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Néstor Rivero Pérez

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El 30 de marzo de 1782 murió ahorcado en Sevilla (España) Diego Corrientes, célebre forajido de Andalucía, cuyas actuaciones lo mostraron, de acuerdo con historiadores y tradiciones regionales, como un Robin Hood vengador de los plebeyos. Al paso de dos siglos, su vida ha sido recogida y reinterpretada, en libros, obras de teatro, zarzuelas y filmes.

En la antigüedad

La historia recoge el nombre de figuras temibles, como el cruel Procusto, bandido que asolaba el Ática griega, sometiendo a sus víctimas atándolas a una cama, percatándose de su tamaño: de resultar más pequeña la persona, Procusto procedía a estirarla hasta dar con el tamaño del lecho; y de tener un cuerpo más largo que la cama, le aserraba las extremidades hasta reducir su estatura a la medida exacta del catre en que lo maniataba. También recoge la literatura antigua nombres como Esciro y Polifemo.

Este último, gigantón antropófago de un solo ojo retuvo, según Homero, a Ulises y a sus compañeros en una isla, deglutiendo en estado de ebriedad a varios de estos.

El Tempranillo

José María Hinojosa Cobacho, conocido como Tempranillo, organizó a partir de 1823 una banda en la sierra andaluza de Ronda, especializándose en el asalto a diligencias y carruajes de la realeza, sin permitir maltratos a víctimas; alcanzando en un momento la banda, 50 integrantes.

En ocasiones Tempranillo dio auxilio pecuniario a personas humildes. Y habiendo acompañado en sus inicios al célebre Tragabuches, llegó a jefaturar individuos de duro carácter, entre quienes destacaron los alias el Veneno, el Venitas y “el de la Torre”. De él escribió Próspero Merimée “En España manda el rey, pero en Sierra Morena Tempranillo”. En 1831 dio apoyo al pronunciamiento liberal de José María Torrijos y Uriarte, muriendo en 1833 de un balazo en una emboscada.

¿Un “Zorro” andaluz?

En el caso de Diego Corrientes, era bastante claro que sus fechorías se distinguían con alto sentido de clase. Así lo recoge la abrumadora mayoría de relatos en torno suyo. Con actuaciones que se asemejan a las que ocho décadas después distinguirán, en la California norteamericana de la fiebre del oro, a Joaquín Murrieta -a quien se tiene como inspirador de El Zorro y a quien autoridades estadounidenses perseguían como criminal, Corrientes despojaba de sus alhajas y equipajes a personas adineradas, y luego repartía grandes porciones entre la población desasistida.

De este modo, en el curso de su breve existencia mereció la confianza de los pobres, quienes siempre le protegieron. Una anécdota singular sobre el Bandido Generoso refiere que deseando retar a las autoridades que ofrecían recompensa por su captura, Corrientes “entró disfrazado en Sevilla y en un alarde a la vez valiente y osado se presentó ante el propio Don Francisco de Bruna en su despacho, entregándose a sí mismo y cobrando su recompensa, lo cual irritó sobre manera al Regente de Sevilla” [https://museobandolero.com]. Los relatos sobre este personaje configuraron la imagen de un forajido “romántico y bondadoso.

Fue un hombre ligado a la clase de los jornaleros del campo andaluz perseguidos por la justicia a causa de diversas inquietudes e insatisfacciones que le convirtieron en ladrón y capitán de bandidos de una rara osadía y astucia que combinaba con un gran espíritu, viveza y robustez admirables, usada para favorecer a los pobres” [Ibídem].

En libros y libretos

Capturado en las adyacencias de Olivenza, localidad de Portugal, fue remitido preso a Sevilla, donde se le abrió juicio y se le condenó a terminar “arrastrado, ahorcado y descuartizado el 30 de marzo de 1781 (…) Así acabaron las andanzas de Diego Corrientes, un bandido sin delito de sangre”.

Su memoria ha sido perpetuada en una canción que entona estrofas como “Ya viene Diego Corrientes / el ladrón de Andalucía / el que a los ricos robaba / y a los pobres socorría”. Distintas ediciones se han hecho del libro Historia de Diego Corrientes o El bandido generoso, cuyo autor firmaba como D. J. F. Tres filmes se produjeron en España durante la época del cine mudo, y otra en 1959. También se le representa en obras de teatro y zarzuelas.

Sinóptico

1845

España reconoció Independencia de Venezuela

Este día se suscribió el Tratado mediante el cual España daba su reconocimiento a Venezuela como Estado independiente. Por España lo suscribirá en nombre de la joven Reina Isabel II, su jefe de gabinete, Francisco Martínez de la Rosa; y por Venezuela Alejo Fortique. Y no obstante careciéndose de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, España se mantenía como primer consumidor del cacao venezolano.

La gestión de Alejo Fortique primero y de Fermín Toro después, permitió superar dos escollos: uno, la fijación de la parte de las deudas que debía asumir Venezuela heredadas de la Capitanía General; y dos, las reparaciones a españoles perjudicados por expropiaciones en el curso de la Guerra de Independencia.

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