosto

En todo caso, habiendo coordinado con la principal fuerza, que desde tierra y al mando de Pedro Elías Aristiguieta, debía atacar Cumaná de consuno con los expedicionarios del Falke, el escritor Diego Córdova, contemporáneo de los sucesos, señala lo que configura la verdadera causa del fracaso de esta tentativa antigomecista: El errado cálculo en la fecha de sincronización de ambas acometidas armadas.

Se trata de que el general Delgado Chalbaud instruye a Pedro Elías Aristiguieta, para que movilice el grupo de pescadores y campesinos de la región, para que a las 5:00 de la madrugada del 11, comiencen las acciones de toma armada de Cumaná. Sin embargo, al parecer ni Delgado Chalbaud ni el propio Aristiguieta previeron las dificultades para el desplazamiento de dicha tropa de comprometidos y quiénes debían dirigirse a Cumaná “al otro lado de la Península… donde incorporaríamos un contingente de hombres para tomar las piraguas que debían llevarnos a Caigüire, para atacar a Cumaná por el Este” [Francisco de Paula Aristiguieta, Diario de la Montaña. La Revolución del FALKE, Impregráficas, Cumaná,  1988, 149 págs (p. 73)].

De acuerdo a esta versión, los marchantes nocturnos se extraviaron por trayectos de montaña que formaban  un “laberinto de veredas y arroyos” (Ídem). Horas de confusión y retardo que impidieron la llegada a la hora acordada de las huestes de Aristiguieta a Cumaná, ciudad cuyo control ciertamente tomó el 13, aunque ya habían perecido, en el combate del 11 en la Calle Larga, Román Delgado, Armando Zuloaga Blanco y otros expedicionarios.

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