Néstor Rivero Pérez

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El 27 de octubre de cada año, desde 2010, se celebra el Día Mundial de la Terapia Ocupacional, con el propósito de significar la función que atiende al tipo de afecciones que alteran la motricidad y reducen la calidad de vida de quienes las sufren, configurando condiciones de discapacidad y obligando subsecuentemente, en numerosos casos, a que deban depender de la asistencia de otras personas.

La terapia ocupacional

Esta rama de las ciencias de la salud contempla “una serie de técnicas, métodos y actividades destinadas a mejorar la vida de personas que han sufrido algún daño cerebral o que tienen alguna dificultad para hacer cualquier actividad cotidiana.” [https://www.diainternacionalde.com]. Así, el terapeuta ocupacional “dirige su actuación a bebés, niños, adultos y personas mayores que tienen alguna discapacidad física o mental, ayudándolos a obtener mayor autonomía en sus tareas cotidianas y lograr llevarlos a una vida independiente” [Ibídem]. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, con la terapia ocupacional se “favorece la restauración de la función, se suplen los déficits invalidantes y se valoran los supuestos comportamentales y su significación profunda, para conseguir la mayor independencia y reinserción posible del individuo en sus aspectos laboral, mental, físico y social” [https://fundacionsindrome5p.org].

 

El terapeuta ocupacional

Este profesional, hoy formado en instituciones de nivel universitario, cumple la función de ayudar a los pacientes a su cargo, en la adquisición o readquisición de movilidad en condiciones de mayor independencia en su desenvolvimiento cotidiano, mediante la aplicación de “técnicas, métodos y actividades destinadas a mejorar la vida de personas que han sufrido algún daño cerebral o que tienen alguna dificultad para hacer cualquier actividad” [Ibídem]. Entre las personas atendidas por el terapeuta ocupacional se encuentran quienes sobrellevan lesiones de orden traumatológico, enfermedades degenerativas del sistema nervioso central, parálisis cerebral infantil o daños en sus tendones manuales u de otra parte del cuerpo. Y la capacitación de este profesional pasa por su dimensión social, de acompañamiento psicológico, físico y agudeza sensorial.

 

Principales incapacidades

La especialidad del terapeuta ocupacional tiene orígenes bastantes humildes, cuando en 1917 se introdujo en hospitales miltares de Canadá, al autorizarse la introducción de ocupaciones que promoviesen alternativas a la condición de invalidez o limitaciones físicas de pacientes recluidos en dichos centros de salud. De este modo se aspiraba canalizar el ocio y el vuelo de la imaginación de los pacientes sumidos en dificultades de orden físico y/o psicológico, de modo que se sobrepusiesen a eventuales circunstancias proclives al desánimo, desarraigo o depresión. Y ello a poco hizo evidente “la necesidad de un personal especializado, y se forma la asociación canadiense de TO de Canadá” [Ibídem].

Una profesión sociosanitaria

“(…) es una profesión -la terapia ocupacional- sociosanitaria, que a través de la valoración de las discapacidades y problemas físicos, psíquicos, sensoriales y sociales del individuo, pretende con un adecuado tratamiento capacitarle para alcanzar el mayor grado de independencia posible en su vida diaria, contribuyendo a la recuperación de su enfermedad y/o facilitando la adaptación a su discapacidad, por esa razón se ve ligada a los campos de rehabilitación y readaptación (…) Actividades de la vida diaria (AVD), como autocuidado (alimentación, higiene, vestido y deambulación), movilidad (por ejemplo, pasar de la cama a la silla de ruedas), habilidades sociales (relaciones paciente-familia, paciente-terapeuta, paciente-compañeros, etc), y habilidades instrumentales (entrenamiento de órtesis y ayudas técnicas, entrenamiento protésico)” [https://www.elsevier.es].

Sinóptico

1965

Localizan restos de Alberto Lovera

Este día fueron encontrados en las playas de Lechería (Anzoátegui) los restos del dirigente revolucionario Alberto Lovera, quien había sido detenido en la Plaza Las Tres Gracias, de Caracas, por funcionarios de la Digepol.

El profesor Lovera, como lo ha identificado la posteridad, había sido detenido el 18 del mismo mes, para verse sometido a las más brutales torturas que se conozcan en la historia política de Venezuela, hasta provocarle la muerte.

El cadáver de este dirigente fue arrojado al mar por sus captores, atado a un pico de albañilería; empero las aguas lo devolvieron a la arena, para resguardo del reclamo histórico frente al oprobio en la persecución del adversario, practicada por gobiernos de la Cuarta República.

Entre las voces que se destacaron en la denuncia del caso, figuraron los entonces diputados José Vicente Rangel y Salom Mesa Espinoza; igualmente fue crucial la perseverancia de su esposa, María del Mar de Lovera.

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