Néstor Rivero Pérez

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El 6 de mayo de 1758 nació en  Arras (Francia) Maximilien Robespierre, a quien se conoció como el “Incorruptible”, figura central del lapso más intenso de la Revolución Francesa, denominada El Terror, mientras se mantuvo al frente del grupo los Jacobinos.

Crisis y escándalo

La crisis fiscal de la Francia que antecedió a la Toma de la Bastilla del 14 de julio de 1789, signó de malestar la vida de quienes habitaban en la ciudad y el campo galos. Y la culpa recaía cada vez con mayor crueldad, con y sin fundamento, en la persona de la reina consorte María Antonieta, a quien se señalaba de dispendiosa y enemiga del pueblo francés. Y en la exaltación de dicho desfavorecimiento -que a su vez repercutió directamente sobre la legitimidad del sistema monárquico-, contribuyó de forma desmesurada al asunto conocido como “el Collar de la Reina”, escándalo que dio pie a panfletos y campañas abyectas y que encontraron eco en la opinión pública, debido a una situación que a muchos afectaba de la ausencia de pan en  París y las malas cosechas.

Estados Generales

Y el angostamiento del tesoro real -agravado por las erogaciones que ordenó Luis XVI para armar las fuerzas expedicionarias que al mando de La Rochambeau y Lafayette intervendrían entre 1780 y 1783, a favor de las Trece Colonias, en la Guerra de Independencia de EEUU- fue el comburente para que en la elección de representantes a los Estados Generales que convocase el monarca para resolver las dificultades fiscales, resultasen escogidos en nombre del clero y el tercer estado, figuras imbuidas de los ideales propagados por el Enciclopedismo. Y entre los electos se encontraban el joven Maximilen Robespierre.

Los jacobinos

Y a poco que se reúnen los tres estamentos, la nobleza, el clero y el estado llano, la corporación subvierte el cometido original de su convocatoria, autoerigiéndose en cuerpo constituyente con el nombre de Asamblea Nacional. Y entre sus más fogosos y doctrinarios oradores comenzó a despuntar el Incorruptible, en torno a cuya persona comienza a girar un grupo con posturas radicales y que, en atención al lugar en que acostumbraban reunirse, un antiguo edificio de la orden de Jacob, comienzan a ser denominados “los jacobinos”. Y al lado de Robespierre resalta el carismático G. Jacques Dantón, el periodista Marat, conocido como el ‘Amigo del pueblo’ y los doctrinarios Camille Desmoulins y Louis Saint-Just. En todo caso la historia no ha logrado descifrar si un hombre que como Robespierre -quien arribó a París como representante de Arras ante los Estados Generales-, con las posturas moderadas de un monarquista constitucional, se dejó arrastrar por el furor emocional de los doctrinarios jacobinistas.

A la cabeza del terror

La claridad de sus exposiciones acerca de las medidas a tomar en cada coyuntura de la Revolución, con la intimidación de sus parciales sobre los grupos rivales, especialmente los moderados girondinos, dio a Robespierre la primacía en los escenarios superiores de la Revolución Francesa: La tribuna de oradores, la Comuna y el Comité de Salvación Pública. Y desde este último órgano, el hijo de Arras, al llevar al extremo el ideario de Rousseau y su noción de ’la voluntad general’, dio la pelea a los defensores de la monarquía, venciéndolos; envió a la guillotina a las cabezas más reconocidas de la Gironda, y luego haría lo propio con antiguos conmilitones suyos del club jacobino, como Dantón. Y ello provocó el renucleamiento de los temores en torno a la sigilosa figura de José Fouché, quien entre los pasillos y cortinajes de la Convención, tejió las alianzas que dieron al traste con Robespierre, quien terminó guillotinado el 28 de julio de 1794 junto a sus seguidores Saint-Just, Georges Couthon y Philippe Le Blas.

Sinóptico

1816

Simón Bolívar ratificado como Jefe Supremo

Este día, en asamblea de ciudadanos congregada en la Villa del Norte, isla de Margarita, queda ratificado el nombramiento del Libertador Simón Bolívar como Jefe Supremo y máxima autoridad civil y militar de la República, jerarquía que se le había concedido antes del zarpe de la Expedición de Los Cayos. Bolívar arribó a Margarita procedente de Haití con un cuantioso armamento para equipar las partidas de republicanos que venían resistiendo a las fuerzas expedicionarias del español Pablo Morillo. La primera consecuencia del arribo de Bolívar fue la evacuación, por los realistas, de la capital de la isla, La Asunción, para encerrarse en la fortaleza de Pampatar. Al día siguiente de la asamblea de la Villa del Norte, el Libertador dictaría proclama anunciando su voluntad abolicionista: “Los pueblos libres, dice, me han honrado con la autoridad suprema. Yo la ejerceré solo en vuestro favor. No habrá pues, más esclavos en Venezuela que los que quieran serlo. Todos los que prefieran la libertad y reposo, tomarán las armas para sostener sus derechos sagrados y serán ciudadanos”.

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