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Néstor Rivero Pérez

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El 26 de septiembre de 1792, a poco más de un mes de sucedida la jornada de Valmy y encontrándose en la ciudad de Valenciennes (norte de Francia), Francisco de Miranda, en carta dirigida al girondino Jérome Petion, quien por entonces se desempeñaba como alcalde de París, expone de forma clara y doctrinaria su solicitud respecto a que se respetasen los derechos de la mujer.

Miranda luego de Valmy

La Batalla de Valmy, escenificada el 20 de septiembre de 1792, constituyó como se sabe, el primer hito de victoria -en el marco de la contienda entablada entre la Francia en Revolución con los ejércitos coaligados de Austria y Prusia- en el cual las tropas revolucionarias, cuyo grueso de filas lo constituían milicianos novicios de la capital, saint-culottes, hombres de campo y artesanos sin experiencia armada de ningún género, cesaron de replegarse, para sostener la posición e iniciar el avance, logrando la dispersión repentina de las fuerzas veteranas contrarias. Y en ello tuvo quizá el rol más importante, aunque al frente de una modesta ala del Ejército del Norte, Francisco de Miranda, primer oficial en detener la desbandada de los suyos, por el ejemplo y resolución cuando espada en mano conminaba a quienes comenzaban a huir, a reasumir su puesto y consecuentemente, ir en busca del enemigo. Como es de suponer, el nombre de Miranda comenzó a circular en París, casi que a partir del día siguiente, ensalzado por la prensa y los comentarios de cafés y oficinas públicas.

Un don Juan feminista

Diez años de ofrecer su arrojo y genio militar al servicio de la Revolución Francesa, ya el Precursor hispanoamericano había dado fe de su agudeza como adalid de la democracia y la igualdad entre el hombre y la mujer. Así, en 1782, durante su recorrido por los nacientes Estados Unidos y a su paso por la ciudad de Boston, el perspicaz memorialista de su siglo, registra en su diario Colombeia, la siguiente observación: “Las mujeres aquí tienen poquísima instrucción y reuniones sociales casi no existen… las casadas tienen un club en el que seis u ocho familias se juntan a comer y concluido esta, cada una se marcha a su casa. Las solteras tienen… escuela de modales, elegancia, de que resulta que son sumamente deficientes… preocupándose de sí mismas, como no he visto jamás” [Fuente: Francico de Miranda, América espera, Colección Bicentenaria, Carabobo 95, / En: https://cenal.gob.ve pdf].

La carta y el contexto

Amigo de los girondinos y girondino en la profundidad de su visión doctrinaria inclinada al “justo medio”, a los ojos de Miranda no se ocultaba el riesgo de que los excesos de la corriente histórica despertada en tierra gala con la toma de la Bastilla de 1789, condujesen a la catástrofe frente a las tropas coaligadas de Austria, Prusia y otras coronas. De allí que reitera su confianza en Petion y la élite de la Gironda, viendo en ellos “Coraje, hombres virtuosos y bienhechores de la humanidad”. Téngase en cuenta que dicha élite, la formaba un numeroso grupo de letrados brillantes: Jean M. Roland, Jacques Pierre Brissot, Pierre J. Cambot, entre otros, enfrentados desde 1791 a los jacobinos Maximilien Robespierre, G. Dantón, J. P. Marat y Camile Desmoulins, teniendo su centro de discordia en el debate respecto a si debía establecerse una monarquía constitucional, o una república. Otros temas de discordancia irreconciliable surgirían más adelante.

Los derechos de la mujer

En su epístola del 26 de septiembre, Miranda puntualiza un asunto que lo convierte en adalid histórico del feminismo, al preguntarse: “¿Por qué dentro de un gobierno democrático la mitad de los individuos, las mujeres, no están directa o indirectamente representadas, mientras que sí están sujetas a la misma severidad de las leyes que los hombres hacen a su gusto? ¿Por qué al menos no se les consulta acerca de las leyes que les conciernen… las relacionadas al matrimonio, divorcio, educación de las niñas, etc? … estas cosas me parecen usurpaciones inauditas y muy dignas de consideración por nuestros sabios legisladores” [Francisco de Miranda, América espera, Colección Biblioteca Ayacucho Cs,  edición digital,  pág 124 / Fuente: https://books.google.co.ve pdf].

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