Alberto Vargas

@albertovargas30

El neoliberalismo es la etapa superior del liberalismo. La etapa en que los monopolios y los oligopolios traban la libertad económica y excluyen a los pequeños abasteros, imponiendo sus criterios en todos los órdenes, es decir, en el económico, el cultural, el político y, muy peculiarmente en el comunicacional, arma predilecta del capitalismo. Aquí se visualiza que el poder político es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra.

Esta turbulencia destructora para materializarse también necesita de una agresiva geopolítica injerencista e intervencionista, asumida como doctrina por el capitalismo, que se ha extendido en el hemisferio latinoamericano al ser aceptado por algunos gobiernos satélites.

EEUU promovió y promulgó su agenda excluyente de América Latina y el Caribe a través de tres aberrantes doctrinas: La Doctrina Monroe (1823), que pregona la categoría de «América para los americanos»; la Doctrina del Destino Manifiesto (1853), que se basa en la justificación para invadir e intervenir Nuestra América, calificada de países inferiores en lo moral, en lo político y militarmente «al gran pueblo americano; y el Corolario Roosevelt, que es la justificación de las dos doctrinas mencionadas por tratarse de pueblos «menores». Esta simbiosis no es más que una locura imperialista al creerse los sacrosantos universales del mundo, al considerarse que está por encima del mismo Dios.

Es la historia la testigo que narra cómo la expansión y dominación de los capitales industriales, transnacionales, bancarios, etc, de EEUU, dieron forma a un sistema económico controlado por el capital financiero y sus hambres de progreso supranacional. Deformaciones depravadas que le han permitido la conformación y promoción de una especie de moral universal, más allá del bien y el mal. Ejercían un dominio colonial que se mantuvo prácticamente inmutable por casi dos siglos y hoy también muchos pueblos han tomado conciencia por la lucha de una independencia integradora, que no es un proyecto del capricho de los pueblos a los cuales se les había arrebatado su libertad, sino que viene dado por la dialéctica histórica. Por eso estamos en lucha.

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