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Néstor Rivero Pérez

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El 24 de diciembre de 1824, hace doscientos años, y a cuatro días de haberse enterado del triunfo del general Antonio José de Sucre en la planicie de Ayacucho, el Libertador Simón Bolívar al frente del Estado peruano, escribió al general Pedro Antonio Olañeta, jefe de las fuerzas realistas en el Alto Perú, confirmándole las garantías de avenimiento y consideración que le había ofrecido en los meses anteriores, ello en atención al significado que su desafección a la autoridad del virrey José de La Serna, tuvo en el resultado final las jornadas de Junín y Ayacucho y, por ende, en la independencia de Perú.

La insurrección de Olañeta

Habiendo desconocido a José de La Serna como virrey de Perú y Alto Perú, Pedro María Olañeta, al frente de cinco mil efectivos del otro lado del Desaguadero, en la actual Bolivia, asumió el poder a lo largo del Altiplano, proclamando su lealtad y obediencia directa al rey Fernando VII, de cuyo sistema absolutista se consideraba fiel creyente. Olañeta, quien mutó su delantal al frente de un establecimiento de comerciante, por el caballo y la espada, había alcanzado el grado de general en el bando español. Sin embargo, su mentalidad absolutista se malquistó con el virrey de La Serna, debido a dos hechos: uno, las conversaciones del virrey con emisarios de José de San Martín en 1822; y dos, la jura de La Serna en cuanto a someterse a la Constitución de Cádiz, siendo que Olañeta se proclamó partidario abierto del absolutismo fernandista.

Efectos en la campaña de 1824

Y dicha insubordinación resultó decisiva para los resultados de la Campaña de 1824 en la cordillera peruana, por cuanto a la vez que sustrajo a las banderas del virrey en el Cuzco, los cinco mil hombres que de la fuerza realista bajo su autoridad en el Alto Perú, obligó a La Serna a desprenderse de otros cuatro mil quinientos bajo el mando de Gerónimo Valdés, con la encomienda de someter a Olañeta. En total, las tropas realistas se redujeron en cerca de la mitad, unos 9 mil quinientos soldados. Agréguese a ello, que entre julio y agosto de aquel año, la vanguardia del virrey había marchado desde el Cuzco, con rumbo a Pasco, en la franja norte de la Cordillera peruana, para tropezarse de forma inesperada en Junín con Bolívar, quien había emprendido el ascenso a la sierra con su Ejército Unido.

Impacto de la insubordinación

El Libertador recibió en forma vaga las primeras noticias de la insubordinación del general Olañeta a mediados de 1824, en los días en los que las tropas a su mando, comenzaban el ascenso a la cordillera peruana. Dichas informaciones las habría recibido por espías que escucharon de algunos comerciantes que se desplazaban con sus mercaderías, de la zona bajo control realista a la patriota y viceversa -vale decir, desde la costa hasta el Cuzco, que fungía capital provisional de Perú para los monarquistas- el conflicto entre absolutistas y constitucionalistas, que dividía el bando real. Así, la rebelión de Olañeta constituyó factor de primer orden en el debilitamiento de un enemigo que de haber permanecido bajo una sola dirección, hubiese dado cara con dieciocho mil efectivos, a los ocho mil del Ejército Unido. Y muy posiblemente la empresa fraguada por Bolívar entre Pativilca y Trujillo, en cuanto a “subir la sierra para buscar al virrey y dar una batalla que decidiera la guerra”, pudiese haber tenido resultados muy distintos a los de Junín y Ayacucho.

Extracto carta

Cultor del honor y la palabra empeñada, una vez confirmado el triunfo de las armas republicanas el 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho, Bolívar reiteró a Olañeta, sus ofertas de paz, respeto y consideración, que le había transmitido con anterioridad por vía epistolar. Así, en la carta del 24 de diciembre le expone: “La victoria de Ayacucho no nos hará olvidar jamás lo que debemos a Vuestra Señoría; ahora más que nunca tenemos que agradecer la oportuna diversión que ha hecho VS por el Alto Perú” [Simón Bolívar, Carta a P. A. Olañeta, Lima, 24-12-1824 / Compilación: Vicente Lecuna, 1980, Tomo III, pág 66].

Sinóptico

1786

Gregorio McGregor

Este día nació en Edimburgo (Escocia), Gregorio McGregor, prócer de la emancipación grancolombiana, con rasgos de aventurero renacentista. En tres empresas militares descolló este paladín escocés-venezolano. La primera cuando en 1816, contra todo pronóstico conduce la “Retirada de los 600”; recorriendo 500 kilómetros desde Ocumare de la Costa a través de Guárico, llega hasta el Juncal (Barcelona). Su segundo lauro lo obtuvo cuando a la orden de Manuel Carlos Piar y con J. Tadeo Monagas, derrotan a los realistas. Y la tercera magna empresa guerrera se verificó en 1817 con la toma de la isla Amelia, entonces posesión española en las aguas de la Florida norteamericana, estableciendo allí por varios meses, la República de las Floridas.

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