Néstor Rivero Pérez

El 23 de mayo de 1951, hace setenta años, la Junta de Gobierno presidida por el abogado Germán Suárez Flamerich declaró a la Cattleya mossiae, orquídea, como la flor nacional.

Jardines colgantes

La historia obvió conservar para la posteridad el nombre de quien ideó y/o dio forma a los Jardines colgantes de Babilonia. Toda la gloria, respecto a la creación de una de las siete maravillas del mundo, se le concedió al monarca Nabucodonosor, cuyas conquistas lo hicieron tan poderoso que hasta en las Sagradas Escrituras aparece su nombre dominando a los hebreos. En todo caso, respecto a los jardines de la mítica capital del imperio babilónico, Estrabón, geógrafo e impenitente viajero tuvo la perspicacia de legar por escrito lo que en ella contempló en el siglo I antes de Cristo, respecto a sus jardines colgantes, asentando que constaban de “terrazas abovedadas alzadas unas sobre otras, que descansan sobre pilares cúbicos. Éstas son ahuecadas y rellenas con tierra para permitir la plantación de árboles de gran tamaño. Los pilares, las bóvedas, y las terrazas están construidas con ladrillo cocido y asfalto”. Se sabe de jardinería cultivada como arte en China, y el Egipto de los Antiguos Faraones, milenios aC.

Floricultura

En todo caso, la selección de especies florales como artículo de ornamentación y exquisitez estética, encontraron un punto de realce con la decisión de André Le Notre, contratado como jardinero oficial por Luis XIV, a los efectos de diseñar y atender la construcción de los espacios ornamentales quizá de mayor relevancia en la historia universal y cuya espectacularidad supera los cultivos colgantes de Nabucodonosor. Le Notre era hijo de Jean Le Notre, jardinero a su vez de Luis XIII, teniendo, del mismo modo, por padrino a un supervisor de jardines reales.

Flores y política

En todo caso conviene considerar que el cultivo y selección de flores constituyó, del mismo modo que el juego de ajedrez o el llenado de crucigramas, afición que ocupaba el tiempo disponible de grandes científicos, militares y políticos. Es sabido el caso del estadounidense Joel Poinsett, agente diplomático del presidente James Monroe y su política expansionista en América del Sur, especialmente en México, donde promovió la logia federalista de los yorquinos. Como botánico el nombre de este diplomático pasó a la historia al observar en el país azteca la originalidad y esplendor de una especie conocida como “la planta mexicana de fuego u hoja pintada”, de anchas hojas rojas, y que a partir de 1830 trasladó a EEUU: La Poisettia o “Flor de Navidad” ha extendido su presencia a todos los países del continente. En todo caso, la floricultura como sub-rama de la botánica logró una mayor sistematización en 1933 con Jonh H. Post, comerciante y cultivador de orquídeas y otras especies ornamentales, quien contribuyó a difundir la orquídea y otras flores del trópico en EEUU y Europa.

La orquídea

Su nombre científico Cattleya mossiae honra al inglés William Cattey, primer botánico que en 1818 logró reproducirla en invernadero. Sus pétalos poseen una coloración que va del violeta claro al lila, sobresaliendo su labelo “por sus líneas onduladas que simulan la turgente forma de un cuerpo de mujer, razón por la cual se le considera el símbolo de la feminidad y la belleza en Venezuela” (https://www.ivenezuela.travel). Para la escogencia de la flor nacional se abrió concurso con varias de las especies llamativas florales autóctonas, con una comisión evaluadora integrada por expertos como Francisco Tamayo, Williams Phelps y Manuel Núñez.

Sinóptico

1819

Campaña de Nueva Granada

Este día en consejo de guerra celebrado en el caserío “El Setenta” ubicado en el Bajo Apure, la oficialidad del Ejército Libertador aprueba los planes de Simón Bolívar de llevar la guerra a Nueva Granada, para sorprender a los realistas y dar la independencia a dicho territorio y pueblo hermano. Mes y medio antes, el 2 de abril de 1819, el Ejército Expedicionario, comandado por el general Pablo Morillo había recibido un duro escarmiento en las Queseras del Medio, a la orilla izquierda del río Arauca, por parte de la selecta caballería de 150 jinetes jefaturados por el general José Antonio Páez. La marcha hacia los valles centrales de Nueva Granada estuvo envuelta en penurias, primero por tierras cenagosas en temporada de lluvias a lo largo del Casanare, y luego el Paso de los Andes, a través de montañas que rozan los 4 mil metros de altitud, no fueron suficientes para hacer flaquear la voluntad de aquellos soldados que veían en Bolívar el primero en atravesar caños, subir pendientes y mostrar siempre ánimo ante sus subalternos. Así, la campaña de Nueva Granada, que se abriría con el combate de Paya ya en punto a iniciar el cruce del Páramo de Pisba, y que ganaron los patriotas, ha de concluir con la victoria de Boyacá el 7 de agosto de ese año 1819, consagrándose así la independencia de Nueva Granada.

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