Banmujer: Con cada usuaria una historia de formación y empoderamiento
En el marco del 24º aniversario de la institución conversaron con Diario VEA sobre el significativo impacto del Banco de Desarrollo de la Mujer en sus vidas. Fotos Cortesía.

VEA / Yonaski Moreno
«¿Qué es esto? Ah, bueno. Precisamente, es el reflejo de la fortaleza ideológica de esta revolución, ideológica por una parte y moral por otra parte, y es algo que distingue a este gobierno revolucionario de cuantos gobiernos que por aquí pasaron». Con estas palabras, el Comandante Hugo Chávez describió al Banco de Desarrollo de la Mujer, Banmujer, cuando cumplió un año.
En ese acto, celebrado en septiembre de 2002 en el Teatro Municipal de Caracas, el Presidente Chávez resaltó que la institución bancaria nació en medio de muchas dificultades, pero sobre todo «con una gran voluntad política, una gran voluntad de sus fundadoras, sus fundadores, y aquí, un año después, presentamos resultados positivos».
Chávez, en ese momento, se refirió a la iniciativa como una estrategia para luchar contra la desigualdad. «El Banco de la Mujer es solo un instrumento, es solo una herramienta, dentro de esa estrategia, ¿para qué? «para lograr democratizar, crear una verdadera democracia con contenido social, igualitario; señalado está así en nuestra Constitución. Lograr una sociedad de iguales, de incluidos, y no de excluidos, como decía nuestro Libertador», expresó, cita el portal Todo Chávez.
La propuesta de crear el Banco de Desarrollo de la Mujer, fue presentada por el Comandante el 15 de enero de 2001. El 8 de marzo de ese mismo año, anunció la creación oficial, mediante Decreto Nº 1.243, publicado en la Gaceta Oficial 37.154. La institución bancaria fue inaugurada el 13 de septiembre, dando inicio a sus operaciones legales y financieras.
A propósito de conmemorarse el 24º aniversario de su creación, Diario VEA conversó con un grupo de mujeres, que encontraron en Banmujer, más que una institución financiera, un aliado para formarse, crecer y empoderarse.
Banmujer me transformó
«El Banco de Desarrollo para la Mujer me cambió totalmente. Me transformó. He descubierto que tengo destrezas, que tengo habilidades, he aprendido a ser una lideresa comunitaria, a transmitir información, dar talleres, a relacionarme con mi entorno».
Así describió Lisbeth Valero su experiencia con Banmujer, iniciada hace poco más de dos (2) décadas. «Después de 22 años, sigo formando parte de la red de usuarias, porque es más que una ayuda crediticia, va más allá, es la interconexión, el tejido social, el intercambio de saberes», expresó en entrevista concedida a Diario VEA. Usuarias, es el nombre que la institución financiera da a los «clientes», término que suele ser ampliamente utilizado en la mayoría de las entidades financieras.
Oriunda de la población de Río Claro, parroquia Juárez del municipio Iribarren, estado Lara, recuerda con exactitud lo que significó para el emprendimiento de su familia el apoyo de la institución.
«Recibí uno de los primeros créditos; lo utilizamos para la elaboración de abonos orgánicos. Nuestro impulso no los dio el Banco de Desarrollo de la Mujer. Ya hace 22 años que estamos trabajando con los abonos orgánicos, pero no solo fue el apoyo crediticio lo que nos ayudó a crecer». Añadió que aunque muchas personas tienen la creencia de que lo más importante es el financiamiento, la realidad es que la formación es el primer paso para construir un proyecto con bases sólidas que perduren en el tiempo.
«Los talleres, charlas, acompañamiento y apoyo brindado por el personal técnico, fue lo más importante. Esa asesoría fue muy diversa, desde cómo hacer nuestro proyecto, estudios sobre el patriarcado y cómo daña la autoestima de la mujer, hasta talleres de aprender para emprender», señaló.
Valero considera que Banmujer no solo brinda un aporte significativo a las mujeres, sino que también contribuye al crecimiento y prosperidad de la familia y las comunidades. «Por ejemplo, en nuestro caso impactó positivamente en la familia, porque en este emprendimiento también participan mi esposo y mi hijo. Además con nuestro trabajo hemos logrado impactar en la comunidad a nivel de agroecología».
Sobre su emprendimiento, recordó que se inició con la producción de abono orgánico y con el paso del tiempo han podido diversificar sus actividades. «Ahora tenemos la cría de cerdo, de cabra, y la elaboración de productos derivados, como chorizo ahumado, queso, leche condensada. Todo esto, en un primer momento, lo hicimos para autoconsumo y consumo de los familiares más cercanos, luego nos especializamos y comenzamos a ofertarlo», indicó.
Después de 22 años, Valero continúa trabajando junto con Banmujer. Destacó que periódicamente, la institución realiza charlas y talleres en línea, donde aborda temas relacionados al emprendimiento y valores feministas.
«Abrió las puertas a posibilidades que no creía que existían»
Tal es el caso de Fanny Sandoval Martínez, quien inició su recorrido con el Banco de Desarrollo de la Mujer, en una época en la que la palabra «empoderamiento» no era tan conocida y popular. De acuerdo con la Real Academia Española, RAE, empoderar es «hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido». Según Sandoval Martínez esto es precisamente lo que desde su creación ha hecho Banmujer.
«No decíamos en aquella época una palabra como ‘empoderamiento’, pero lo que estaban haciendo daba a las mujeres una seguridad personal, y a partir de ahí se empezaron a reconocer y ver su valía como mujer que no era tomada en cuenta», expresó la oriunda de Barquisimeto, estado Lara.
Su primer acercamiento a Banmujer ocurrió en 2008, cuando entrevistó a la entonces presidenta de la institución, Nora Castañeda, para una radio comunitaria. Ahí pudo conocer las actividades formativas que la institución desarrollaba y poco después comenzó a participar en los talleres.
«Pasado el tiempo, me convertí en promotora del Banco de Desarrollo de la Mujer en el estado Lara, mientras tenía un emprendimiento de ropa para bebés. Participaba en todas las exposiciones que se realizaban desde el banco, con las prendas que elaboraba», indicó.
Recordó que cuando comenzó a trabajar para el Banco de Desarrollo de la Mujer tenía 50 años de edad. «En ninguna parte del mundo el sistema capitalista permite emplear, dar trabajo, a una persona de 50 años. A esa edad una mujer no es contratada, no se le da valía».
«Una relación con las mujeres que vienen con una esperanza, que vienen buscando una solución a lo que ellas ven como un problema, y ahí se encuentran con unas compañeras que fuimos y somos formadas especialmente para escucharlas, entenderlas, para que vean su valía y el respeto que se merecen y que a partir de allí tener la participación protagónica que tienen y nos brinda la Republica Bolivariana de Venezuela con su Constitución».
Visiblemente emocionada al hablar del tema, Fanny aseguró que Banmujer le abrió las puertas de un mundo de posibilidades que no creía que existía.
«En ese momento no era bachiller. Me emociono porque cambió mi vida. En este momento, con 67 años, estoy estudiando Psicología Social y fuera de eso tengo una licenciatura en Pedagogía Alternativa, porque logré la certificación de los saberes adquiridos en los talleres del Banco de Desarrollo de la Mujer a los que asistí. Imagínate la cantidad de cosas maravillosas que pueden pasar, no solo para mí, sino para muchas otras mujeres», expresó en conversación telefónica con VEA.
Economía comunal con visión de género
El acercamiento de María Ortiz Jácome con el Banco de Desarrollo de la Mujer, ocurrió en 2004. La institución se encontraba desplegada en la comunidad Tierra Negra, en Barquisimeto, estado Lara, captando a mujeres en situación de vulnerabilidad.
«Presenté un proyecto familiar junto con mi hija y mi hijo, de una bloquera, y recibí mi crédito ese año», relató.
Desde ese momento no se separó de Banmujer. «Me quedé en la organización de la red de usuarias Banmujer. Me enamoré de las políticas, del trabajo del banco y poco a poco todas las compañeras fuimos acompañando el despliegue y la formación de mujeres en el estado».
Destacó que la formación no solo fue en lo financiero sino en lo personal. «Recibimos formación sobre la violencia, en el estímulo de amor propio, respeto a la familia, el patriotismo», agregó vía whatsApp.
Indicó que dos (2) décadas después, la red de mujeres formadas a través de esta iniciativa, se mantiene desplegada en las comunidades, a través de la Escuela de Formación Nora Castañeda, con el objetivo de impulsar la economía popular «y colaborar con un granito de arena en la economía de nuestra matria».
Ortiz Jácome expresó su deseo y convicción de que prontamente Banmujer podrá reactivar su sistema de créditos en la entidad, para continuar empoderando a las mujeres creadoras y trabajadoras.
Una red de mujeres
El Banco de Desarrollo de la Mujer también llegó a comunidades de La Guaira, con una serie de talleres orientados a preparar a las mujeres para el desarrollo de sus actividades productivas. Uno de esos casos fue el de Rufina Fuentes, de la parroquia El Junco, quien inició lo que calificó como «una experiencia completamente enriquecedora», al conocer a una promotora de Banmujer.
«Primero implementaron talleres, vinieron a las comunidades, vieron las necesidades que teníamos cada una y de ahí se implementó una red entre mujeres, iniciando con pequeños grupos de tres (3) personas, asignándonos recursos», explicó Fuentes en conversación con Diario VEA.
Con la aprobación del crédito, el grupo asumió una importante responsabilidad. «La idea la ejecutamos mi comadre, mi hija y yo. Las tres (3) trabajamos la agricultura y con el crédito nos dedicamos a eso de lleno. Llevábamos diversos rubros agrícolas a La Guaira y los vendíamos», explicó.
«Mensualmente teníamos que dar un aporte al banco, y luego, cuando nosotros terminábamos el pago, nos daban otro crédito. Dependía también del tiempo de la cosecha, porque hay a corto y largo plazos, todo eso lo evaluaban y nos hacían seguimiento, también mensualmente», añadió.
Para Rufina Fuentes, la llegada de Banmujer a su vida representó una gran oportunidad para su familia. «Fue de tanta alegría, tanta emoción, porque nosotras nunca habíamos tenido un crédito, jamás se nos había tomando en cuenta. Cuando llegan esas propuestas a nuestras comunidades, comenzamos a convertirnos en mujeres emprendedoras, empoderadas, mujeres guerreras. El Banco de la Mujer nos enseñó a defendernos solas», expresó emocionada.
Casi dos (2) décadas han pasado desde que comenzó su vínculo con la institución, sin embargo, asegura que el mismo se mantiene fuerte. Destacó que en la actualidad su emprendimiento se mantiene activo y manifestó su deseo de recibir nuevamente apoyo económico y formativo, así como acompañamiento.