Tal día como hoy, hace 100 años, nació Mario Torrealba Lossi, cuya obra literaria se inserta en la transición de la Venezuela Agraria a la Petrolera

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El autor es historiador, docente y abogado.

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Néstor Rivero Pérez

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El 25 de septiembre de 1924 nació en Altagracia de Orituco (Guárico) el ensayista y docente, Mario Torrealba Lossi, autor de una obra literaria identificada con la transición que se operó durante  el siglo XX, en las estructuras sociales y políticas, demográficas y culturales, entre la Venezuela Agraria y la Venezuela Petrolera. Y la transcripción literaria de dicha ruptura estructural entre una y otra Venezuela, se percibe con pasión de historia en libros como Los años de la ira, Entre los muros de la casa vieja y Bolívar en diez vertientes.

De Altagracia a la capital

Dado que en su acogedora aldea nativa escaseaban bibliotecas y se carecía de liceos, o periódicos para la publicación de crónicas y poemas, Mario Torrealba Lossi, del mismo modo que los también orituquenses Ramón Tovar y Pedro Felipe Ledezma -así como letrados de otras regiones de aquel país agrario entre quienes debe nombrarse a Oscar Zambrano Urdaneta, José Ramón Medina y Alexis Márquez Rodríguez- se vino de joven a la capital, con el propósito de cultivar su vocación intelectual. Así, la natural inclinación de una personalidad inquieta, quiso y logró empinarse por encima de las penumbras de una humilde cuna hasta escalar sitiales académicos, sin proponerse el aplauso ni proscenios de orden, sino comprender para explicar y compartir con sencillez lo que le enriquecía interiormente del mundo.

Coloquio sobre la acera

Con sobriedad, afable decoro y dominio de la ironía en su plática cotidiana, don Mario nunca perdió el estribo que hace asiento al pie de los nexos intergeneracionales. En todo tiempo supo, como buen maestro de aula, acercarse a la díscola muchachada del liceo o el IPC y mantener el ritmo de las mutuas inquietudes, gracias al don que le distinguía para marcar con fino humor, jornadas que amenazaban con tornarse graves y ceñudas. Mucho disfrutaba el profesor Torrealba Lossi la invitación a compartir, en cualquier “taguara” de alguna céntrica acera capitalina,  un “marroncito”, oportunidad en la cual afloraba su buen ánimo explayado en amena clase de literatura o sobre la actuación de personajes y anécdotas de la vida venezolana en cualquiera de las décadas del siglo XX, sobre un exministro,  algún viejo rector universitario o fablistán de los tiempos en que el pregón de la capital, en horas de madrugada despertaba al noctámbulo de alguna concurrida esquina, con los gritos “¡La República… Últimas Noticias!”.

Años de la ira

Tal es el título de uno de los libros más celebrados del profesor Mario Torrealba Lossi, mediante el cual se retrata un conjunto de peripecias de aquella juventud que insurgió de consuno contra el gomecismo, para mostrarse ante la historia como una singular generación. Dos décadas después de aquellas vivencias infantiles y de tertulia reiterada con los otrora protagonistas de 1928, Torrealba Lossi habría de incursionar en la actividad gremial de los educadores, con posturas de respaldo a quienes en los años ‘50 del siglo XX, hicieron resistencia clandestina a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Excusas de un general

Y tal recordará, en ocasión de disertar en un foro de la Casa de Bello en Caracas, haciendo un aparte para relatar vivencias al respecto. “Viajé a Madrid después de 1958 -dirá a sus contertulios-, y en un café cerca de la Puerta del Sol, me topé con el exdictador Marcos Pérez Jiménez, quien me reconoció y se detuvo a saludarme, sin que yo pudiera esquivarlo. “General, le dije, su gobierno me mantuvo preso por algún tiempo, sin que se tuviesen pruebas contra mí”. “¿Cómo va a ser profesor?”, me contestó. “Ud siempre contó con mi estima. Yo siempre leía con sumo agrado sus columnas semanales de opinión”, y enseguida viró a su acompañante diciendo: “Ves, fulano, esas eran las cosas de Pedro Estrada, quien detenía personas sin consultarme”. Mario Torrealba Lossi murió en Caracas en 2019.

Sinóptico

1728

La Guipuzcoana

Este día fue constituida por Felipe V, la Compañía Guipuzcoana, con el monopolio para la exportación e importación de toda mercadería en la provincia de Venezuela. La empresa, una sociedad por acciones, tenía entre sus principales fundadores al propio rey. Unificó criterios para la elevación de los ingresos a favor de la Corona, atacando el contrabando e incrementando los tributos a productores agrarios y exportadores, especialmente del cacao. Ello concitaría malestar y rebeliones, que tras ser sofocadas al comienzo, determinaron el cese de sus operaciones en 1785. Movimientos como el liderado por el zambo Andresote, en costas de Yaracuy en 1730, y el de mayor aliento social entre 1740 y 1750, el liderado desde Panaquire por el cultivador de cacao Juan Francisco de León, contribuyeron al surgimiento de una conciencia de nacionalidad y anticolonialismo que habría de eclosionar en su plenitud independentista el 19 de abril de 1810.

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