(I) En las vísceras del Apocalipsis: «Cuando me dijeron que me llevarían al Cecot, solté el llanto» (Ver videos)

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Luis Edixon Chacón Gómez describe, en exclusiva para Diario VEA, tanto el horror que rodeó su traslado a la megacárcel salvadoreña como el martirio recibido de manos de esbirros de Donald Trump y Nayib Bukele. Fotos Cortesía e Internet. Video: Yonaski Moreno

Rescatado cuenta el horror que padeció Cuando en Guantánamo me dijeron que me llevarían al Cecot, solté el llanto, pensaba en mis hijos (I)

VEA / Yuleidys Hernández Toledo

Cualquier película de terror, filmada en época alguna, posiblemente no despierte las sensaciones que desprendan la relación de hechos que a lo largo de tres (3) entregas (siendo esta la inicial) se apreciará en esta serie que cobra vida en el testimonio de una persona que padeció marcadas torturas. Alguien quien fue testigo -además- de los igualmente malos tratos y vejámenes que recibieron cientos de hombres a su alrededor, víctimas de algo muy alejado de los efectos especiales creados por la industria cinematográfica a partir de mitos y ficciones.

Y aunque quien describe el horror que vivió durante más de tres (3) meses en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), prisión de máxima seguridad ubicada en El Salvador, está desesperado, ansioso por olvidar, sabe que debe exponer al mundo la tragedia, los ensañamientos, las condiciones infrahumanas, a las que fue sometido. Una vez que comenzó con su testimonio, no pudo y no quiso parar.

Diario VEA agradece a Luis Edixon Chacón Gómez, uno de los sobrevivientes del sistema de atropellos de los regímenes de Donald Trump y Nayib Bukele, haber aceptado el diálogo con este medio. El agradecimiento es extensivo a su madre, Luismary Gómez, enlace directo con este joven, quien partió de Venezuela impulsado por el sueño de ofrecer un reino a sus tres (3) hijos, encontrando, por el contrario, el infierno. Sí, el infierno.

El camino al terror

Incertidumbre, miedo, engaño, golpes, llanto, humillación, terror más shock emocional y psicológico, fueron parte de las emociones y acciones que padeció Chacón Gómez desde su traslado al Cecot. Un camino de torturas que comenzó en Estados Unidos, creció en Guantánamo, Cuba, hasta llegar a la prisión inaugurada por Bukele, en enero de 2023.

En rojo, Guanare, estado Portuguesa.

Es miércoles 23 de julio, fecha del contacto entre Diario VEA y Luis. Han transcurrido 24 horas desde que el joven fue llevado hasta los brazos de su madre, por funcionarios de seguridad de Venezuela. Allí, en el hogar, ubicado en Guanare, estado Portuguesa, recibió gran parte del amor que tanto anheló, mientras era brutalmente torturado por los esbirros del cuestionado mandatario centroamericano.

Son cerca de las 3:00 de la tarde cuando responde a la videollamada sugerida por esta redactora. En su rostro se aprecia la felicidad que siente por estar libre y rodeado de un importante número de seres queridos. Una de las primeras expresiones que manifiesta, con total sinceridad, es que está tratando de olvidar el infierno al que fue sometido. Sin embargo, decide contar lo que sufrió. Respira hondo, saca fuerzas y comienza a relatar la «película de terror», como la llamó en varias oportunidades.

Su pesadilla comenzó el 11 de abril de 2025, cuando funcionarios gringos de seguridad lo sacan del centro de detención de inmigrantes donde estaba retenido en Milwaukee, ciudad en el estado de Wisconsin. Luis pensó que sería deportado a Venezuela. De ahí lo llevan hasta Chicago con migrantes de otras nacionalidades, que también serían expulsados. Luego lo suben en un avión que lo llevó a Luisiana-Arkansas-Texas.

«En Texas se monta un oficial y me llama por mi nombre. Fui el primero que llamaron en el avión», dice, para agregar que lo hicieron bajar y subirse a una «combi», una furgoneta. Allí iba otro venezolano. Eran los únicos en ese automóvil. Él esperaba que esa unidad lo llevara a un aeropuerto cercano o quizás a otro centro de detención; pero nada de lo que se imaginó pasó. El carro rodó durante 10 horas en total. Preguntaba a dónde lo llevaban y no le respondían. «Los oficiales hicieron un intercambio a las 5 horas. Se pararon en una estación de servicio, llegó otra combi; se bajaron los oficiales y cambiaron de combi; quedamos bajo orden de esos oficiales. Esos oficiales dijeron que me estaba esperando un oficial de migración en el aeropuerto de Dallas, por lo que rodamos otras cinco horas».

Llegaron al destino -calcula Luis- a las 2:00 o 3:00 de la madrugada. Los oficiales llamaron al otro efectivo que supuestamente lo estaba esperando, pero le dijeron que el avión se había retrasado, que debían ser llevados a un centro de detención. La camioneta de nuevo en marcha. A los dos, tres minutos, otra llamada indica que deben regresar a la entrada del aeropuerto, porque harían todo lo posible por montarlos en otra aeronave. Aún Luis pensaba que su destino sería Venezuela.

«A la hora de estar esperando, llegó un bus escoltado por siete patrullas más. Cuando me bajé fue donde sentí el primer terror, porque me bajé y de una vez dos oficiales me agarraron fuerte por los brazos, y me montaron al bus. Cuando me monto en el bus, que miro hacia atrás, había dos venezolanos y tres salvadoreños. Ahí todo mi mundo se vino al piso; ya empezó la idea de que iba a El Salvador, en ningún momento nos dijeron nada (…) cuando nos subieron al avión había seis venezolanos más, montados ya en el avión», relata con voz temblorosa.

Para la fecha, ya Luis conocía que el 15 de marzo, EEUU trasladó a 238 venezolanos de manera ilegal al Cecot. Tenía detalles de que los primeros días de abril habían llevado a otro grupo de siete (7) connacionales. Mientras estuvo detenido escuchó en las noticias, transmitidas por medios estadounidenses, que el plan de Trump y Bukele era retener a 300 compatriotas en dicha prisión, por un período de un año, para lo cual el primero pagaría al segundo 6 millones de dólares. Antes del traslado también supo de las torturas que aplican en esa prisión centroamericana, por lo que su mayor temor era ir a ese lugar.

Leve esperanza con final entre llanto y miedo

El avión se elevó. Luis aún no sabía cuál sería su destino. Durante el vuelo no los dejaban abrir las cortinas para ver por las ventanas. «Nos amenazaban los oficiales del ICE -con los que íbamos- que no podíamos mirar, que teníamos que estar» sentados solamente. «Como venezolano uno es curioso; de alguna manera me las ingeniaba y abría un ratico, y miraba (…) Cuando vamos aterrizando abrí las ventanas, y veo que es una pista al lado del mar, como si estuviéramos en una isla. Ya nosotros habíamos escuchado, habíamos visto la noticia» de migrantes, entre ellos venezolanos, que estaban siendo llevados a Guantánamo. «(…) Pensé: por lo menos no nos enviaron a El Salvador, nos enviaron a Guantánamo, aquí hay mas posibilidades de salir mucho más rápido«.

En rojo, base naval ilegal de EEUU en Guantánamo, Cuba.

En Guantánamo, ubicado en la bahía homónima de Cuba, y que la nación yanqui ocupa de manera ilegal, los gringos tienen una base naval y un centro de detención. En este último lugar los estadounidenses cometen todo tipo de torturas y violaciones de derechos humanos, acción denunciada ampliamente por organizaciones no gubernamentales (ONG), y por las que el imperio no ha recibido ninguna penalización de algún organismo internacional.

«Cuando llegamos a Guantánamo nos bajaron los oficiales de la Marina, los SEAL, creo que los llaman; ninguno tenía nombre, ninguno se identificaba, todos tenían tapados sus nombres. Nos bajaron del avión, nos montaron en un bus con bolsas negras que tapaban todas las ventanas, para que no viéramos nada hacia afuera», comenta.

Agrega que al venezolano que se encontró en la primera furgoneta, en Texas, lo sacaron aparte. «Lo sacaron muy rápido. Nosotros no alcanzamos a encontrarnos con él dentro de la oficina» a donde los trasladaron junto con otros seis (6) venezolanos y los tres (3) salvadoreños.

«Nos tuvieron en esa sala aproximadamente como seis horas. Al principio nos dijeron que íbamos a estar en Guantánamo, como máximo 180 días; era lo máximo que podíamos estar, mientras hacían las investigaciones que tuvieran que hacer. Nos explicaron las reglas de las instalaciones: Podíamos salir desde las 6:00 de la mañana (…) íbamos a poder tener comunicación con nuestros familiares (…) Nos dieron comida; después de que nos dieron comida, esperábamos que nos sacaran de la parte donde nos tenían, y no nos sacaron», narra.

«Como a eso de las 5:00 de la tarde -hablo de horas que me imagino, no son horas exactas, porque no tenía un reloj, no podía saber la hora- nos ponen uno por uno en sillas diferentes y tapaban para que no nos viéramos los unos a los otros. En ese momento se sentó un oficial de ICE y nos dio un papel, era una notificación donde decía que ellos tenían la intención de enviarnos a El Salvador, que teníamos que firmar», agregó.

La voz de Luis Edixon comienza a quebrarse cuando recuerda a aquel oficial exigiendo la firma del documento. El muchacho, que por años vivió en La Fría, estado Táchira, junto con su padre, solo podía pensar en sus tres (3) hijos, que aún siguen atrapados en Estados Unidos.

«Nadie firmó, todo el mundo se molestó. Yo solté el llanto, porque eso fue una noticia súper matadora para mí, porque tengo tres hijos, mis hijos son mi vida, mi familia. Yo me fui a Estados Unidos buscando un mejor estilo de vida para ellos, para que no me les faltara nada. Uno de mis  hijos tiene una condición; a él me le dio una meningitis, duró 40 días hospitalizado por una bacteria y me le dio meningitis. No tengo un diagnóstico como tal de su condición, porque no tuve tiempo de poder hacerle los exámenes; mi idea fue llevarlo a Estados Unidos, porque supuestamente allá pueden ayudar con todo eso», relató, sin poder contener las lágrimas al recordar el duro momento.

Con angustia recuerda que cuando le dicen que lo mandarían a El Salvador, «pensé que no iba a ver más a mis hijos en mucho tiempo. Me solté a llorar, no entendía porqué, no me creí una persona tan mala en el mundo para que me enviaran a una cárcel de esas. Creo que no había hecho nada tan malo en la vida para que eso pasara».

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🚨 Relato infernal: Cuando me dijeron que me llevarían al Cecot, solté el llanto. 🚨 Luis Edison Chacón Gómez describe a Diario VEA, en exclusiva, tanto el horror que rodeó su traslado a la mega cárcel salvadoreña, como el martirio recibido de manos de esbirros de Donald Trump y Nayib Bukele. #venezuela #elsalvador #eeuu #paratii #fyp

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Cuenta que una oficial latina, que los custodiaba en ese momento, le preguntó qué había hecho para que lo mandaran al Cecot. «Le dije que no sabía, que no entendía qué era lo que estaba pasando. Habló mucho conmigo, me dijo que me calmara, que todo iba a estar bien».

Los detenidos se negaban a firmar y solicitaron hablar con un oficial encargado. Los atendió un funcionario, quien les manifestó que «realmente no me importa este caso, yo solo cumplo con informales. Lo que pase con ustedes no es mi problema (…) No quieren firmar, yo solamente les avisé, esto solamente es un aviso, si no firman no nos interesa».

Trayecto en shock

Luego que los funcionarios gringos se negaran a escuchar su caso, llegaron dos oficiales de la Marina para custodiar a cada prisionero desde el bus hasta el avión militar que los llevaría al Cecot. A Luis Edixon le pareció que esos militares iban solo de paso a El Salvador, como si estuvieran en un cambio de relevo, pues vio equipaje de ese personal.

En ese momento, los prisioneros aún tenían algunas pertenencias que les fueron arrebatadas. Contó que había un muchacho que llevaba, entre sus cosas, dinero. «Se lo quitaron, porque supuestamente lo iban a poner en las pertenencias. Dimos nuestros bolsos con las pertenencias (…)». Cree que esas mochilas llegaron a El Salvador; pero nunca se las entregaron.

Cuando el vuelo arrancó, «en ese momento caí como en shock, me bloqueé; de ahí creo que no sentí más nada. No me di cuenta de más nada, traté de aislarme de lo que estaba pasando en ese momento«, comenta con voz quebrada.

Inicia la película de terror

Luis Edixon no supo la hora en que el avión aterrizó en el aeropuerto del pequeño país centroamericano. Sí sabe que era el tercero en la línea, cuando descendieron. «Bajaron primero a los salvadoreños y los montaron en otro bus; luego empezaron con nosotros. Nos bajaban dos oficiales de la Marina y nos recibían dos oficiales del Cecot (…) Iba cabizbajo y me agarraron por el pelo, me levantaron la cara y me tomaron una foto de frente. De ahí, de una vez, nos hincaron con la mirada al piso, con la cabeza casi tocándonos las rodillas  y teníamos que caminar así el trayecto hacia el bus».

Comenta que nunca en su vida, salvo en las películas, había visto tanto despliegue militar como el que los recibió. «Tanquetas, autos, helicópteros, patrullas, de todo».

El descenso de Luis, del avión militar rumbo al Cecot, quedó registrado en la gráfica que dio la vuelta al mundo. Fue así como la familia del joven se enteró de que estaba secuestrado en esa prisión.

12 de abril de 2025, descenso del avión, en El Salvador. Foto Internet.

«Nos montan al autobús y nos dicen que no podemos levantar la cabeza, que bajáramos la cabeza y que no la fuésemos a levantar por nada», describe con rabia en la voz, recordando aquella humillación. Remarca que esas instrucciones eran dadas con palabras obscenas como «¡hijos de puta, no levanten la cabeza! Nos golpeaban. Había un muchacho que tenía la cabeza abajo, pero como era alto, un merideño, le metieron un golpe».

Describe que en un momento alcanzó a mirar hacia un lado, «y me dio miedo ver tanta policía, íbamos escoltados como si fuéramos… no sé, narcotraficantes, Pablo Escobar, un despliegue, una cosa tan fea, helicópteros, cosa que no entendía por qué».

El bus arrancó y ellos seguían sin poder levantar la cara; sí escuchaban la bulla de las patrullas, los helicópteros que se encontraban alrededor. Calcula que el recorrido duró aproximadamente 20 minutos. Después de eso «fue donde empezó la película de terror en sí».

«Nos bajaron; cuando me vi arrodillado en esas equis, porque eran unas equis donde nos arrodillaban y nos afeitaban; mientras nos afeitaban nos pateaban las piernas. Tengo una pierna que está operada por una fractura de tibia y peroné, y mis piernas no han tenido el reposo adecuado, he tenido muchas complicaciones con ella, y me pateaban las piernas, nos daban golpes en la cabeza. Después que nos afeitaron, nos pasaron a otra sala e hicieron que desnudáramos frente a más de 100 personas; todos eran custodios (…) Yo me quedé en boxer y me dijeron que no, que tenía que quitarme todo. Yo uso pantalones bota tubo y no era capaz de quitármelos, por cada intento que hacía era un golpe, y golpe, hasta que por fin nos cambiamos», cuenta con la voz temblorosa de ira recordando aquel episodio.

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🚨 El Cecot es como una película de terror, relata venezolano rescatado. 🚨 Luis Edison Gómez Chacón describió las torturas de las que fueron víctimas en entrevista concedida a Diario VEA. #fyp #paratii #eeuu #elsalvador #venezuela

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Menciona que en ese momento llevaban esposas, «con una cadena en la barriga hacia las manos y dos esposas en los pies. Ahí nos cambiaron las esposas por grilletes; ya la cadena no iba hacia la barriga (…) sino que nos las pusieron atrás y la cadena iba hacia los pies. Había un muchacho con sobrepeso que venía con nosotros, la cadena se le marcó por todas sus partes íntimas, la parte de atrás, porque las cadenas le quedaban cortas para caminar».

Dio a conocer que algunos de sus compañeros de trayecto cayeron al piso, y los oficiales salvadoreños «lo que hacían era que les pasaban por un lado y los arrastraban. Hubo uno de nosotros que lo arrastraron, y cuando llegó a la celda tenía la mitad de la pierna rayada; había otro que gritaba por el dolor en su pierna. Tenía una pierna partida y ellos no le prestaban atención (…)».

Luego del trayecto llegaron a un lugar, donde en cuestión de minutos los pasaron por «corte de pelo, rayos X, registro y otra vez al autobús (…)» para llevarlos al módulo donde se encontraban los demás venezolanos secuestrados.

Cuando los encerraron en la celda, Luis Edixon relata que tardaron cerca de una hora en levantarse. Manifiesta que en el trayecto hacia ese lugar, «no vi un espacio del trayecto por donde pasamos, no conocía nada, en ningún momento pudimos levantar la cabeza».

«Duramos cerca de una hora arrodillados en la pared del fondo de la celda donde nos pusieron. Nos metieron en la celda numero 12», comenta. Agrega que los guardias ya se habían ido, «y nosotros sentíamos que ellos estaban afuera todavía, porque no podíamos voltear». Los venezolanos que estaban en los otros cubículos les decían que lo hicieran, que se levantaran.

En esa celda número 12 fueron colocados él y otros seis (6) venezolanos. Ya era 12 o 13 de abril cuando llegaron.

Manifiesta que en ese momento ya no sentía nada. «Me tiré en uno de los planchones de cuatro pisos. Ahí contamos cerca de 80 camas por celdas, dos tanques -dos piletas, lo llaman ellos-, y al lado de los tanques dos inodoros, y ahí mismo estaban las cloacas por donde bajaba el agua, tubos PVC de cuatro pulgadas, son pozos sépticos».

Vuelve a describir el estado de trauma que tenía para ese momento desde que lo encerraron en la celda. «A los dos o tres días yo reaccioné y me dije: Ya estoy aquí, tengo que salir adelante».

Alimentación nada sana

La «alimentación» a los detenidos en el Cecot es algo que ha sido ampliamente destacado en los últimos meses. En ese sentido, Luis relata que el desayuno era a las 5:00 de la mañana: Arroz, caraotas y tortilla. En el almuerzo: Arroz y pasta. En la cena: Arroz, caraotas y tortillas. Solo carbohidratos.

Un día, a raíz de una visita de alguien que parecía «de peso», fue que le cambiaron el menú, y les dieron «una empanada rellena de pizza con papas fritas, y un jugo Yukery de medio litro. Nunca habíamos visto eso ahí; ese día nos llevaron esa comida, pero era solamente porque venía esa visita (…)».

La visita a la que se refiere Luis, bien pudo ser la que realizó, en mayo, Matt Gaetz, quien fuera hasta el año 2024 miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. El 12 del referido mes, el gringo transmitió un segmento de la visita a la megacárcel, en su programa One America News.

En el video se aprecia a la delegación que acompaña a Matt Gaetz, caminar por la megacárcel, mientras los venezolanos secuestrados exigen «libertad, libertad». Además gritan el nombre del país: Venezuela. También repudiaron la presencia del excongresita que se convirtió en presentador de cable. En esa oportunidad el ultraderechista aseguró que a los venezolanos les daban como alimentos hamburguesas y papas fritas.

Buscando distracción

Comentó que los secuestrados buscaban maneras de distraerse con cajas donde una vez les llegó una pizza para una persona, que debían compartir entre dos (2) personas. Hicieron un dominó. Con las tortillas hicieron dados para jugar Ludo.

Estar encerrados durante días y en medio de torturas, no debe ser fácil para nadie; así que el carácter de cada uno va a brotar, y puede llevar a enfrentamientos. Luis cuenta que en un momento tuvo una pelea con un compañero de celda, por lo que terminó golpeado. Lo trasladaron a otra, la número 24, con otro grupo.

Relata que esa celda era más tranquila, había más comunicación. «Esos fueron mis compañeros hasta el final, hasta ahorita». En la instancia, incluyéndolo, compartían 12 personas.

Comentó que para ese momento sentía «un poquito más de tranquilidad, porque tenía más confianza, me distraía un poco más, dejaba de pensar en las cosas malas».

Por una multa sin pagar y una avería del carro fue detenido

El joven reiteró el relato que contó el 22 de abril de este año a Diario VEA, su madre, Luismary Gómez, quien señaló que Luis Edixon trabajaba haciendo «delivery». El día que lo arrestaron se encontraba cumpliendo con los pedidos de una aplicación para la que laboraba. Estaba llevando una comida junto con su hijo, de seis (6) años, cuando un policía lo detuvo. La luz delantera de su camioneta presentaba avería.

«Mi camioneta tenía una luz que se me quemó; andaba con mi hijo mayor de seis años en ese momento, él tiene 7 ahora. Me detuvieron. Tenía una multa que no había pagado de tiempo anterior y me salió una orden de  arresto. Me detienen, me llevan al centro de detención; a mi hijo se lo llevan aparte. Yo escuchaba cómo lloraba (…) La mamá de mi hijo, mi esposa, estaba en Chicago, y yo estaba en Milwaukee, a dos horas».

Antes de relatar a dónde lo trasladaron luego de ser detenido, expresa su molestia, porque mientras la mamá del menor lograba encontrar métodos para rescatar al niño, el pequeño pasó cuatro horas en el centro policial llorando y orinado.

Tras ser arrestado, fue llevado a un centro de detención para migrantes en Milwaukee, una ciudad gringa en el estado de Wisconsin. Luego a otra prisión en esa misma región.

El jueves 6 de marzo, cuando fue detenido, el oficial del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, conocido por sus siglas en inglés como ICE, que le hizo la reseña, lo señaló de ser supuestamente miembro del «Tren de Aragua», banda criminal desmantelada en Venezuela. El funcionario llegó a esa conclusión señalando una herida que Luis Edixon tiene en la pierna derecha y varios tatuajes. El venezolano no entendió en ese momento de qué le hablaban, porque todo fue en inglés.

Fue trasladado a otro centro de detención en Brownsville, Texas, donde lo volvieron a acusar de ser supuestamente miembro del «Tren de Aragua», argumentando las «razones» descritas.

Él insistió en que la herida que presenta en la pierna fue un accidente que sufrió cuando lo atropelló un carro, y presentó fracturas múltiples, por lo que tuvieron que operarlo.

Relata que fue detenido el jueves 6 de marzo, y a los días es que pudo ver a la jueza que comenzó a llevar su causa, a quien le pidió la expulsión inmediata. Ya para esa fecha, los primeros 238 venezolanos habían sido trasladados al Cecot. Luis empezó a temer que lo llevarían también a él a esa prisión salvadoreña, pues al igual que los connacionales que desde el 15 de marzo pasaron a estar secuestrados por Bukele, tenía tatuajes.

Su miedo era justificado, pues ya los funcionarios gringos lo señalaban de ser supuestamente miembro activo del «Tren de Aragua», por el tatuaje de una estrella con la inicial de su esposa, que tiene en su hombro derecho.

La jueza le señaló que tenía un proceso de 15 días para la deportación a su país de origen, Venezuela. Cuando el lapso se cumplió, comenzó el periplo hacia el camino al infierno, descrito en líneas anteriores.

Tratando de olvidar

Apenas iniciamos la conversación y preguntamos cómo se sentía, de manera sincera responde: «Ya un poco mejor, tratando de olvidar un poquito lo que pasó. Dándole gracias a Dios por todas las cosas que nos están dando en este momento, como el poder estar con nuestras familias». Comenta con nostalgia, que algunos de los rescatados no corrieron con la misma suerte que él, «de encontrar a nuestros familiares completos».

Remarca que está tratando de superar esta difícil etapa de la vida que le tocó vivir. «Fueron momentos difíciles, cosas que no quiero recordar», confiesa.

Y aunque quiere olvidar las crueldades que vivió, reconoce que debe contar al mundo las torturas que padeció, no solo él, sino los otros 251 venezolanos que estuvieron injustamente secuestrados en el Cecot. El objetivo es tratar de que la justicia actúe contra esas cárceles, esos carceleros, dirigidos por los regímenes de Donald Trump y de Nayib Bukele.

«Hay muchos de nuestros compañeros que salieron con traumas psicológicos, nada fáciles de superar (…) Cosas que nos afectan», revela.

2 pensamientos sobre “(I) En las vísceras del Apocalipsis: «Cuando me dijeron que me llevarían al Cecot, solté el llanto» (Ver videos)

  1. Y todavía hay gente en Venezuela, que duda que en el Norte, tengan un sistema social, jurídico y penal, en las condiciones que describe el joven aquí. Horrorosa experiencia. !
    Deseo que su familia y los organismos correspondientes, hallen las medidas físicas y psicológicas para que no caigan en la depresión y la desesperanza, que se puedan levantar otra vez y salir adelante.

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