Néstor Rivero Pérez

[email protected]

El 10 de junio de 1924, hace cien años, fue secuestrado y asesinado en Roma (Italia) Giácomo Mateotti, parlamentario del Partido Socialista Italiano y quien por esos años lideró la controversia contra las corrientes ultraderechistas y del fascismo que tenían como jefe político a Benito Mussolini y sus Camisas Negras, que operaban como el brazo de la violencia política fascista.

Sus pasos

Dotado de profunda convicción humanista, ya como parlamentario, Mateotti “donaba gran parte de su salario como diputado a un orfanato de niños” [https://es-academic.com]. El 30 de mayo de 1924, conciente de los enemigos a quienes confrontaba, Mateotti pronunció un discurso mediante el cual desnudó al detalle las ilegalidades y trapacerías cometidas por los fascistas para hacerse con la victoria en las elecciones realizadas en Italia el 6 de abril de ese mismo año. “Al término del discurso, después de recibir las felicitaciones de sus compañeros, les respondió: “Yo ya he hecho mi discurso. Ahora os toca a vosotros preparar el discurso fúnebre para mi entierro” [Ibídem].

Brigadas partisanas

Durante la II Guerra Mundial, el nombre de Giácomo Mateotti sirvió de inspiración a la resistencia italiana al punto que distintos grupos partisanos se constituyeron con el nombre de “Brigadas Mateotti”. Dichos cuerpos, organizados en las regiones de Treviso y Vicenza por patriotas de filiación socialista, conformaron “uno de los cinco principales grupos políticos partidistas que participaron en la lucha de Liberación Nacional” [https://kripkit.com]. En la capital, Roma, y en el marco de la resistencia antifascista, operaron varios equipos Mateotti, reorganizados por “Giuseppe Gracceva y Giuliano Vassalli, miembro de la Junta Militar Central del CLN” [Ibídem].

Juicio de Gramsci

Habiendo militado en el PSI hasta 1921, cuando acompaña al ala izquierdista para fundar el Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci enjuició con clarividencia lo que significó para la política de su país la muerte de Mateotti, caracterizando el régimen de Musosolini como una dictadura armada y cuyo abatimiento exigía la acción directa. “La crisis política producida por el asesinato de Matteotti está en pleno desarrollo y no se puede todavía decir cuál será su desenlace final (…) De la actitud en la lucha antifascista se puede enseguida hacer una primera afirmación: La impotencia de la oposición constitucional (…) cultivan la ilusión de resolver la lucha contra el fascismo en el terreno parlamentario (…) el fascismo en su verdadera esencia está constituido por las fuerzas armadas que operan directamente por cuenta de la plutocracia capitalista y los agrarios”. [http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar]. Y en definitiva, fue la acción armada de los partisanos, de consuno con los Ejércitos Aliados que desde 1944 penetraron en la península italiana, la única opción para poner término al régimen de los ‘Fasci italiani di combattimento’, denominación inicial del Partido Nacional Fascista jefaturado por Mussolini desde 1919.

Legado de Mateotti

Al momento de su desaparición, Mateotti se perfilaba como el gran líder de la Italia democrática y progresista, casi que el único cuadro con condiciones de sustituir a la entonces avasallante figura de Benito Mussolini. Mateotti contaba con gran adhesión, desde la Asociación Garibaldina de Carabineros Genoveses, entidad que derivaría en 1893 en el Partido  Socialista Italiano -y entre cuyas figuras a lo largo del siglo XX descollaron Filippo Turati, Pietro Nenni y Sandro Pertini-, así como vastos sectores laborales y profesionales. Su liquidación física libró al “Duce” de la única voz susceptible de estremecer la legitimidad doctrinaria del fascismo  y un adversario que asomaba como su eventual sucesor al frente de Italia; aunque, de otra parte la prédica de Mateotti inspiró organizaciones de trabajadores, sindicales y políticas de izquierda, que se mantienen activas en la Italia contemporánea.

Sinóptico

1786

Antonio Ricaurte

Este día nació en Villa de Leyva (Colombia) Antonio Ricaurte Lozano, quien tras acompañar al Libertador Simón Bolívar en la Campaña Admirable, habría de ofrendar su vida del modo más glorioso, el 25 de marzo de 1814, al hacer estallar el depósito de armas del Ingenio de San Mateo, cuando dicho arsenal estaba a punto de caer en manos enemigas. Ramón Azpurúa indica que en su mocedad Ricaurte “era dado a la lectura de Los hombres ilustres, de Plutarco” (Biografías de Hombres notables de Hispanoamérica). Así, a punto de caer la Casa Alta, Ricaurte hace desocupar el espacio, donde se congregaban heridos, mujeres, niños y unos pocos soldados. Y cuando a la voz de Boves: “¡Tomad la Casa!”, y ya un grueso de los enemigos penetraba a posesionarse del armamento y la pólvora, el héroe de Villa de Leyva enciende una tea y la deja caer en un barril de pólvora, produciéndose un estruendo que estremeció al valle aragüeño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!