Néstor Rivero Pérez

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El 12 de junio de 1875 falleció en Valencia (Carabobo), el general Julián Castro Contreras, quien ejerció la Presidencia de la República entre el 8 de marzo de 1858 y el 2 de agosto de 1959. Su vida pública estuvo signada por dramáticas inconsistencias doctrinarias.

Fragilidad doctrinaria

Castro había nacido en 1805 en Petare (Miranda). En 1835, con grado de teniente,  tiene rol importante en la Revolución de las Reformas, al dirigirse con un pelotón a la casa de habitación del presidente José María Vargas, en la esquina de Camejo, para arrestarlo y conducirlo a su exilio de Saint Thomas. Luego su nombre, en términos históricos, desaparece de la historia hasta 1858, cuando ante la negativa de J. Crisóstomo Falcón de insurgir contra José Tadeo Monagas, los conservadores y el grupo de liberales descontentos con el prócer oriental, lo contactan para que jefature la Revolución de Marzo de 1858, que le lleva a la Presidencia de la República. Venido luego a menos, finaliza su carrera militar cumpliendo una acción de escasa gloria: Por instrucciones del entonces mandatario Antonio Guzmán Blanco, dirige, el 17 de mayo de 1872, el pelotón de fusilamiento que ajustició al general Matías Salazar, capturado en Cojedes tras su rebelión contra el Autócrata Civilizador.

La palabra “revolución”

Visto con el lente crítico de las modernas Ciencias Sociales, lo que aconteció en Valencia entre el 5 y el 8 de marzo de 1858 de ningún modo puede caracterizarse como Revolución, puesto que no condujo en ninguna medida a la alteración del orden de castas arraigado en la Venezuela agrario-pastoril del período. Durante el siglo XIX el título de “Revolución” se dio a cualquier asonada susceptible de conmover a la opinión pública. Ese es el cuadro en medio del cual los conservadores, así como los liberales desplazados por el nepotismo monaguista, tratan de ubicar -como lo recuerda Jacinto Pérez Arcay- un “hombre que pudiese ser manejado: Que permitiese cambiar el poder -quemando etapas morales, psicosociales y políticas tradicionales- desde el polo de la autocracia militarista, hasta el polo de civilista revanchista (…) Ese hombre es Julián Castro” [La Guerra Federal, Imprenta Nacional, Cs, 2002]. Así, el 5 de marzo de 1858, inició en la Guarnición de Valencia -en manos de Julián Castro, y quien ejercía el mando en Carabobo por decisión de J. Tadeo Monagas- un levantamiento cuyas proclamas fueron redactadas por Fermín Toro. A las primeras noticias de la conspiración, el presidente Monagas no quiso dar crédito a quienes le daban el nombre de Castro como jefe del movimiento. Profunda era su confianza en el jefe de la estratégica guarnición carabobeña.

El Protocolo Urrutia

A poco de caído Monagas, y procurando impedir amenazas de intervención armada extranjera contra Venezuela, Wenceslao Urrutia, ministro de Relaciones Exteriores y connotado miembro del Partido Liberal, suscribió el 26 de marzo de 1858, un compromiso con representantes diplomáticos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, los Países Bajos y España, que se conoce como Protocolo Urrutia. El punto más controversial del tratado era que el gobierno venezolano garantizaría la integridad física del gobernante derrocado, mientras se le enjuiciase por acusación de peculado. Entonces surge con virulencia la voz de Fermín Toro, aduciendo con sentido que el acuerdo vulneraba la soberanía, por cuanto la nación no debía comprometerse con otros Estados en asuntos de exclusivo interés interno. Tras sustituir Toro a Urrutia, logró subsanar el impasse,  llegando también a acuerdos con las potencias externas en términos equivalentes a los de Urrutia. Sugiere Ramón Díaz Sánchez, que el motivo de fondo de Toro, connotado vocero conservador, de ir contra el Protocolo Urrutia, pudo responder a rencores políticos contra el Partido Liberal.

Sinóptico

1917

Teresa Carreño

Este día falleció en Nueva York (EEUU) la caraqueña Teresa Carreño, considerada como la mujer con mayor número de presentaciones a lo largo del planeta, en la historia del piano. Prodigiosa entre patriarcas. Teresita fue conocida como niña prodigio a partir de 1862: Una auténtica sensación que midió su talento y disciplina con las grandes figuras del piano durante la segunda parte del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Teresita recibió este nombre en honor a su pariente María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, la esposa de Simón Bolívar. Estuvo igualmente emparentada con Simón Carreño Rodríguez, y los próceres José María Carreño y Manuel García de Sena.  En vida, la artista -como recuerda Juan Francisco Sanz- “obtuvo… reconocimiento unánime de… grandes compositores… como Gioachinno Rossini, Franz Liszt, Edward Grieg, Berlioz, Johannes Brahms, Gounod o Camille Saint-Saëns (…) Tocó además… con las grandes orquestas del mundo… las filarmónicas de Berlín, New York o Boston” [http://www.scielo.org.ve].

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