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Néstor Rivero Pérez

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El 19 de diciembre de 1987 fue hurtada de su lugar de exposición en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (Río de Janeiro),  la Copa “Jules Rimet”, sin que se le localizase con posterioridad ni  certeramente identificados los autores del delito. A poco, informaciones vertidas a la prensa indicaban que el trofeo había sido fundido, lo cual obligó a la FIFA, a elaborar una réplica, la cual fue entregada a Brasil, para suplir la original.

Jules Rimet

Si bien el fútbol era practicado en las Islas Británicas desde el Medioevo y se tiene información de que civilizaciones prehispánicas de América como los mayas y zapotecas se entretenían con una variante de la competencia, empleando una rudimentaria pelota dentro de un perímetro, sería el epónimo de la Copa Mundial, el árbitro francés Jules Rimet,  quien propuso las reglas fundamentales que hoy delimitan el desenvolvimiento de los equipos y jugadores. Rimet dedicaría varias décadas a la promoción del deporte del balompié en Europa, presidiendo la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) durante 33 años, entre 1921 y 1956.

Desapariciones previas

En 1938 Italia, gobernada por Benito Mussolini, había ganado el Mundial de Fútbol por lo cual la Copa quedaba en manos de dicho país hasta la siguiente competición mundial. Y estimando probabilidades ciertas, tras el estallido de la II Guerra Mundial, de que autoridades nazis -cuyo régimen era estrecho aliado de de Mussolini-, le “pusiesen el ojo” al codiciado trofeo, el presidente de la Confederación Italiana de Fútbol, Ottorino Barassi, resolvió extraerla “secretamente de un Banco en Roma [donde se encontraba en custodia] para resguardarla en una caja de zapatos debajo de su cama, logrando así mantenerla a salvo de las manos del Tercer Reich durante toda la guerra” [https://juanfutbol.com].  Un segundo incidente de desaparición de la Copa tuvo lugar en Londres, cuando el 20 de marzo de 1966, fue tomada por un desconocido del local donde se le exhibía al público, sin que se identificase luego al autor del hecho. En esta ocasión la Jules Rimet fue encontrada en un jardín de dicha capital envuelta en hojas de periódico, por el ciudadano David Corbett, quien siguiendo los ladridos de su perro Pickless, localizó el galardón de oro y plata.

El día anterior

Tal como recuerda el comentarista Pablo Salas, poco antes del ese 19 de diciembre de 1987, en Brasil “todo era… algarabía; los brasileños mostraban orgullosamente su galardón” [Ibídem]. Y habiendo sido el único país triunfador en tres Mundiales distintos, 1958, 1962 y 1970, tal condición -de acuerdo a los estatutos de la FIFA-,  le concedía al país carioca  el privilegio de quedarse con el galardón metálico en forma definitiva. Hasta entonces y según lo establecido en 1930 por la propia FIFA, la Jules Rimet debía pasar cada cuatrienio a manos del nuevo ganador del Mundial, quien debía entregarla en el siguiente, al nuevo vencedor.

Autor del hurto ¿?

Así, el 19 de diciembre de 1987, sería Edson Arantes do Nacimento (El Rey Pelé), tras ser enterado del suceso, el primero en formular  angustiosos llamados para que se entregase “la joya de la corona” del fútbol mundial, pieza que en los últimos años constituía patrimonio de primer orden para el Brasil, país donde el balompié constituye la primera afición, a mucha distancia de otras disciplinas deportivas.

Si bien hoy sigue en penumbra el caso, algunos indicios apuntaban a la tesis de que los malhechores serían “un tal Sergio Pereira, como autor intelectual; Antonio Setta, José Vieria “El Bigote”, y Ricardo Rocha “El Barba”, como autores materiales” [Íbidem], quienes fueron capturados, aunque nunca hubo en torno a ellos prueba concluyente.

Sinóptico

1825

Simón Bolívar, conservacionista

Este día el Libertador Simón Bolívar emitió su decreto de Chuquisaca, mediante el cual se ordenaba al Secretario de Agricultura de la recién creada Bolivia, la plantación “de un millón de árboles”. La medida, acto revolucionario en cualquier época, para rescatar la cabecera de ríos e incrementar la vegetación, reflejaba el pensamiento avanzado del Padre de la Patria respecto a la protección de la naturaleza. En sus obras La formación intelectual del Libertador y Simón Bolívar, defensor de los recursos naturales, Manuel Pérez Vila indica que Bolívar “De niño, había estudiado la obra del Abate Fitche… cuyo título era muy explícito… Espectáculo de la naturaleza -y- ya adulto (Bolívar) conocía la importancia del agua para el… ser humano… era necesario proveer a la conservación de fuentes y manantiales a través de una bien meditada política de reforestación”. Con don Simón Rodríguez, Bolívar visitará Los Charmettes,  “agreste y pintoresco paisaje que… recordaba la naturaleza grandiosa y selvática del país en que -ambos- habían pasado sus primeros años”. En su ánimo se formó suficiente simiente para dictar en 1825 su Decreto de Chuquisaca.